Hoy, el obispo de la Diócesis de Goya, monseñor Adolfo Canecín, presidirá la misa en la Iglesia Catedral a las 20 para celebrar el Domingo de la Palabra de Dios, quien recuerda la importancia y el valor de la Sagrada Escritura para la vida cristiana, y el de este día dedicado a la «celebración, reflexión y divulgación de la Palabra de Dios».
Será la cuarta ocasión en la que se celebrará esta jornada instituida por el Papa Francisco, y se invitó a los católicos a llevar Biblias o Nuevos Testamentos para bendecir en la misa.
Francisco instituyó el «Domingo de la Palabra de Dios» en cada tercer domingo del Tiempo Ordinario para «hacer crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura».
En una Carta Apostólica indica «que las comunidades encontrarán una manera de vivir este domingo como un día solemne» y agrega que «será importante que en la celebración eucarística el texto sagrado pueda ser entronizado, a fin de hacer evidente a la asamblea el valor normativo que posee la Palabra de Dios».
«En este domingo, de manera especial, será útil destacar su proclamación y adaptar la homilía para resaltar el servicio prestado a la Palabra del Señor», siempre teniendo en cuenta que «las innegables raíces históricas de los libros contenidos en el Texto Sagrado no deben hacernos olvidar este propósito primordial: nuestra salvación».
DE ALIMENTO
COTIDIANDO
El Pontífice sugiere, además, que «en este domingo los párrocos puedan resaltar la importancia de seguir en la vida diaria la lectura, la profundización y la oración con la Sagrada Escritura, con una particular consideración a la lectio divina».
Reiteró el Sucesor de Pedro, sus recomendaciones sobre la homilía: la profundización de la Palabra de Dios, con un lenguaje simple adecuado para el oyente, le permite al sacerdote descubrir también «la belleza de las imágenes que el Señor usó para estimular la práctica del bien. ¡Esta es una oportunidad pastoral que no debe perderse! Para muchos de nuestros fieles, de hecho, esta es la única oportunidad que tienen para captar la belleza de la Palabra de Dios y ver que se refiere a su vida diaria. Por lo tanto, es necesario dedicar el tiempo apropiado para la preparación de la homilía». De allí que advertirá en esa Carta Apostólica que «no se puede improvisar el comentario de las lecturas sagradas. A los predicadores se nos pide más bien el esfuerzo de no alargarnos desmedidamente con homilías pedantes o temas extraños. Cuando uno se detiene a meditar y rezar sobre el Texto Sagrado, entonces se puede hablar con el corazón para alcanzar los corazones de las personas que escuchan, expresando lo esencial con vistas a que se comprenda y dé fruto».
«Que el domingo dedicado a la Palabra haga crecer en el pueblo de Dios la familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura», concluye, citando la enseñanza bíblica del libro del Deuteronomio que indica que la Palabra de Dios «está muy cerca de ti: en tu corazón y en tu boca, para que la cumplas».
Con ese espíritu, el Obispo goyano instó a participar con fervor en las misas de toda la Diócesis y con la Biblia o Nuevo testamento en mano.
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