Por Luis González*
Cuando hablamos de personas mayores nos referimos a quienes dejaron atrás la etapa del trabajo e ingresaron en un nuevo momento de sus vidas que es la de jubilados.
Normalmente, es el momento en que esa persona -sin importar si formó o no una familia- va a disfrutar de lo que ha cosechado a lo largo de su vida.
Socialmente se marca con el hito de la jubilación, eso no tiene ni una relación con la palabra «viejo», como se lo denominaba hace unos años atrás, porque no tiene que ver con una edad biológica propiamente dicha.
Meterse con la palabra viejo en algún contexto es un poco agresiva o descalificante, en nuestra cultura se utiliza la palabra viejo cuando se les dice a los padres de manera cariñosa pero nunca en sentido figurativo de la edad, sino del vínculo. Porque cuando atribuimos la palabra viejo a la edad hay una connotación de menosprecio y por eso utilizamos la de persona mayor, que ha criado o no hijos, que está disfrutando de sus nietos o no, pero sí que finalizó su etapa laboral y está disfrutando de los beneficios de esta nueva etapa de su vida.
Más allá del significado que le da la sociedad a las personas mayores, es más importante el que uno le atribuye a la edad que uno tiene. Cuando una persona cumple 60 ó 65 años, no importa lo que la gente piense, sino lo que uno piensa y cómo se posiciona frente a los demás y sobre todo el significado que uno mismo le otorga a esa edad.
Hay personas que llegan a los 65 ó 70 años y están sumamente felices porque se sienten agradecidos de la vida, porque adquirieron experiencias, porque formaron familia, porque tienen una gran cantidad de vínculos y disfrutan de ellos, no necesariamente por el dinero, porque a veces en la etapa del jubilado justamente lo que no abunda es el dinero, pero sí por logros que le dan un significado más que interesante a sus vidas.
Hay dos elementos fundamentales en salud metal, uno el significado que uno le da a la vida, a lo que está viviendo, a la situación social, a lo vincular, y lo fundamental es la actitud que las personas tienen para afrontar las dificultades de la vida. Por otro lado los psicólogos decimos que las personas no mueren cuando dejan de respirar, sino mueren cuando dejan de desear, de aspirar, de querer algo, por eso una persona puede morir a los veinte, los treinta, no necesariamente cuando es mayor.
Hay personas mayores de 60, 70, 80, 90 años que tienen muchas ganas de hacer cosas, deseos y nunca se las debería limitar sino todo lo contrario, motivarlos y disfrutar las oportunidades para que concreten cada uno de sus anhelos.
Socialmente se espera de ellos que se hagan cargo de sí mismos dentro de las posibilidades de cada uno, porque muchas veces la fuerza física va decayendo, pero no tenemos que ser dependientes afectivamente, emocionalmente, es importante que maduremos. Lamentablemente hay adultos mayores que son muy dependientes y no dejan respirar a sus hijos, nietos y eso no les hace bien a ellos ni a su entorno.
Algo muy importante a tener en cuenta es que la madurez no depende de la edad, y tiene que ver con la aceptación de la vida, de que todos nacemos, transitamos por esta vida y que en algún momento llega el final. Aceptar que hay momentos lindos y hay que disfrutarlos, pero también hay momentos tristes y hay que llorarlos, y fundamentalmente que a pesar de las adversidades hay que sobreponerse y buscar la paz interior y la felicidad, y para ello es fundamental la aceptación.
- Licenciado en psicología, psicólogo del Centro de Jubilados y Pensionados de Corrientes.
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