Anna Hillebrand nació en Alemania, actualmente tiene 16 años y creció en una casa ubicada en el campo. Su abuela siempre le contaba historias sobre su paso por Argentina y, la pasión con la que le transmitió esas vivencias sembró la curiosidad y el amor por esta tierra en ella. «Yo quería ir a un país en el que se hable español, para aprender otro idioma», expresó Anna al consultarle por qué hizo más de 11 mil kilómetros lejos de su hogar natal.
VIAJE
Esa seguridad la guió hasta encontrar una organización que hacía viajes a América Latina. Así dio con American Field Service (AFS, en su sigla en inglés).
AFS Programas interculturales es una organización internacional, de base voluntaria, sin fines de lucro que promueve oportunidades de aprendizaje a través de intercambios estudiantiles.
Marina López Pujalte vive en la provincia del Chaco y es voluntaria de AFS, hace más de diez años. Ella, como muchos otros tuvo la experiencia de viajar y conocer el mundo, lo que la motiva a ayudar a que otros estudiantes desarrollen vivencias lejos de sus hogares. «La estructura voluntaria de Resistencia funciona hace más de 40 años y contamos con más de 50 miembros. AFS te cambia la vida. Es un antes y un después en todo sentido», detalló con entusiasmo.
FAMILIA
De tez blanca, cabello rubio lacio, ojos claros y una simpatía que ilumina el lugar, Anna brilla al mirar a su segunda mamá, María Teresa Zazzali, quien le dio cobijo en su hogar junto a Sergio, su pareja. «La calidez nunca faltó en nuestra casa, pero desde que llegó Anna se convirtió en un hogar. Con su llegada aprendimos a ser papás. Hubo un antes y un después en nuestras vidas», contó emocionada.
Luego prosiguió: «Cuando conocimos el perfil de Anna, yo miré la foto y dije: es ella. Siento que tuve la intuición. Después de eso nos pusimos en contacto, hablamos por videollamada con la mamá y con la abuela. Sentimos química desde el principio y ella es tal cual como se mostraba. Ahora está más suelta que nunca, está más correntina que nosotros. Fue una experiencia muy nueva para nosotros, si bien Sergio había sido hermano, nunca había estado en este rol al igual que yo».
CORRIENTES
Anna llegó a la Argentina hace casi un año, el 23 de agosto que fue un día de invierno de mucho frío, razón por la cual en su nuevo hogar la recibieron con un guiso. «La esperamos con dulce de leche, facturas, chipá. Mostrarle la cultura gastronómica fue esencial. Lo segundo fue que conozca la Costanera y el río. Ella dice que su color favorito es el atardecer de Corrientes. Y no hay nada más lindo que eso, después quise mostrarle las distintas realidades que hay acá, lo lindo y lo feo. Y después lo más importante para nosotros fue hacerle probar el helado de El Polo y los cubanitos. Le presentamos nuestra cultura familiar y después la llevamos al carnaval», contó Teresa.
Entre sus preferidos de la gastronomía argentina se encuentran las empanadas de queso y cebolla que vende el salteño en el barrio Molina Punta, a unas cuadras de la casa de su abuela materna. Lugar al que suelen ir seguido, ya que las tres comparten tiempo de calidad, al respecto Teresa transmitió: «Yo sentí desde el día uno que éramos familia y la hicimos sentir así también a ella, la integramos en todo. A ella le encantan sus asados. Mi mamá y mi abuela la recibieron muy bien, nos divertimos entre las tres. Nos matamos de risa. La familia de Sergio también lo mismo, todos la quieren mucho».
Al consultarle a Anna sobre qué piensa compartir con sus compatriotas, al regresar a Alemania, sin pensarlo mucho respondió: «Voy a llevar el mate, me gusta mucho que acá en tu casa podés tomarlo o simplemente juntarte a charlar, hacer algo juntos, muy sencillo, nada grande. Acá compartir es lo más importante, solo con ir a la Costanera con la familia y el mate ya está. Eso quiero hacer allá, porque no era algo habitual en mi vida, yo vivía en el campo y mis amigas estaban lejos. También me gusta la idea de comunidad, que un mate sea para todos».
Luego, María Teresa agregó: «Al traer a una adolescente, ella se tiene que adaptar a nuestras costumbres y nosotros a ella. Teníamos muchos miedos, ver cómo nos íbamos a desenvolver con ella, cómo iban a ser los primeros meses, cómo se iba a comportar en la cotidianeidad. Anna vino a transformar nuestra vida familiar y a generar algo que nosotros no teníamos: ser papás».
«Con las familias anfitrionas, se busca cubrir las tres C: casa, comida y cariño. Es imprescindible que el estudiante cuente con un lugar donde descansar con tranquilidad. En cuanto a la segunda condición, debe acceder a las cuatro comidas diarias sin excepción. Y mediante la última, se busca que el adolescente se desarrolle en un ámbito cálido, que cuente con amor y contención», remarcó Marina.
Por su parte, Teresa resaltó que «lo más importante es estar seguro de la decisión que van a tomar, porque para toda la familia es un cambio muy profundo. Y hay que considerar que como mínimo hay un mes de adaptación al idioma, a la cultura y al calor».
Cuando Anna tuvo que responder qué fue lo que más le gustó de Corrientes, no dudó un segundo: «Mi familia es lo más importante de toda la experiencia. Mis papás son mi segunda familia y los voy a llevar para siempre en mi corazón. También aprendí muchas cosas sobre mí, conocí otros hogares y otras vidas», expresó mientras miraba con ternura a su segunda mamá. «Me entendí muy bien con mi mamá, como ella se fue de intercambio vivió una situación similar a la mía al estar muy lejos de su familia, por eso yo siento que puedo hablar bien con ella», comentó.
Anna también se animó a incentivar las ganas de conocer el mundo en otros: «Que se animen a viajar, porque se vive solo una vez. Que no tengan miedo porque así podés conocer más sobre otra cultura. Van a pasar muchos momentos malos, pero se aprende mucho, sobre eso y también de la propia personalidad. Después podés ver las cosas desde otra forma, con otra perspectiva».
La adolescente es cálida, se la ve feliz y expectante, ante la vida, ante las preguntas, ante los desafíos. Al respecto, Teresa señaló que «los tres juntos nos divertimos un montón, todas las noches hacemos competencias de cartas. Ella se descubrió mucho acá. Yo le digo a ella: ‘¿vos te diste cuenta de lo que creciste? ¿De cómo evolucionaste? Te das cuenta de ¿cómo te transformaste en todo este proceso? Ahora mandás audios en español’. Ella entendió la idiosincrasia argentina y la correntina. Miramos para atrás para ver cómo llegó y ni ella puede creer su evolución. Anna me parece una joven muy valiente, porque se cruzó el océano Atlántico sin saber que le esperaba. Evolucionó como persona. Hay un antes y un después en su vida, como también en la nuestra», finalizó su mamá argentina.