El viejo relato que se contaba a los niños para probar la paciencia en forma graciosa, bien podría trasladarse a los adultos argentinos (correntinos incluso más), pero sin ningún tinte humorista, en cuanto a los precios de los combustibles.
Otro nuevo aumento se aplica desde hoy en las naftas, lo que ya se tornó en un sádico juego que afecta de lleno a los bolsillos y la imperturbabilidad de la gente.
En plena pandemia, a pesar de promesas anteriores de frenar la escalada en un elemento clave para la economía nacional (y los índices inflacionarios), YPF se encarga de patear el tablero periódicamente.
Esta vez, la petrolera de bandera nacional informó la suba del 6 por ciento en promedio, atribuyendo la medida al segundo tramo de incrementos previstos por la empresa desde mediados de marzo.
Resulta oportuno recordar que habían anticipado «retoques» sistemáticos para alcanzar un aumento escalonado del 15 por ciento entre marzo y mayo. Así que aún resta otra modificación de valores.
Esta modalidad, se traduce inmediatamente en un semáforo verde para las demás firmas: Axion, Raizen y Puma, quienes siempre «eligen» seguir el mismo camino que YPF.
No es una suba cualquiera, ya que se dará días después de conocerse los índices de inflación del Indec, donde los precios treparon un 4,8 por ciento, convirtiéndose marzo en el mes más «inflado» desde que asumió la gestión de Alberto Fernández.
A esto, hay que añadir que en provincias pobres como Corrientes, por cuestiones anexas como la logística, se pagan las naftas más caras del país.
Tal fue así ayer que, como todos los días previos a un incremento, se observaron largas filas de autos en las diferentes estaciones de servicio esperando para cargar combustible y tratar, de alguna manera, hacer «la diferencia» antes de padecer la escalada.
