En la Misa de clausura, a escala diocesena, del Año Jubilar de la Esperanza, que presidió el obispo de la Diócesis de Goya, Adolfo Ramón Canecín, Goya, el seminarista Guillermo Josué Cañete recibió el Orden Sagrado del Diaconado, en camino hacia el Presbiterado, para ser como se lo llama comunmente Sacerdote, marcando un hito de gratitud y renovación sinodal para toda la comunidad diocesana.
Previo a la Misa, quien momento después sería ordenado Diácono en la Catedral, prestó ante el obispo Canecín Juramento de Fidelidad en la Capilla del Obispado, ante la presencia además del obispo emérito, Ricardo Faifer, sacerdotes, familiares y representantes del Consejo Pastoral Parroquial.
FORMACIÓN
Y LEMA
Josué Cañete, llevó a cabo su formación en el Seminario Interdiocesano «La Encarnación», en Resistencia, Chaco. Oriundo de la ciudad de Esquina, donde los medios de comunicación esquinenses le dieron amplia difusión al acontecimiento religioso, eligió como lema para su ministerio diaconal la interpelación evangélica de Jesús: “¿Quién es mi madre y mis hermanos?”.
El rito del Sacramento del Orden Sagrado, que cuenta de tres grados y el de Diácono es el primero, comenzó con el llamado formal realizado por el diácono Hugo Florentín. Acto seguido, el sacerdote, padre Ariel Giménez, en representación del pueblo cristiano, dio fe de la idoneidad del candidato, solicitando oficialmente al Obispo su ordenación.
TIEMPO DE GRACIA
Durante su homilía, monseñor Canecín calificó el momento actual como un verdadero «kayrós» (tiempo de gracia) eclesial. Vinculó la clausura del Año Jubilar con los desafíos del Sínodo de la Sinodalidad, instando a la Diócesis a convertirse en un «laboratorio sinodal» que contagie esperanza.
«La esperanza es la espiritualidad que nos anima y pone en pie, sostiene, guía e impulsa a peregrinar sin desfallecer», expresó el prelado, comparando esta virtud con el eje de una bicicleta que permite avanzar con alegría hacia Dios.
Dirigiéndose directamente a Guillermo Josué Cañete, el Obispo destacó la «apasionante oportunidad» de iniciar su ministerio en este contexto histórico. Citando el magisterio del Papa, Canecín le encomendó una tarea específica: «Como Diácono, asumí el amor a los pobres para despertar y sostener la atención de todos hacia ellos».
Lo animó a trabajar en las periferias geográficas y existenciales y lo instó a ser un motor en la implementación del Sínodo de la Sinodalidad y del Plan Diocesano de Pastoral.
Finalmente, puso los frutos del Año Jubilar y el ministerio del nuevo Diácono bajo la protección de la «tierna Madre de Itatí», patrona de la Diócesis de Goya, pidiendo que trabaje con decisión por una Iglesia «misionera y sinodal”.

