Una comitiva de agricultores familiares de Argentina visitó Austria en abril pasado, en el marco del proyecto Alianza impulsado por el Instituto de Cultura Popular, una sociedad civil que abarca cinco provincias del Nordeste argentino, y la organización austríaca Welthaus Graz, con el apoyo del Ministerio del Clima de este país.
El objetivo principal es el fortalecimiento de la agricultura familiar en ambos países, con el lema «Juntos por una agricultura sostenible». La correntina Isabel Blanco habló con EL LIBERTADOR sobre la experiencia de este viaje, el apoyo estatal que reciben los agricultores austríacos para potenciar sus producciones y qué medidas toman en el país aliado respecto al cambio climático.
«La idea es seguir trabajando en conjunto, de mantener el contacto a través de Zoom o quizás otros viajes, y que todos los Estados se involucren», comentó.
De esa manera, señaló que se busca «que los agricultores familiares continúen en su lugar y no haya desarraigo. Lamentablemente, muchos tienen que dejar de ser agricultores porque no les alcanza para vivir. Tienen que buscar otro medio de subsistencia y se tienen que ir a la ciudad».
VISITAS A GRANJAS Y FERIAS
Blanco destacó la amabilidad de sus anfitriones en el recorrido hecho a través de granjas de ganadería porcina, ovina y bovina, silvicultura orgánica, cría de vacas, cultivo de cereales y hortalizas, frutas y transformación, y tiendas agrícolas.
Comentó que los agricultores austríacos «están muy bien», ya que «tienen el respaldo de subsidios del Estado para comprar sus maquinarias y pueden usarlas en sembrar sus pasturas».
«Están muy bien asistidos por parte del Estado. Esa es una gran diferencia con lo que tenemos en nuestra provincia», señaló. «Creo que nosotros somos grandes agricultores con pequeñas oportunidades al lado de lo que son ellos en Austria», concluyó.
CAMBIO CLIMÁTICO
Durante el recorrido de la comitiva argentina por las granjas austríacas, también se abordó la problemática del cambio climático, que les afecta directamente.
«Ahí se empieza a ver, no tanto como acá que ya padecemos todo lo que es sequías, incendios, falta de agua. Ellos están empezando a tener ausencia de lluvias, es decir, que está lloviendo con menos frecuencia y ya están preocupados», contó.
La preocupación los lleva a diseñar medidas tempranas de prevención del daño que pueden causar las consecuencias del cambio climático.
«Sobre todo en la parte de los bosques, tratando de que árbol que corten, árbol que se reemplace. También buscando otras alternativas, por ejemplo, de plantar árboles que se reproduzcan con mayor facilidad y que no tarden tantos años como los pinos», comentó.
EL APOYO ESTATAL Y LA PARTICIPACIÓN DE ESCUELAS AGRÍCOLAS
El presidente de Incupo, Ernesto Stahringer resaltó que el intercambio es el «comienzo de una construcción de conocimiento, con el que tenemos dos años por delante para generar proyectos».
«Pudimos ver productores con esquemas de trabajo forestal, granja y huerta en el verano; agricultores diversos, desde iniciales hasta algunos que tenían una gran cantidad de maquinarias, y muchos de ellos eran la décima generación de familias que habían mantenido la tradición productiva», comentó el presidente.
Una de las reuniones más trascendentes fue con la Cámara de Agricultores, con la que se pudo ver la importante representación sectorial y asistencia técnica que brindan a quienes producen para organizar qué actividad productiva desarrollar de acuerdo al contexto y las transformaciones debidas al cambio climático.
«Fue interesante observar cómo a través de este organismo se articula la experiencia de los productores en la chacra con el Estado, y también la participación que tienen en las 22 escuelas agrícolas que hay en la zona», relató Stahringer.
También comentó que se busca responder a los motivos generan la disminución y desaparición de productores de la agricultura familiar, problema común a los dos países, a pesar de las diferencias existentes entre ellos.
.