Historiadores tomaron el registro que el primer reloj público de la ciudad comenzó a funcionar un 3 de julio de 1855, y se encontraba instalado en la torre de la Iglesia Matriz. Cabe recordar que, entre los siglos XVI y XVII todas las grandes ciudades tenían su iglesia madre, y en Capital se ubicaba en donde está ahora la Casa de Gobierno.
En diálogo con EL LIBERTADOR, el director honorario de Archivo General de la Provincia, Jorge Enrique Deniri relató la historia de las máquinas que marcaron un hito en la sociedad correntina; la función que cumplían y el porqué de su colocación en lugares emblemáticos. También relató la importancia de restaurar las piezas mecánicas.
CONTEXTO E HISTORIA
Para principio del siglo XX, la noción de medir el tiempo comenzó a tomar ritmo en la sociedad correntina, como lo remarcó Deniri, “éramos de clase ganadera porque la gente se levantaba con el sol, y se acostaba cuando el mismo se ocultaba”. Pero hoy en día, “los tiempos son otros porque no somos una sociedad industrial”, aseguró
“Cuando comienza la revolución industrial, los pobres sacaban una piolita, la tiraban por la ventana y los despertaban para que no llegaran tarde a las fábricas. Costo mucho esa famosa puntualidad, y costo establecerla porque el tiempo de las sociedades ruralizadas es un tiempo que ya es de los animales, tienen completamente alejado de lo que pueda ser el uso del reloj”, explicó.
Asimismo, resaltó que con el tiempo aparecieron las primeras máquinas para marcar la hora. Aunque puntualizó que la historia de los relojes se dio “en la edad media, pero eran con una sola aguja no hacían falta los minutos, estos aparecieron después cuando aparece la revolución industrial, eran necesarios medir con más detalles. Y peor todavía, después que pasa el tiempo son cada vez más exactos”.
“Pero lo importante es cómo las autoridades tenían interés, el control de la hora permitía alguna manera un control social”, dijo.
PRESENCIA EN LA CIUDAD
En Corrientes, los relojes públicos se encuentran situados en diferentes edificios emblemáticos, donde el historiador señaló que “no es casual que esté en la Casa de Gobierno o que estuviera en la Iglesia. Eran las dos potencias principales entre lo que era la estructura de nuestra sociedad”.
Pero afirmó que el más conocido se encuentra ubicado enfrente de la plaza Mayo. “Fueron encargados, y se los fabricó para colocarlos en el Cabildo, pero como se demolió, en definitiva, fueron a parar ahí”.
En este sentido, detalló que las mayorías de los aparatos mecánicos se fabricaban en Europa, más precisamente en los países de Inglaterra, Alemania y Francia.
También resaltó otro reloj, que según su fisionomía es un emblema de la innovación, “no sé si se lo puede llamar público, pero adentro del Salón Amarillo hay uno curioso porque funciona con electricidad, y es una joya mecánica”, destacó.
DELICADEZA PARA MANTENERLOS
Por otra parte, Deniri comentó la delicadeza de mantener intacto estos artefactos debido a su mantenimiento. “Una vez que se colocaban, era una cosa complicada y sobre todo porque no había especialistas acá, y había que traerlo de otro lado”, aseguró.
De esta manera, contó que una vez que dejaban de funcionar, sea porque estaban sucio o en desuso, el aparato pasaba mucho tiempo abandonado.
Por lo tanto, su función social fue disminuyendo, “antes todo el mundo pasaba para mirar la hora, en cambio ahora, es importante que anden porque hace importante a la imagen del funcionamiento de una cosa pública, a pesar que no estamos pendiente que marque la hora que es”, explicó.
¿CON CHIMENEAS?
Seguramente, más de uno se ha preguntado por qué algunos artefactos presentan chimenea, y el historiador relató una anécdota donde dijo que “cuando le lleve a un hijo a mostrarle los ubicados en la Casa de Gobierno, me preguntó ¿para qué tiene esa chimenea?, y le digo porque le ponen una lámpara adentro porque no había luz eléctrica en esos entonces”.
ENTRE LAS PRIMERAS ORDENANZAS MUNICIPAL
Entre otros detalles particulares, la Municipalidad de Corrientes indicó que entre una de las primeras ordenanzas en la historia se dio con la consignación de un reloj público el 19 de febrero de 1891, donde detalló que “habiéndose contratado con el señor Alberto Bovet la compostura y conservación del reloj público instalado en la torre del Cabildo, por la sentida necesidad de sus indicaciones cronométricas para el vecindario».
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