Por Domingo Salvador Castagna*
Arzobispo emérito de Corrientes, Ciudadano Ilustre de la provincia
- La Familia de Jesús, María y José.
La presencia de la Sagrada Familia, con ocasión de la pérdida y hallazgo de Jesús adolescente en Jerusalén, cobra un sentido que expresa toda la riqueza del Misterio.
El 15 de mayo del año 2022 será canonizado el Beato Carlos de Foucauld. La espiritualidad del santo ermitaño recibe su inspiración de la Sagrada Familia de Jesús, María y José.
En los numerosos escritos del padre Carlos se percibe una inmersión en el clima pobre y humilde del Hogar de Nazaret.
Al celebrar la Navidad hemos vivido el momento cumbre de ese Sagrado Hogar, el Nacimiento de Jesús: un Niño, recibido con purísimo amor por la Virgen Madre y contemplado con ternura y profunda devoción por José, el santo esposo de María.
Es imposible imaginar el clima, destacado por la pobreza del lugar y el desamparo de los vecinos de Belén.
Es allí y entonces cuando acontece el hecho más importante y trascendente de la historia. Hoy celebramos a la Familia que se autoidentifica ante un mundo que debe recuperar el valor de la familia, nacida con el hombre, por obra del mismo Creador del hombre.
- Las virtudes familiares reveladas en Nazaret.
La Sagrada Familia encarna la vida virtuosa a la que están llamados todos. Un testimonio desoído por el mundo actual, donde el matrimonio y la familia sufren una agresión despiadada, proveniente de sectores ideológicos de pública exposición.
Me refiero a quienes sostienen la tan mentada «ideología de género», la despenalización y permisión legal del crimen del aborto. La Sagrada Familia, aun atendiendo su excepcional situación, ofrece la vivencia de las virtudes, que logran la estabilidad del amor conyugal y su fecundidad, manifestada en el proyecto divino y la dignidad de la familia humana.
Parece un ideal inalcanzable; desde la debilidad causada por el pecado lo es, no si se cuenta con la gracia divina. Lo afirma el Arcángel Gabriel, en el diálogo con la humildísima María: «¿Cómo puede ser eso, si yo no tengo relaciones con ningún hombre? El Ángel le respondió: «El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra…» «…porque no hay nada imposible para Dios» (Lucas 1, 34-37).
- El ámbito del nacimiento y desarrollo de la persona humana.
La cuna del hombre es la familia. Cuando los seres humanos -mujer y varón- sufren la ausencia de una familia, todo se desmorona en sus vidas. Quedan librados a sus frágiles intentos por obtener un sitio en la sociedad, de la cual, en esas condiciones, no se sienten parte. La delincuencia, en sus diversas expresiones, expone hechos de una gravedad inimaginable.
La crónica policial, ofrecida por los principales medios, relata los crímenes más aberrantes, ocurridos con demasiada frecuencia.
Todo sale a la luz y obliga a pensar, con cierta tristeza y pesimismo, que urge buscar soluciones adecuadas e inmediatas. Para ello, será preciso cultivar un sentido de la justicia, inspirado en virtudes humanas esenciales. No se aprenden éstas en institutos de enseñanza, cuyo alcance se limita a la ilustración académica, como rico, pero insuficiente subsidio. El ser humano se forma en el seno de la familia.
Si no recibe de ella la transmisión de los valores fundamentales, no los recibirá de nadie. Me refiero al conocimiento y a la práctica de esos valores. Es entonces cuando se produce una auténtica educación.
- Un modelo a imitar.
El centro de la Familia de Nazaret es Dios, en el Misterio del Verbo encarnado. Pero, cada uno ocupa su sitio providencial: el más importante es el más pequeño de los tres, sometido dócilmente al padre y a la madre; el menos importante ejerce, humildemente, la autoridad, tomando las principales decisiones que el Hijo y la Madre obedecen con prontitud. Cada uno desempeña su rol, en el amor como comunión de voluntades y un ejercicio soberano de la libertad.
¿No deben, nuestras familias, incorporar esos asombrosos modelos -que hacen a la verdad- fieles al orden original, que las constituye en su esencia?
La Sagrada Familia de Jesús, María y José no se resignan, en el mejor de los casos, a ser un ente decorativo en las ricas o pobres moradas de los hogares católicos. Es un modelo a imitar, hoy y aquí, las virtudes o valores que resplandecen en él.
Como cada cristiano debe testimoniar la santidad de Cristo, rindiéndose a la acción del Espíritu, cada familia cristiana debe testimoniar la santidad de la Sagrada Familia, con docilidad al mismo Espíritu que la constituye. No es una despersonalizada mimetización sino una auténtica imitación.
* Homilía del domingo
19 de diciembre.
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