Por Noelia Irene Barrios
EL LIBERTADOR
El 27 de mayo de 1812, un sangriento crimen sacudió a la ciudad de Corrientes. La víctima del brutal asesinato no era un ciudadano común. Fue nada menos que don Félix Ponciano de Llano, jefe y líder de la resistencia española, uno de los personajes más polémicos y renombrados de ese entonces en la provincia. Ahora, 201 años después, la camisa que usó el día de su muerte, una reliquia que sus descendientes pasaron de generación en generación, vuelve a traer a la escena pública lo que ocurrió en ese entonces. Y todo, de la mano de la ciencia.
Hace un mes, el Museo Histórico de la Provincia Teniente Gobernador Manuel Cabral de Melo y Alpoin, dio a conocer que la camisa ensangrentada con la que murió don Ponciano tras ser apuñalado, iba a ser sometida a un rastreo genético. La directora del Laboratorio de Medicina Genómica de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional del Nordeste y el Conicet, doctora Carla Zimmermann tomó muestras de la prenda que está resguardada allí desde 1996.
El objetivo es, según explicaron, «encontrar potables rastros de material genético que permitirían realizar estudios comparativos con la descendencia masculina directa de quien fuera Jefe de los Realistas en Corrientes, asesinado por los Patriotas Correntinos en 1812». Y si bien todavía resta esperar un tiempo para que se tengan los resultados del hisopado, este hecho hizo resurgir la figura de este personaje, protagonista de uno de los momentos en que la sociedad correntina estuvo más duramente divida en su historia.
Para entender la relevancia don Llano y lo que significó su violenta muerte, el director del Museo Histórico, Miguel Fernando González Azcoaga dio detalles del contexto en el que se produjo este crimen que frenó para siempre el movimiento realista en la provincia.
SOCIEDAD
DIVIDIDA
«A principios del siglo XIX, en Corrientes había dos grupos de poder representados en el Cabildo. Por un lado estaban los patricios o los futuros patriotas, que defendían la idea del gobierno propio. Por el otro, los peninsulares o nacidos en España, que habían llegado a la provincia a mediados y fines del siglo XVIII y formaban el grupo mercantil y comercial fuerte. Mientras los patricios eran aristócratas, los peninsulares eran la pequeña burguesía de Corrientes», explicó a EL LIBERTADOR.
Ambos grupos, con intereses opuestos se enfrentaban permanentemente en el Cabildo local. Mientras unos defendían el gobierno de la corona española, los otros peleaban y discutían por tener autoridades propias.
«Con esa fuerte división llega la Revolución de Mayo de 1810, que en Corrientes se va a conocer recién el 16 de junio de ese año. La provincia adhiere al movimiento revolucionario iniciado en Buenos Aires e incluso elige su primer diputado, José Simón García de Cossio a quien envían para integrar la Junta Grande que nombra como gobernador al patriota Elías Galván», detalló González Azcoaga.
¿Qué ocurrió con los peninsulares durante todo ese tiempo? «Se mantuvieron quietos y callados observando cómo se desarrollaban las cosas», explicó el historiador y agregó que mantuvieron esa postura durante meses. Fue por entonces que la figura de don Félix Ponciano de Llano iba cobrando más fuerza para el grupo.
ESPERANZA
ESPAÑOLA
«Don Ponciano era español peninsular y había adquirido el cargo de Regidor Perpetuo, lo había comprado. Era el Jefe de los peninsulares, es decir, de los españoles, un grupo integrado por figuras relevantes en la sociedad de ese entonces. Y aunque no se manifestaron sobre la Revolución, estaban expectantes a alguna señal que les indique cómo actuar», relató el docente.
Según dijo, ese signo de esperanza que aguardaban llegó por fin en abril de 1811. «Ese día, una flotilla paraguaya proveniente de Asunción del Paraguay, que todavía no se había revelado contra el poder español, invadió Corrientes con la intención de someterla al gobierno realista de Asunción».
González Azcoaga refirió sobre ese hecho: «La algarabía de los españoles en Corrientes fue tal que hubo festejos porque creyeron realmente que la situación se iba a dar vuelta y la provincia iba a volver a la esfera del gobierno español».
Sin embrago, la alegría les duró poco. Además de resistencia de los patriotas, a los peninsulares se les sumó la revolución en Paraguay, el 14 de mayo de ese mismo año. En el vecino país, el gobernador que respondía a los españoles fue depuesto y las nuevas autoridades ordenaron el inmediato retiro de las flotas que habían invadido Corrientes.
Fue un duro golpe para los realistas locales, que desde entonces quedaron completamente desarmados ante el avance patriota. «Incluso, fueron multados y a cambio de no ser desterrados, debieron donar sus dineros para la reconstrucción del cabildo», narró el director del Museo. Así comienza a sellarse el destino de don Llano.
FIN DE UNA ERA
«Don Félix no estaba dispuesto a abjurar de sus ideas. Era un hombre imponente, autoritario, muy señor y muy jefe, al punto que mientras los demás españoles miembros de su propio grupo se llamaron a silencio el sostuvo hasta último momento que no se iba a someter a la autoridad patriota. Fue así que en la esquina del santuario Nuestra Señora de la Merced, ocurrió lo inesperado», contó el historiador y resumió la escena así: «Él se atreve a vivar al rey Fernando VII delante de varios patriotas, o personas que respondían a la ideología revolucionaria. Estos le responden apuñalándolo. Allí se termina la vida de Félix Ponciano de Llano. Allí concluye también el grupo de los peninsulares realistas, que se disuelve, se desarma, que quedan sin ningún predicamento y que desde entonces nunca más iban a tener poder».
¿Quiénes fueron los asesinos? El historiador menciona a los hermanos Escobar. «Ellos eran miembros de una familia muy complicada en Corrientes. Estaban envueltos en cuanto lío o problema existiera y uno de ellos fue el asesinato de Félix Ponciano de Llano», aseguró.
A 201 años de ese crimen y gracias a que la familia Llano guardó la camisa ensangrentada como un tesoro, hoy la prenda se exhibe como una referencia de ese enfrentamiento entre patriotas y realistas que marcó uno de los momentos más importantes en la historia de la provincia.
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