Eduardo Román, es uno de los últimos grandes boxeadores que dio el deporte correntino. Hoy, alejado de la actividad del deporte «de los puños», compartió sus reflexiones con EL LIBERTADOR horas antes de comenzar la celebración por el Día del Boxeador, que se conmemoró ayer domingo 14 de septiembre.
«Pampero» organizó una reunión de amigos del box en el ex gimnasio del Teko Boxeo, hoy un recinto donde se entrena y prepara a boxeadores. El motivo fue homenajear a los boxeadores en su día y de paso, se montó una pantalla gigante para ver la pelea de los títulos mundiales entre Canelo Álvarez con Terence Crawford.
En la charla, Román dejó en claro que ser boxeador es parte de su vida y que no le interesa ser promotor, profesor o entrenador. Se mostró nostálgico cuando asevero que extraña la juventud y la competitividad del deporte. Resumiendo, el boxeo le ha dejado una profunda conexión con la gente y una sensación de satisfacción personal.
«Se improvisó una juntada por el Día del Boxeador, gracias a una idea de un amigo para ver la pelea de Canelo y Crawford, y vamos a realizar un brindis por nuestro día».
Así se desarrolló parte de la charla:
¿La llama del boxeador sigue encendida en vos?
-Sí, uno es boxeador siempre, deja de ejercer nomás en un determinado momento de la vida, pero se es boxeador siempre. De hecho, acá con los muchachos, con «Cañón» (Esteban Fleitas), con «Torito» (Guillermo Navarro), seguimos entrenando, andamos haciendo demostraciones deportivas. Siempre hay gente que nos dice que tenemos que entrenar y hacer un par de peleas todavía, pero bueno, nosotros nos conformamos con esto de estar en contacto con nuestro público, haciendo los match académicos que venimos haciendo. Y agradecemos mucho el interés y el apoyo del público que realmente nos sorprende.
En cuanto a las presentaciones que se vienen realizando, ¿por dónde pasa la preparación de un boxeador que dejó de subirse ya hace un buen tiempo a los cuadriláteros de manera profesional?
-Te cuento dos casos particulares. En el caso de «Torito», él siempre fue muy disciplinado, siempre, toda la vida, así que a él no le cuesta mucho eso de entrenar, baja de peso. En el caso mío y de «Cañón», estamos haciendo hoy por hoy lo que hacíamos cuando éramos jóvenes. Salimos a correr, nos levantamos temprano, nos cuidamos, o sea que, redundó eso en beneficio, porque nosotros hemos bajado alrededor de 40 a 50 kilos con «Cañón» para poder hacer esto que estamos haciendo. Entonces, la verdad que nos sirvió un montón, porque estábamos muy excedidos de peso, sabemos que no es bueno por la salud de una persona, y nos sirvió un montón para ponernos en forma.
Volvimos otra vez con nuestra rutina, a la mañana footing, al mediodía un poco de complemento, después a la tarde un poquito de boxeo específicamente, y más o menos en eso consiste nuestro entrenamiento. Así logramos bajar de peso y estar en condiciones de subir a un ring y no desentonar. Yo considero que estamos bien.
Se elige como estilo de vida también, ¿no? Estar bien en lo físico, en lo mental.
-Se hizo un hábito, después de tantos años de rutina por ahí, abandonamos por cuestiones de trabajo de cada uno, pero hoy que estamos un poquito más grandes, tomamos conciencia y retomamos todo aquello que alguna vez dejamos. Y nos dimos cuenta que nos cuesta un poquito menos, porque el cuerpo tiene memoria, y debe ser cierto nomás, porque realmente nos acostumbramos otra vez a la fagina de la preparación. Yo nunca fui de correr mucho, pero «Cañón» hace 12, 15 kilómetros todos los días. Yo realizo un poco menos 5 o 6 kilómetros, y está bueno y como te decía, redunda en beneficio para la salud.
¿Y tu faceta de promotor, cómo la describirías?
-Estoy haciendo de promotor, de organizador, porque todavía estamos realizando algunas presentaciones, pero no es lo que más me gusta. Yo lo que amaba del boxeo era la parte competitiva, y ahora si bien estoy vinculado, porque estamos haciendo este ciclo que tiene un notable éxito, la verdad que, repito, sigo muy sorprendido por el acompañamiento de la gente, entonces por eso el acercamiento al boxeo, pero es hasta ahí, digamos, hasta que podamos y la gente nos siga acompañando, y después no es que quiero incursionar como promotor. Está el que nace para eso, está el que nace para organizar, para enseñar.
¿No te gusta, no te animás?
-No, no lo siento.
Contrasta con lo que era Román (don Eduardo, su padre), que «todos los días y hasta el último día de su vida estuvo en el gimnasio, era su pasión, y eso es lo que hay que sentir y tener para poder llevar a cabo esta actividad». Agregando, «yo quiero mucho el boxeo, pero desde la parte competitiva, y por eso, es que andamos haciendo esto, creo que lo estamos haciendo muy bien, pero no es mi objetivo continuar como promotor, ni como profesor, ni director técnico».
¿Qué se extraña del mundo del boxeo?
-Sinceramente, la juventud, los 25 años, la competencia, la expectativa, el acompañamiento de la gente, se extraña todo. De repente cuando uno deja, se encuentra con un mundo lleno de silencio, y al principio pareciera que no afecta, pero llega un momento que uno empieza a sentir una especie de ansiedad y quiere volver, y bueno, nosotros como que le encontramos la forma. Pero sí, extraño ese compartir todas esas tardes de gimnasio con Román, con mis compañeros de gimnasio, se extraña, de alguna manera se extraña todo.
También se refirió a los imprescindibles que hoy no están, «hay gente que ya no está, sabemos que no nos acompaña don Osvaldo Forti, y que no está Jorge Berzo, mi viejo Román, alma mater del boxeo, pero también es una gran satisfacción contar con periodistas y amigos que hace 25 años estaban y hoy siguen estando. En tu caso, por ejemplo y de colegas tuyos, la verdad que realmente es una gran satisfacción eso».
¿Qué te dejó el boxeo?
-Me dejó muchos amigos, me dejó un nombre, y algo que mucha gente consigue con plata, yo lo conseguí a través de mi deporte, que es el respeto, la consideración y el aprecio de la gente.