Médico, botánico, académico, agricultor e industrial, erudito y hombre sencillo, son algunas de las palabras con las que la historia describe a Aimé Jacques Alexandre Goujaud, o simplemente, Amado Bonpland. El sabio nació un día como hoy, pero de 1773 en La Rochelle, Francia, pero vivió más de la mitad de su vida en Corrientes, la tierra sin mal de la que quedó enamorado.
Bonpland se hizo de un vasto reconocimiento como botánico, biólogo y naturalista, especialmente por sus viajes exploratorios junto a Alexander Von Humboldt, otra eminencia de la biología.
Tenía 47 años cuando llegó a la provincia y aunque se quedó, la vida en la región no le fue nada fácil. Primero, lo condenaron bajo sospecha de ser un espía y pasó nueve años preso en Paraguay. Luego, cuando se instaló en lo que hoy es Paso de los Libres, debió afrontar la destrucción de todas sus pertenencias por la Batalla de Pago Largo 1838.
A pesar de todo, optó por quedarse y en 1842 se casó con Victoriana Cristaldo, con quién tuvo tres hijos: Carmen en 1843, Amado en 1845 y Anastasio en 1847.
No paró de trabajar, ni aún en la vejez. En 1855, aceptó del gobernador Juan Pujol, el cargo de director del Museo o Exposición Provincial Permanente. El mismo que funciona hasta hoy y lleva su nombre.
En Europa no se cansaron de reclamarlo y cubrirlo de honores, pero él prefirió seguir viviendo en la provincia. En 1855, recorrió el mundo y fue amigo de ilustres, pero prefirió las tierras del Taragüi para al fin descansar. Murió el 11 de mayo de 1858 en su casa correntina.
La anécdota de las dos muertes del francés
Los historiadores refieren a un hecho curioso que tuvo lugar tras la muerte del sabio francés en su estancia de lo que era Santa Ana, y que luego fue nombrada como Bonpland, como acto de gratitud en su nombre. Se dice que murió al menos dos veces y, según quien lo cuente, el relato tiene más o menos datos fantásticos.
En Biografía de Aimé Bonpland, Tomás Fernández y Elena Tamaro cuentan el episodio de la siguiente manera: «A los ochenta y cinco años enfermó en su establecimiento de Santa Ana, y falleció el 11 de mayo de 1858. Cuando supo de la muerte del sabio, su amigo, el gobernador Pujol, ordenó que sus restos, embalsamados por pedido espontáneo del pueblo, fueran remitidos a la capital de la provincia para darle sepultura. Antes de ser enterrado, el cuerpo embalsamado de Amado Bonpland fue velado en una habitación a la calle en la pequeña ciudad de Paso de los Libres».
«Se cuenta que, como homenaje, los amigos y vecinos dejaron puertas y ventanas abiertas y la estancia iluminada. Estaba yacente de noche el cuerpo del sabio, en la habitación mortuoria, que había quedado sola. A un paisano correntino ebrio, que se detuvo ante la puerta, le llamó la atención ese hombre quieto, vestido de frac, pálido y amarillento que se hallaba tendido bajo la luz de las velas; lo saludó e, indignado por la falta de respuesta, apuñaló al cadáver», completan. Por lo que, viéndolo desde cierto punto, el ilustre murió dos veces.
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