En las últimas semanas, el equipo de especialistas del Centro de Ecología Aplicada del Litoral (Cecoal) dio a conocer los valiosos avances que realizaron con el estudio de los fósiles hallados hace más de cinco décadas durante la construcción del puente interprovincial General Belgrano. Su trabajo demuestra cómo estos restos, preservados como parte de la Colección Paleontológica de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne) y que tienen miles de años, continúan aportando información valiosa sobre la fauna y la geografía de lo que hoy es el suelo correntino.
En el momento del hallazgo, los fósiles del puente fueron recolectados por el doctor Rafael Herbst y la licenciada Beatriz Álvarez y quedaron a resguardo en la Colección. «A partir de ese momento se comenzó la tarea de identificación y estudios de la mayoría de los restos, muchos de los cuales fueron objeto de diversas tesis doctorales y artículos científicos. Dichos estudios permitieron identificar una amplia diversidad de mamíferos fósiles, entre los cuales se encontraban gliptodontes, perezosos, toxodontes, cérvidos, entre otros», recordaron en Unne Medios al dar a conocer las nuevas noticias sobre estos materiales.
Así, precisaron también que durante la revisión de los distintos materiales depositados en las colecciones, aparecieron cajas en las que permanecían numerosos restos rotulados como extraídos de la construcción del puente, pero sin una identificación precisa.
SORPRESA
Fueron los técnicos, Carlos Luna y Pedro Cuaranta, y el doctor Alfredo Eduardo Zurita, integrantes del Laboratorio de Evolución de Vertebrados y Ambientes Cenozoicos, quienes se propusieron trabajar en la conservación particular de esos restos y retomar la identificación de esos materiales. Y, tras meses de trabajo, los resultados no tardaron en aparecer.
Uno de los hallazgos de mayor relevancia fue que, entre los restos, se encontraron partes de peces, cuando es muy poco frecuente el registro de fósiles de estos ejemplares, debido a que muchas veces las condiciones del ambiente no contribuyen a su preservación.
Con la colaboración de un especialista del Museo Argentino de Ciencias Naturales, se pudo determinar que eran parte del cráneo de un ejemplar de «armado común». Esto constituye el primer registro de un pez para los depósitos del Cuaternario de la región Nordeste y el segundo indicio para el Norte de Argentina.
Al mismo tiempo, la nueva revisión de los materiales, permitió avanzar en otra arista de abordaje que se relaciona con el avanzado grado de deterioro de las muestras. «Es sabido que cuando se extrae un fósil del sitio en que fue encontrado, se cambian las condiciones físico-químicas y se genera un proceso de deterioro. Sin embargo, en el caso de los restos de la construcción del puente se le sumaba la particularidad de provenir de niveles por debajo del agua y con miles de años de antigüedad, con alto contenido de hierro, condiciones que hicieron que el proceso de deterioro posterior a su extracción fuera muy particular», precisó el medio.
Ante esto, el equipo del Cecoal consideró pertinente evaluar si dichos restos no podrían haber sido afectados por un fenómeno estudiado a nivel internacional sobre la descomposición o deterioro de especímenes que contienen una alta proporción de pirita, un mineral compuesto por disulfuro de hierro que, expuesto a ciertas condiciones ambientales, libera ácido sulfúrico y sulfato de hierro, lo que lleva a su deterioro.
«Efectivamente, luego de una serie de estudios químicos, pudo comprobarse este fenómeno en algunas muestras fósiles del puente, lo que representa el primer indicio de deterioro de fósiles en el NEA por la denominada ‘enfermedad de pirita'», completaron.
Estos estudios demuestran que, a pesar del paso de las décadas, la gran sorpresa paleontológica del puente, sigue dando que hablar a la comunidad científica.