Tal como se dio a conocer, en la noche del viernes, luego de los incidentes en la final del Primer Mundial de Fútbol de talla baja, el partido entre Argentina y Paraguay, que se disputaba en el Microestadio Malvinas Argentinas de Argentinos Juniors, la organización del encuentro dispuso que la corona quedara en manos del seleccionado nacional, debido al abandono del combinado guaraní. El equipo albiceleste se imponía por 3-1, con tres tantos marcados a través de tiros penales cuando fue suspendido a los 16 minutos del primer tiempo.
El encuentro se desarrollaba con intensidad desde el comienzo, Paraguay anotó el primer tanto a los 8 minutos, mediante un disparo lejano del atacante Pedro Ruiz. Por su parte, el equipo albiceleste, dirigido por el DT Mariano Rojas, dio vuelta el marcador con tres goles del defensor Catriel Brassesco.
Cuando finalizaba la etapa inicial, un escupitajo arrojado desde la tribuna a un jugador paraguayo terminó por desatar el enojo de la delegación visitante, que se retiró al vestuario en medio de las quejas expuestas hacia la terna arbitral comandada por Sebastián Solís.
Con el partido detenido, los representantes de todas las delegaciones y de la organización ofrecían garantías a los paraguayos para que retornasen al partido. Así como comentó Silvia Rojas, coordinadora del Mundial de Talla Baja, se intentó «por todos los medios» que el partido continúe. «Se les ofreció cambiar el equipo arbitral y hasta volver a empezar 0 a 0, no esperaba esta reacción de Paraguay», explicó.
Ante la negativa de la delegación Albirroja, la organización se apegó al reglamento y el título fue para Argentina, por abandono de Paraguay: «Por reglamentación, el partido debía continuar y Paraguay no quiso hacerlo. Somos campeones del mundo», manifestó Facundo Rojas, capitán argentino.
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