En el paraje rural Arroyo Pontón de San Luis del Palmar, algunos pobladores aún recordaban a ese muchacho que se fue a la Guerra de Malvinas y nunca volvió. Su nombre perduró a través del relato de quienes lo habían visto trabajar con su abuela y su tía, o jugar al fútbol con amigos de la zona.
Se llamaba Ramón Cirilo Blanco y de apodo «Ramonchalana», porque hacía jergas de lana para los caballos con su tía, como trabajo honrado que le permitía ayudar a las mujeres que lo habían criado.
Pero a la distancia, en una tierra fría muy lejana a los montes de espinillos y lapachos que seguían susurrando su nombre, era un Soldado conocido sólo por Dios. No había identidad, ni historia, para ese correntino que descansaba en el Cementerio de Darwin. «Su abuela, hasta el último día de su vida, esperó que volviera», contó a EL LIBERTADOR la directora titular de la escuela N° 784, Mabel Miranda.
UNA OBRA MAJESTUOSA
En junio de este año, se presentó el libro Héroe de Malvinas Ramón Cirilo Blanco, obra biográfica que fue resultado de la investigación desarrollada por alumnos de Primaria y docentes de esta institución y el Centro de Estudios Etnográficos en Co-Labor (Cetco) de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional del Nordeste (Unne).
«Todo surgió de una reunión de tutores, cuando decidimos que la escuela debía tener un nombre, surgieron varios y quisimos que fuera Ramón Cirilo Blanco. En 2017 íbamos a comenzar la investigación y lamentablemente la inundación interrumpió el proyecto», contó Miranda.
Fue retomada en 2018, con la participación activa de los distintos grados de la escuela Primaria. «Primero, se realizaron entrevistas a las familias que vivían en el Pontón y en Capital para conocer su vida, también a personas mayores de la zona para saber cómo era la vida en el paraje en esa época. Luego entrevistamos a ex combatientes que vinieron a contar cómo fue el tiempo de guerra y cómo estuvieron allá. Los chicos transcribieron lo que se investigó para poder armar un manuscrito del libro», describió la docente Evelyn López.
«Este libro fue un trabajo majestuoso de los chicos con los maestros«, remarcó la directora suplente de la institución, Cristina Esquivel, quien señaló que «sí bien a mí me tocó la última parte del proyecto, siempre le dije a mis colegas que aprendí de ellos la historia de este soldado».
Esquivel explicó que el libro comprende los primeros años de vida de Cirilo Blanco en el paraje, la Guerra de Malvinas, su muerte y también el reconocimiento de sus restos en el Cementerio de Darwin.
DE SEMILLAS Y GRANITOS
Luján, Ariadna, Juana y Guadalupe compartieron con EL LIBERTADOR algunos fragmentos de la historia del soldado que quedó escrita en las páginas del libro y también en la memoria de las nuevas generaciones que podrán seguir transmitiéndola.
«Ramón Cirilo Blanco era el primer hijo de once hermanos. Hablaba en castellano, pero más le gustaba hablar en guaraní», contó una de ellas. «Se crío con su tía Isabel, porque su mamá se fue a trabajar en Corrientes», añadió otra, y una más comentó que, debido a esta situación, «la tía tuvo que amamantar a su hija Zulema y a su sobrino Ramón». Las mayores que participaron de la investigación, a medida que hablan acarician las páginas del libro que es la historia de Cirilo y también la suya.
El portero de la escuela, Raúl Rodríguez explicó cómo era la vida en el paraje en la época que Cirilo iba a visitar a su familia. «Venía a jugar al fútbol. Yo era criatura, pero me acuerdo. Venía por la casa de mi papá, pasaba y conversaba. Era un chico muy respetuoso», lo recordó.
Raúl fue quien le contó a la directora Miranda sobre ese soldado de Malvinas que nació en el paraje El Pontón y así, a partir de su relato, comenzó la investigación. «Me siento muy emocionado y mucho de la emoción pasa porque yo trabajo acá como portero. Siento que puse un granito de arena«, expresó.
GUARDIANES
«Así como nosotros le debemos a Cirilo Blanco la identidad de nuestra escuela, también se la regalamos, porque gracias al proyecto pudimos contactarnos con la Cruz Roja Argentina para que pudieran hacerle las muestras de ADN y traer los resultados», contó la directora Miranda.
Por su labor, recibieron en custodia la placa que habían sacado de Darwin, al colocar una con su propio nombre. Esa que reza «Soldado argentino sólo conocido por Dios» está en la base de mástil de la escuela y a su alrededor, los alumnos juegan.
Tal como la canción que el músico Simón Oberti compuso para homenajear esta investigación y restitución de la identidad de Cirilo Ramón Blanco: «Estará rodeado siempre del amor que darán los niños y eterno será su bravo coraje de buen correntino«. Ya no es un soldado sólo conocido por Dios, hoy tiene custodios de su identidad e historia para que nunca sea olvidado.
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