«Duerme con una foto de Messi». Pedrito Juárez tiene siete años y, aunque su papá se esforzó por hacerlo de Boca, por su fuerte empatía por el capitán de la Selección se transformó en fanático del Barcelona. Pero no es un hincha más sino uno que está cumpliendo su sueño: el de romperla en el club que adora. Su video gambeteando a todo rival posible frente al Sant Vicenç Horts causó furor en las redes. Derrame clickero que alcanzó su tierra natal: Argentina.
Pedrito nació el 17 de febrero de 2014 en Salta, donde vivió dos años antes de que su familia -integrada por su papá Gonzalo, su mamá María Agustina y su hermano Santiago, de diez años- se trasladara al Silicon Valley de California por un emprendimiento laboral de su padre, ligado al rubro de las aplicaciones tecnológicas.
Los Juárez estuvieron radicados en los Estados Unidos hasta 2020, cuando por cuestiones de trabajo otra vez se precipitó una mudanza. Esta vez, a Barcelona. «Nos vinimos para acá por dos razones. Una es que mi esposa, que es psicóloga, quería ejercer su profesión nuevamente y, puesto que estaba colegiada en el Colegio de Psicólogos de Cataluña desde 2007, era una buena idea venir aquí», cuenta Gonzalo, quien a su vez se encuentra «trabajando con una empresa alemana con las aplicaciones y me resultaba mucho más cómodo viajar a Berlín desde Europa que desde Norteamérica».
Instalados en tierras ibéricas, pues, la familia decidió que Pedrito tuviera la posibilidad de explotar sus virtudes adentro de una cancha en un club regional: como mediocentro y enganche con capacidad para sumarse al ataque participó de un campus en el Atlètic Sant Just y allí disputó toda la temporada, hasta que los scouters del Barcelona y el Espanyol lo observaron e invitaron a una prueba.
En La Masía no dudaron al verlo y apuraron el fichaje de un talento que está adelantado en su categoría: integra la denominada Benjamín D del Barsa, donde juegan los niños nacidos en 2013 y enfrenta a chicos 2012, es decir, dos años mayores. Sin embargo, desde la familia aseguran que es común que duplique sus partidos de fin de semana cuando la división que le correspondería integrar por edad lo necesita como refuerzo.
Fue precisamente en una de esas excepciones de calendario que Pedro, lookeado con la número 4 -la histórica camiseta de Pep Guardiola o Cesc Fàbregas- desparramó rivales para marcar un gol y romper el empate 5-5. Ese golazo generó un fenómeno transfronterizo por la similitud técnica con Lionel Messi, a quien el propio Juárez admira: en su habitación en su nueva casa en Vallirana, a veinte minutos en auto de La Masía, no sólo se puede observar una bandera argentina y una de Boca, sino también muñecos y otra clase de merchandising ligado a Leo.
Sueña, Pedrito, algún día conocer a ese ídolo al que supo ver en cancha durante sus vacaciones en Barcelona, cuando lo llevaban al Camp Nou para presenciar los shows futbolísticos del mejor jugador del mundo.
Mientras tanto, pese al rebote mediático de su gol y a todo lo que su nivel en Barcelona está generando (ya firmó incluso un contrato de patrocinio con Nike) él intenta enfocarse en su familia. En sus mañanas de colegio en el Dominiques Vallirana, en las charlas con su hermano Santi -muchas veces, en inglés- y en su deseo de abrazar a Messi. Pero ya no al muñequito o a la foto que suele llevar consigo a todos lados, sino al de carne y hueso.
Fuente Diario Olé