La vía de transmisión de coronavirus que mayor evidencia científica reunió durante este año de pandemia es la del aire «que no significa que el virus viaja kilómetros para infectar», sino que respiramos «un humo invisible (aerosoles)» que sale de la persona contagiada cuando estamos cerca o se acumula en lugares cerrados, explicó el investigador español José Luis Jiménez, uno de los máximos referentes mundiales del tema.
Profesor de la Universidad de Colorado, Estados Unidos, y uno de los 239 científicos que pidieron a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que reconociera el papel preponderante que juegan los aerosoles en la pandemia, Jiménez repasó en diálogo con Télam algunos conceptos clave para mejorar los cuidados de cara a la segunda ola que enfrenta el país.
Sobre las tres formas de contagio, ya lo han dicho los CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos) el año pasado y lo reiteraron fuerte esta semana que el contagio a través de superficies es difícil y hay cero casos probados.
“En cuanto a las dos que nos quedan, la evidencia abrumadora está en el contagio por el aire, por respirar los aerosoles. Hay muchas pruebas de esto: los casos de supercontagio o la transmisión en larga distancia (por ejemplo, en los hoteles de cuarentena como pasó en Nueva Zelanda), el hecho de que las personas sin síntomas (al no toser ni estornudar) simplemente emiten aerosoles y sabemos que contagian, o bien que la transmisión es mucho más alta en lugares cerrados que en espacios abiertos. Todo esto sólo se explica si el contagio se da a través del aire”, explicó el científico a Télam.
“También se ha comprobado que animales como los hurones se han infectado, lo que sólo se pudo haber producido a través del aire. Las pruebas sobre el contagio por gotas balísticas, las gotas grandes, son muy débiles; entonces es escandaloso que a un año de iniciada la pandemia la OMS siga diciendo que ésta es la principal vía de contagio” agregó.
Y sobre la permanencia del virus en el aire, dijo: “No es una definición fantasmagórica, no significa que el virus va a viajar kilómetros y va a venir a infectar; significa que de las personas infectadas sale como un humo invisible que puede contener el virus con capacidad de infectar; ese humo son los aerosoles respiratorios, son partículas muy pequeñas, invisibles, que se quedan flotando en el aire”.
“Ahora bien, ¿Cuándo respiras mucho de los aerosoles del otro? En dos situaciones: cuando estás muy cerca, sobre todo sin mascarilla (barbijo), o cuando compartes el aire en una habitación cerrada, porque el espacio cerrado atrapa el aire que esa persona está exhalando. Son dos situaciones muy comunes y frecuentes”, indicó.
Respecto de cómo podemos disminuir el contagio, Jiménez recomendó: “El primer punto es entender que todas las personas están exhalando este humo invisible y que nosotros tenemos que tratar de no respirarlo. Las medidas para reducir el riesgo no son tan difíciles, pero no se hacen. Lo primero es hacer todo lo que se pueda al aire libre, con distancia y con mascarillas bien pegadas a nuestra cara y, sobre todo, a la nariz. Las clases, las reuniones de trabajo, las familiares, todo debería hacerse en esas condiciones”.
“La mascarilla tiene que usarse siempre en interiores o cuando entramos en sitios donde ha habido alguien o vendrá alguien después (así no le dejamos virus). En exteriores, por ejemplo, en una terraza o en un patio, tengo que usarla si estoy a menos de dos metros de otra persona. Si estoy en un espacio interior hay que reducir la cantidad de personas lo máximo posible y ventilar, que significa que el aire que está afuera ingrese y salga el aire contaminado”, señaló.
Fuente: Télam