Juan Ramón Lucero, un respetado vecino de San Roque de 65 años, fue recientemente objeto de una distinción por sus cuatro décadas de trayectoria como vendedor de diarios, una labor que lo convirtió en una figura esencial de la localidad. Conocido afectuosamente en todo el pueblo como «Menoti», la vida de Lucero es una historia de madrugadas, compromiso y cosecha de amistades a través de la calle.
EL COMIENZO
DE UNA VIDA
DE REPARTOS
La labor de Lucero como canillita suma ya 40 años. Comenzó en 1985, cuando solo tenía 25 años, contó a EL LIBERTADOR. Curiosamente, la venta ambulante nunca fue su vocación. En aquella época, él trabajaba en la escuela como portero -una labor que continua desempeñando-, y anteriormente tenía un pequeño puesto de asado. Su entrada al mundo del periodismo se dio por casualidad: un compañero lo recomendó al representante que vendía los diarios tradicionales. Lucero confiesa que pensó que el trabajo duraría solo dos o tres días, pero sin darse cuenta, esos días se transformaron en 40 años. Después de casi 15 años de trabajar para ese representante, decidió comenzar a vender los diarios directamente para sí mismo.
ENTRE LA
BICICLETA Y
LA ADVERSIDAD
La rutina de Lucero como canillita demandaba dedicación absoluta cada mañana. Su método de distribución siempre fue el reparto en la calle, llevando los diarios en su bicicleta, incluso enfrentando caminos difíciles con mucha arena.
Las jornadas de trabajo eran intensas, especialmente los fines de semana, cuando se vendía mucho. Los domingos por ejemplo, su día comenzaba a las 5, por lo que debía estar levantado a las 4.30 para ir a buscar su carga de periódicos. Los clientes no aceptaban excusas, pues no importaba el clima -ni el frío, ni el calor, ni la lluvia- el diario tenía que llegar temprano. Entre las anécdotas más insólitas de su carrera, recuerda los días de lluvia en que los diarios se le caían y se mojaban. Para recuperar los ejemplares, tenía que secarlos con una plancha, usando un trapo encima para evitar que el papel se arrugara. Cada jornada terminaba cerca del mediodía, después de finalizar el reparto a las 10.30 y dedicarse a la cobranza hasta las 12.
EL «MENOTI»
Y LA ESCUELA
DE LA CALLE
Gracias a su constante contacto con la comunidad, Lucero es conocido por mucha gente, tanto dentro como fuera de San Roque. Él considera que «en la calle está la escuela», y ahí es donde se aprende. Esto -reconoce- le brindó muchas amistades a lo largo de los años.
A pesar de su nombre completo, si se pregunta por él en el pueblo, el apodo clave es «Menoti». Lucero, quien se declara fanático del fútbol y de Boca, adquirió ese apodo en la cancha, aunque admite que no tiene parecido físico ni siquiera en su forma de caminar con el famoso entrenador. A lo largo de su carrera, la discreción fue un elemento fundamental; él se enteraba de los chismes de la calle y las noticias, pero asegura que nunca divulgó una palabra de más.
LA ADAPTACIÓN
A LA NUEVA
LOGÍSTICA
En la actualidad, la venta de diarios disminuyó, y Lucero solo reparte alrededor de 60 a 65 ejemplares. Hoy, su labor se concentra en conseguir solo EL LIBERTADOR los días martes. «Antes, los diarios llegaban por colectivo, pero este servicio cesó porque no había pasajeros», relató. Ahora, la logística es diferente: un minibús, retira el diario por él en la ciudad de Corrientes, donde se imprime, y se lo trae hasta San Roque.
Consultado sobre si piensa jubilarse o retirarse de este noble oficio, Lucero, señaló a EL LIBERTADOR que no lo hará, no abandonará la actividad. Finamente contó que a pesar de haber dedicado 40 años a esta profesión, nunca tuvo aportes jubilatorios por la venta de diarios, pues el trabajo comenzó como algo temporal. Su posible jubilación recae únicamente en su empleo como portero en la escuela. No obstante, el «Menoti» de San Roque continúa celebrando su trayectoria, una vida marcada por la dedicación a llevar las noticias a sus vecinos.

