Un informe de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (Came) ha puesto sobre la mesa la compleja dualidad que atraviesa el consumo: mientras las ventas minoristas pyme lograron acumular un alza del 9,1 por ciento en el primer semestre, un dato que trae alivio y revierte la profunda caída del 17,2 por ciento registrada en el mismo período del año anterior, la foto de junio revela un escenario de alta fragilidad.
El sexto mes del año cerró con una leve caída interanual del 0,5 por ciento, pero el dato que genera mayor preocupación es el fuerte retroceso del 6,7 por ciento en la comparación con mayo, según la serie desestacionalizada. Este freno pone de manifiesto las crecientes dificultades que enfrentan los comercios para mantener sus niveles de actividad en un contexto de demanda inestable.
El comportamiento de los consumidores se ha vuelto un factor decisivo. Según el relevamiento, realizado a más de 1.100 locales de todo el país, las ventas dependieron en gran medida de estrategias comerciales agresivas, como promociones, planes de pago y descuentos especiales. Acontecimientos como el Día del Padre y el cobro del medio aguinaldo, si bien impulsaron operaciones puntuales, no lograron modificar una tendencia general que sigue mostrando signos de debilidad.
El desempeño de los distintos sectores comerciales fue heterogéneo. Rubros de primera necesidad como Alimentos y bebidas y Farmacia lograron mantenerse en terreno positivo, con alzas interanuales del 1,8 y 1,3 por ciento respectivamente. Sin embargo, los comerciantes señalaron que los consumidores priorizan segundas marcas y que el poder adquisitivo, especialmente en jubilados, limita las compras en las farmacias.
Con crecimientos más marginales, Ferretería (0,7 por ciento), Bazar y decoración (0,4 por ciento) y Perfumería (0,2 por ciento) mostraron una actividad sostenida por factores puntuales pero sin un repunte consolidado.
La cara más dura del ajuste se observó en los rubros de bienes durables y de indumentaria.
Calzado y marroquinería sufrió una caída interanual del 5,2 por ciento, en un sector donde los comerciantes denuncian una fuerte competencia desleal y un desacople entre el interés de los clientes y las ventas concretas.
La situación es especialmente crítica para Textil e indumentaria, que registró una baja del 4,7 por ciento. El informe de Came es categórico al describir que el sector atraviesa un «fuerte proceso de ajuste, en el que ya no alcanza con hacer promociones agresivas o liquidar stock» para movilizar las ventas, que incluso resultaron peores que las de 2024.
Esta realidad se refleja en el ánimo de los empresarios. Un 58,3 por ciento indicó que su situación se mantuvo respecto al año anterior, pero un significativo 27,5 por ciento afirmó que empeoró.
Pese a este complejo presente, una luz de optimismo se enciende al mirar hacia adelante. El 50 por ciento de los comerciantes encuestados cree que la situación económica de su negocio mejorará de cara al próximo año, mientras que solo un 7,8 por ciento estima que será peor, una expectativa que marca la esperanza de un repunte definitivo.

