En los últimos meses se multiplicaron en redes sociales, especialmente en Marketplace de Facebook, las publicaciones que ofrecen préstamos de dinero en efectivo de manera inmediata. Los avisos destacan la rapidez y la falta de requisitos, un atractivo para quienes no pueden acceder al sistema financiero formal o necesitan resolver urgencias económicas.
La dinámica suele ser sencilla: los oferentes prometen montos disponibles al instante, sin necesidad de presentar comprobantes de ingresos ni historial crediticio. En algunos casos, basta con compartir una copia del DNI o datos básicos de contacto. Este nivel de accesibilidad convierte a las redes en un canal de circulación de crédito paralelo, que opera sin controles oficiales, lo que, a su vez, representa un «arma de doble filo».
El principal problema es la ausencia de regulación. Al no tratarse de entidades financieras registradas, no existe supervisión sobre las condiciones de los préstamos ni protección alguna para los usuarios. Los términos de devolución, los intereses aplicados y los mecanismos de cobro quedan sujetos a la voluntad del prestamista, lo que abre la puerta a abusos, sobreendeudamiento o prácticas extorsivas.
Los riesgos no se limitan al plano económico. La entrega de información personal o bancaria a desconocidos implica la exposición a estafas, suplantación de identidad e incluso situaciones de inseguridad física en los encuentros presenciales pactados para concretar las operaciones. Sobran los ejemplos de prestamistas que, ante la imposibilidad de cobrar el dinero previamente otorgado a una persona, toman cartas en el asunto y buscan represalias o ajustes de cuentas.
Ante este escenario, el fenómeno plantea un doble desafío: por un lado, la necesidad de reforzar la educación tanto financiera como en relación a las redes sociales, donde existe un vacío legal en la mayoría de las publicaciones, con el objetivo advertir sobre los peligros de este tipo de propuestas. Por otro, la urgencia de que exista un marco regulatorio o de control que limite un mercado en expansión y con fuerte impacto en los sectores más vulnerables.
«Azules», otra de las opciones
que abundan
Otra de las alternativas que circulan con fuerza son los llamados «azules». Así se conoce al dólar paralelo, cada vez más buscado frente a la constante pérdida de valor del peso argentino. En ese escenario, Marketplace se convierte en una vidriera donde abundan las ofertas de la divisa estadounidense, publicadas con precios y condiciones variables. Además del dólar, también se ofrecen euros y reales, aunque la moneda norteamericana concentra la mayoría de las transacciones. En los avisos, compradores y vendedores buscan billetes de distintas denominaciones y redactan descripciones cuidadosas, pensadas para evitar dejar rastros claros de la operación.
Un mercado «paralelo»
La expresión que tantas veces se escuchó en relación al dólar, también se da en el caso de las casas de préstamos que, pese a que abundan en la Capital y en toda la provincia, los vecinos a veces optan por las casi nulas exigencias que piden prestamistas que, por fuera del mercado formal, ofrecen cantidades de dinero similares a las que brindan las financieras, aunque con intereses calculados de forma dudosa y el riesgo latente de brindar datos personales en la clandestinidad.

