Cuando sos maestra en escuela con situaciones desfavorables como la mía, hay otras cosas que juegan a favor y en contra. Te encontrás con una realidad que no es la que todos viven y una se debe salir de la pedagogía y de lo que respecta con enseñar», así empezó su relato Yamila Pereira, una maestra de lengua y fortalecimiento de 5º grado en Escuela Nº 375 Santa Catalina de Siena de la ciudad de Corrientes.
Su figura tomó trascendencia porque fue quien hace unos meses inició una campaña de un perchero solidario luego de que una madre envió esta esquela en el cuaderno de comunicaciones de su alumno: «Seño, Martín no va porque tiene frío y no tiene abrigo».
En el acto escolar del viernes, Yamila recibió un reconocimiento a su labor y sobre todo a su entrega que traspasa el aula de clases.
Señala que ser docente en una escuela con niños de bajos recursos, entra en juego lo humanitario: «No podés enseñar a un chico que viene con dolor de panza porque no come, porque no cenó en la noche anterior, porque viene con frio y no se puede concentrar o porque viene con los pies mojados porque no tiene media, o porque no tiene útiles».
A lo que agregó: «En esos casos no tenemos la facilidad que tienen otras escuelas de decirles a los tutores compren un libro. Tenemos que buscar recursos que alcancen y que muchas veces quedan en nuestras manos como las fotocopias».
Continuó: «Nuestra labor es multifacética: hacemos lo que podemos, ya de docentes somos mamás, somos niñeras, cocineras, porque cosemos ropa, lavamos, hacemos miles de cosas».
ENTREGA
Señaló que todos los días deben afrontar una batalla y se requiere de mucha entrega para estar frente a estudiantes donde la mayoría tiene sobreedad o que asiste sin un acompañamiento permanente de la familia.
«Cuando volvimos a la presencialidad, a los chicos les costó el tema de la asistencia, es como que se relajaron tanto ellos como los tutores. La mitad de los chicos va al colegio porque ellos quieren, no tienen un papá que les levanta, que le prepara el desayuno y le acompaña al colegio. Ellos se levantan, desayunan en el colegio», reveló.
Yamila Pereira tiene 32 años, hace una década que ejerce la docencia en la Escuela Nº 375. El establecimiento, ubicado en el barrio Río Paraná, recibe cerca de 300 alumnos de Nivel Primario que llegan de una de las zonas más marginales de Corrientes. Las clases arrancan a las 8 y se extienden hasta las 15. Según la docente, se trata de una jornada extendida para que los chicos no estén en la calle.
«Hacemos tareas personalizadas según sus trayectorias, porque hay alumnos que leen silabeando»
La docente explicó que la pandemia hizo estragos en los chicos, sobre todo en alumnos sin accesos a la tecnología y que lo toman como un año perdido al que recién ahora se empieza a remontar: «Hay niños de 5 grado que no saben leer, leen uniendo sílabas».
«Para nosotros fue súper drástico, imaginate que un chico para conectarse un celular tenia que comprar crédito porque no tienen red de wifi», sostuvo, a lo que explicó que los chicos se conectaban de manera esporádica a lo que agregó que los cuadernillos que llegaron de Nación estaban descontextualizados con los contenidos.
Es así que consideran que el 2020 fue un año perdido: «Los chicos que cursaron esos años son chicos que no les quedó ni el 10 por ciento de los contenidos básicos de ese año».
En ese sentido, reveló que les cuesta mucho la lectoescritura: «Tengo tres alumnos en 5º grado que no saben leer ni ecribir, que leen silabeando y van leyendo uniendo silabas».
A lo que agregó: «Hacemos tareas personalizadas con contenidos según sus trayectorias. En las horas especiales yo hago taller de fortalecimiento, por ahí se pierden horas especiales pero ellos saben que es por su bien, porque ellos van a pasar a 6° grado.
Es así es que explicó la realidad, se trata de chicos que pasaron su tercer grado en pandemia, que vienen de una Unidad Pedagógica, es decir, 1° y 2° grado que no pueden repetir, donde ya venían con esa dificultad de leer y escribir. A esto se encuentran en 3º grado donde pueden remontar, pero que la pandemia obviamente es un año perdido. Luego en 4º grado, por burbuja.
«Este año, mi desafío es que aprendan lo básico, es como que nos enfocamos en chicos lectoesritores, que puedan por lo menos dar una opinión, que puedan leer algo y argumentar, que se puedan defender y desenvolver en la vida. Ellos necesitan aprender, porque sino van a terminar firmando o cayendo en trampas», reflexionó la maestra.
A lo que finalizó con una gran frase: «Está en nuestra manos cambiar el mundo, porque los chicos son el futuro».
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