José Vizcaychipi, el ingeniero agrónomo propietario del predio turístico Puerto Galarza, donde este año se estableció la llegada de los ciclistas que participaron de la prueba de rural bike Desafío Iberá, habló de la experiencia a un año de la peor catástrofe ígnea en la provincia, en la que el fuego arrasó con ese lugar.
En aquél entonces, en un breve video que grabó y se hizo viral, no logró contener las lágrimas por el dolor al ver los daños que provocaron las llamas al complejo tras diez años de esfuerzo, lo cual conmovió a los canales televisivos nacionales que lo entrevistaron y su relato estremeció a la opinión pública del país.
Con el correr del tiempo, hoy es otro su rostro y sus expresiones que apuntan a consolidar a Puerto Galarza como el destino de recepción de esa competencia deportiva, al punto que proyecta construir una pista de entrenamiento para mountain bike, para que los fines de semanas los amantes de este deporte lleguen allí y además de entrenar y hacer senderismo puedan disfrutar del ecoturismo acompañados por la familia, informó el portal web, Digital Santo Tomé. También contó un poco la historia del lugar y de los lugareños, principalmente de su padre José Vizcaychipi, quien recientemente donó las 13 hectáreas que ocupa el paraje para que los pobladores puedan acceder a un plan de viviendas del Instituto de Viviendas de Corrientes (Invico).
«El 5 de marzo de 2023 hizo un año y 15 días de una fecha en la cual la circunstancia era otra. En esa oportunidad el protagonista fue el fuego, nos convocó el incendio, la catástrofe, la desesperanza, el miedo; pero un año después nos encontramos en un lugar totalmente restaurado gracias al sector público de Corrientes, de Santo Tomé, de Ituzaingó; lo que fue muy importante al igual que el apoyo del Gobierno municipal de Gobernador Virasoro porque yo soy virasoreño, aunque mi mamá es santotomeña y yo nací en Santo Tomé, simplemente me crié en Virasoro», relató al hacer uso de la palabra en el acto de bienvenida de autoridades y deportistas. «Me llena de alegría que hayan apostado a Puerto Galarza para hacer la recepción de esta edición del Desafío Iberá», enfatizó.
Luego manifestó estar muy contento «porque todos los que vinieron, antes de retirarse pasaron a saludarnos y a agradecernos por la atención. Supongo que esas caras felices son de gente conforme; pero más allá de eso, tenemos cosas que reajustar por lo que vamos a tener una reunión con Gustavo Cardozo, con José Augusto Suaid, con Juan Pablo Arroniz, para corregir, porque esta fue nuestra primera experiencia en el Desafío Iberá y creo que debemos con los errores en fresco analizarlos y ver cómo hacer para no cometerlos el año que viene».
Más allá de la competencia y del resultado deportivo, el empresario turístico destacó el hecho de que hayan participado ciclistas de otros lugares como Entre Ríos, Misiones, Chaco, Brasil, entre otros, para promocionar el Portal Galarza de los Esteros del Iberá.
EL DESASTRE
En febrero de 2022, el fuego se expandió en gran parte del paraje ubicado a 120 kilómetros de la ciudad de Santo Tomé, cuyas imágenes fueron dantescas. La zona se encuentra al Oeste de la Reserva Natural del Iberá, sobre la enripiada Ruta Provincial Nº 41, y es conocida porque desde ese portal se puede acceder a las lagunas Galarza y Luna, las mayores atracciones del Iberá.
A fin de intentar sofocar las llamas imparables, se organizaron grupos de vecinos y rescatistas para salvar a personas y animales que huían y si bien no se registraron víctimas fatales, se produjeron pérdidas materiales en casas afectadas, miles de hectáreas de campo quemadas e incalculables pérdidas en flora y fauna.
Momentos tristes y desesperanza
SANTO TOMÉ. El emprendedor turístico, José Vizcaychipi reconoció que hace un año no tenía esperanza, luego de que el fuego arrasara con todo. «Fue uno de los momentos más tristes de mi vida, pero un año después me encuentro otra vez de pie, rodeado de gente, acompañado por mi mujer que es mi gran compañera, mis padres, y la verdad que soy un tipo dichoso. Yo siempre fui un tipo rico, no adinerado que es otra cosa, pero sí rico por el apoyo que tengo, y por eso soy un agradecido a la vida. Tengo 43 años y desde los 18 años sé lo que quiero hacer y sé dónde hacerlo, que es acá. Estudié Agronomía, pero cuando estaba haciendo la Facultad en la Universidad de El Salvador, en Desiderio Sosa, en tercero o cuarto año me di cuenta que no me gustaba la agronomía, que me gustaba esto, pero no le podía ir a decir a papá que no quería seguir más la carrera, que quería hacer turismo, porque para entonces mi viejo estaba muy mal económicamente y hacía un esfuerzo enorme para que yo estudiara, por lo que seguí y me recibí para darle fuerzas a papá. Además, ir a la Facultad, leer muchos libros, rendir exámenes, conocer gente, también me ayudó a formarme, a darme recursos. Después viajé, fui petisero, cuidé caballos en Inglaterra, hice asados de corderos, fui fletero, hice de todo, y en 2010 regresé a la Argentina con unos 40 mil dólares para invertir acá; esos 40 mil dólares que vienen de afuera, si bien no es mucho, es la plata que engorda, que mejora el país y lo bueno de todo esto es que nunca reniego de lo que hago, lo disfruto», concluyó su comentario, que al mismo tiempo es testimonio de respeto a los padres, de compromiso con su país, del espíritu responsable y agradecido que se debe tener con su gente, y de apego a la cultura del trabajo como proveer de oportunidades para otros.
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