Alvear, La Cruz, Yapeyú, Paso de los Libres y Monte Caseros continúan en estado de evacuación con cientos de familias fuera de sus casas debido a la crecida del río Uruguay, y en Santo Tomé ya están regresando a las suyas.
En tanto, en el puerto de Mocoretá se registra creciente, pero la altura se encuentra lejos del estado de evacuación.
EVACUADOS
El director de Defensa Civil, Andrés Proz confirmó a EL LIBERTADOR que son 75 familias evacuadas, de las cuales 170 son mayores y 130 son menores.
Contó que el viernes 20 se inició la etapa 1 de la evacuación y a las 13 se sacó a la primera familia, cuando el río estaba a una altura de 11,25 metros y creciendo. El operativo se interrumpió recién el martes 24, cuando evacuaron a la última familia a las 21.30 con una altura de 13.16 metros, también creciendo. Hasta ayer al mediodía, la crecida registraba una marca de 12,56 metros.
Los barrios más afectados fueron de la zona del puerto y otra conocida como «Las Piedreras». El trabajo de contención se hizo a través de Defensa Civil y el Municipio, quienes brindan un módulo alimentario que incluye carne y pan para las familias evacuadas.
La mayoría se hospeda en casas de parientes, si bien se dispone de centros de evacuación como el club San Lorenzo, las instalaciones de la Secretaría de la Mujer, el Salón de Usos Múltiples municipal y la sede de Cáritas.
«Lo que pudimos conversar con las personas evacuadas, es que perdieron la gran mayoría de sus cosas. La función de Cáritas, en este momento, es ayudar en lo que se pueda y acá en la sede hay dos familias albergadas. A las demás que fueron evacuadas, también se les asistió con ropa y comida», contó el director local de Cáritas, Sergio Núñez.
Sobre esto, explicó que hay un ropero solidario con una gran cantidad de prendas que se encuentra abierto por la mañana y la tarde. Además, grupos juveniles de la Iglesia Católica cocinan en los centros de evacuados y reparten en el pueblo.
«Sabemos que el río está bajando y es en este momento que debemos pensar en el después de la bajada. Las familias tienen que volver, sí pueden. Algunas me comentaron que perdieron la casa, que ya está desarmada. Las que tienen que volver, deben realizar una limpieza profunda por todo el tiempo que estuvo inundada y también hay que asistir», relató a este medio.
A CUATRO DÉCADAS
Debido al gran número de familias evacuadas, EL LIBERTADOR consultó a la historiadora Marina Cuña si se trata de una «de las peores inundaciones de la historia local», como se refirió el director de Defensa Civil de Paso de los Libres, Alcides Acuña, a la situación semejante que padecen en esa la localidad.
«La creciente más grande que hubo en Alvear fue la de 1983, que alcanzó una superficie y altura mayor», contó, y describió una particularidad de esa crecida que quedó en la memoria de los alvearenses «hacía un ruido similar a un salto de agua».
Después de esa catástrofe natural, el pueblo tuvo algunas modificaciones, como el monte de eucaliptos que se extendía por zonas y bajadas cercanas al puerto.
«Por varias razones muy discutidas por la gente de Alvear, fue cortado por privados y eso sacó la defensa natural que tenía el pueblo», describió.
También comentó que se construyó un barrio para que pudiera ser ocupado por quienes residían en zonas inundables, pero «las familias no se quedaron, muchas volvieron a su lugar de origen. No es fácil salir de su lugar».
La sequía alargada hizo disminuir, hasta casi desaparecer, el miedo a las amenazas del río. «Parecía que las inundaciones no iban a poder ser y se volvieron a armar casas, algunas más precarias y otras más lindas», explicó.
«Y con la crecida de ahora, muchas familias que no salían desde hace cuántos años, casi 40 años atrás, volvieron a salir», se lamentó.
Fotos: Andrés Proz