María, como tantos otros habitantes de la Capital correntina, vivió una situación desesperante el domingo anterior a la madrugada cuando la lluvia no cesaba y comenzaba a entrar por las aberturas de su hogar. En un momento, cuando vio que no paraba tomó a sus cuatro hijas y salió a la calle en busca de refugio y ayuda.
El domingo
«Cuando veo que el agua no deja de entrar, llamo a mi vecina de enfrente, ahí ella me comenta que también estaba alzando sus cosas. A eso de las 8 fuimos a su casa, la ayudamos a alzar lo que podíamos y no quedamos ahí. Después fuimos a la esquina, pero en la casa de esa vecina el agua nos llegaba hasta el tobillo», comentó al recordar las primeras horas del diluvio.
Si bien María antes de salir de su hogar intentó resguardar sus pertenencias y sus objetos de valor, todo intento fue en vano y lo perdió todo. En un momento atinó a subir algunas cosas a la mesada de la cocina, pero de un momento a otro el agua avanzó y tapó toda la cocina. En su casa el agua llegó a pasar el marco de la ventana, no llegó hasta el techo por poco.
La situación se volvió más desesperante cuando María comenzó a pensar que si continuaban en el domicilio podían terminar ahogadas, fue en ese momento en que decidió salir en busca de un lugar seguro. «Nosotros no somos tan altos. Medimos 1.60 cuando mucho. Agarré una bolsa, guardé todo lo que las chicas iban a necesitar para ir a la escuela y nos fuimos. Tuve miedo al salir con mis hijas, hice todo lo posible por no caernos en un pozo. Me preocupé por las más chicas también», recuerda con angustia sobre el momento en el que sintió más miedo.
«Cuando ves como entra el agua no te importa lo que vas a perdés, ni se te cruza por la cabeza lo que tenés en tu casa. Ahí sólo pensás en salir y te vas donde podés. En medio de la lluvia era un riesgo muy grande salir a la calle porque se nos podía caer un árbol o un cable encima. Pero salimos, y no nos pasó nada grave gracias a Dios. Ahí, tu cabeza sólo piensa en como podés salvar a tu familia», puntualizó.
Lo que se perdió
Aún ante la adversidad, María y sus hijas encontraron refugio en la casa de sus familiares: «Yo gracias a Dios tenía un plato de comida hecho por mi mamá, mis vecinos también tuvieron que abandonar sus casas y fueron a refugiarse a lo de sus seres queridos. Ellos pasaron por lo mismo que nosotras, tuvieron que ir a comer a lo de su familia».
«Hasta ahora me donaron ropa y un solo colchón, que yo fui a buscar con una vecina», contó. Sus hijas tienen entre 4 y 15 años. Mientras que la más pequeña de todas está con un cuadro de broncoespasmo. «Mi niña ya estaba medicada, entonces nos quedamos en la casa de mi mamá con sus hermanas. Todavía no volvimos a mi casa, porque hay demasiada humedad y aún tengo que desinfectar la casa. Hasta ahora tengo un solo colchón, los otros están todos mojadísimos.
Intenté lavarlos, pero están irrecuperables. No puedo llevar a mis nenas en ese estado», señaló.
Y luego, agregó con angustia: «No sabría decir cuánto me sale hacer todas las reparaciones y volver a comprar todo lo que perdimos, para nosotros fue muchísimo sacrificio llegar a tener todo lo que ya no es nuestro. Tengo cuatro niñas a las que necesito comprarles un colchón, ropa, zapatillas. Después comprar la heladera, el televisor. Perdimos todo».
Ayuda
En cuanto a lo que dejó el temporal, María denuncia la presencia de especies de animales en el barrio. A lo que señaló: «Necesitamos que corten el paso y que vengan a limpiar las zanjas porque hay un zanjón que cruza por nuestra calle y es impresionante la cantidad de alacranes y víboras que salen de ahí. No podemos seguir así, nuestra vida corre peligro».
«Ese domingo, los vecinos lograron nadar hasta una esquina y alzaron un poste de luz que estaba caído junto con todos los cables que estaban en el agua. Y estuvimos esperando que vengan a arreglar los cables, que es a lo que más le tenemos temor porque son un peligro», agregó.
El contexto económico no da tregua y en el barrio los delincuentes aprovecharon el desastre natural para salir a robar a los vecinos que dejaron su casa en busca de asilo. «Uno de mis vecinos que tiene una casita de dos pisos se quedó a cuidar nuestra cuadra, porque desde esa noche se registraron muchos robos. Por suerte no entraron, pero durante todos estos días los ladrones se dedicaron llevarse cosas de las casas de mis otros vecinos», comentó.
Donaciones
Las instancias más difíciles siempre sacan a relucir las acciones más solidarias y esta no es la excepción. «Yo me sumé con unos vecinos a hacer colectas para ayudar a la gente que también perdió todo. Lo que me donan que yo reparto con mis vecinos del barrio. Por el momento necesitamos elementos de limpieza. Lo que no tenemos lo compramos y lo compartimos entre todos los vecinos», describió María.
Quienes deseen colaborar con María pueden comunicarse con ella a través del número 3795-102-547. Se necesitan alimentos y mercaderías, así como también elementos de limpieza. También reciben ropa, muebles, colchones y camas.
El desastre natural, en números
María se encuentra entre los más de 1.000 evacuados que sufrieron innumerables pérdidas materiales por causa de la catástrofe natural. El pasado domingo 3, la ciudad de Corrientes amaneció conmocionada y bajo agua. Ya que llovió alrededor de 200 milímetros en el transcurso de dos horas: entre las 4 y las 6 de la madrugada. Según informó el Gobierno provincial se registraron 300 milímetros en total durante toda la jornada.
Fue tanto el caudal de agua, que aseguran que ese día llovió lo que correspondía en todo febrero. Mientras que, sostienen que en marzo las precipitaciones deberían girar en torno a un total 150 milímetros.
En este caso, a la lluvia se le sumó la presencia de fuertes vientos. Según informaron fuentes oficiales, hubo ráfagas que alcanzaron los 170 kilómetros por hora. Lo que produjo caída de árboles, voladura de techos y caída de postes de luz, lo que afectó el suministro eléctrico en numerosos barrios capitalinos.
Por ello, muchos de los vecinos se enfrentaron con las inclemencias del clima desde la noche.
Pero el desastre natural no fue con lo único que tuvieron que lugar, ya que los vecinos debieron enfrentarse al obrar de delincuentes que aprovecharon el momento y se organizaron para ingresar y robar en los hogares de quienes habían sido evacuados.
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