Por Noelia Irene Barrios
EL LIBERTADOR
En diciembre de 1902, el reconocido semanario Caras y Caretas sorprendió a sus lectores con una de sus publicaciones. Relataban el caso de un soldado que había sido sometido a una novedosa intervención estética en la ciudad de Corrientes. El título era: Confección y colocación de una nariz de carne, y por supuesto, para la época causó tanta curiosidad como admiración.
El responsable de la operación había sido el doctor Dámaso Sánchez Negrete, el escenario fue el hospital San Juan de Dios que estaba ubicado en lo que hoy es la esquina de las calles Entre Ríos y 25 de Mayo de la Capital. «En la ciudad de Corrientes se ha llevado a feliz término una operación quirúrgica, que ha despertado sumo interés», inicia la publicación.
«Se trata de la restauración de la nariz a un joven soldado que la había perdido, como consecuencia de un trabucazo que en pleno rostro recibiera, en un encuentro con los matreros», detallaban, aunque no brindaron mayores informaciones sobre el joven a quien se le practicó la cirugía.
También se mencionó que pese a lo novedoso del hecho, no fue la primera intervención de ese tipo que se había hecho en el país. «Hasta la fecha, dos se han realizado en la República: una, la primera hace seis años, por el doctor Masi, en esta misma ciudad, y la otra que nos ocupa, en Corrientes por el doctor Sánchez Negrete».
«La operación en sí se reduce a proporcionar a quien no la tenga, una nariz imitación, un trozo casi uniforme de color violáceo, que sirve para corregir en parte los desórdenes fisiológicos que provienen de la falta de aquel apéndice y para volver el rostro a la apariencia estética que necesariamente ha perdido», describía la nota y agregaba: «El doctor Sánchez Negrete restituyó la nariz al referido soldado en el hospital San Juan de Dios».
«Los pormenores de la operación, así como el procedimiento usado, no los conocemos aunque interesaría su publicación a los hombres de ciencia», completaban, aunque, fiel a su estilo, el semanario cerraba con un llamado irónico a la reflexión: «No dejará de ser útil que el procedimiento se divulgue entre las personas amigas de resolver sus dificultades a mordiscos, y que luego tienen que resignarse a ostentar una cicatriz feroz en el sitio elegido por el contrincante, sin el consuelo de una compostura».
La publicación estaba acompañada por imágenes del «desnarizado», como lo llamaron y del profesional que le restauró el rostro. Estas fueron compartidas en el grupo de Facebook Historia visual de la Argentina de 1830 a 1930.
UN ILUSTRE
Sobre el doctor Dámaso Sánchez Negrete, el libro Corrientes y el sector de Salud, sus actores, ofrece una síntesis biográfica en la que se reflejan los aspectos más importantes de su trayectoria.
«Miembro del Jurado de Apelación del Consejo de Higiene Pública (1880). Médico Municipal, Santa Lucía (1894). Médico Escolar (1894). Realizó gestiones para la instalación de una Estación Sanitaria en Corrientes, para evitar enfermedades exóticas de países vecinos, ante el Departamento Nacional de Higiene (1896). Miembro de la Junta de Médicos Consultivos de la Dirección General de Saneamiento de la Capital (1897). Un diario de la época publicó que el doctor Rivero le entregó la dirección médica de los hospitales San Juan de Dios y Santa Rita. Su familia donó su instrumental quirúrgico, a su muerte, a la sala de operaciones del hospital San Juan de Dios (1916)», retratan sobre este profesional cuyos aportes a la comunidad trascendió su vida.
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