Hoy, el Día de la Madre, será una jornada especial para las 15 abuelas que viven en el Hogar de Ancianos Juana Costa de Chapo. Un delicioso chocolate con facturas será el desayuno que dará inicio al festejo que las sacará de la rutina. Luego, se prepararán para recibir el cariño de sus hijos, nietos y sobrinos que compartirán con ellas el horario de visita restringida y por burbujas por cuestiones de bioseguridad.
Ocurre que -tal como explicó en diálogo con EL LIBERTADOR la hermana María Gladis Azcuaga- hace casi dos años que no pueden salir a dar sus paseos habituales a causa de la pandemia por coronavirus.
«En este momento no tenemos toda la libertad e independencia que nos gustaría tener en esta celebración», relató la religiosa a cargo de la institución.
Para esta jornada, la cooperadora siempre tiene su regalito, y para ahora le prepararon un obsequio con colonias y jabón.
Además relató que para la fecha se habilitó un sistema de inscripción para administrar la cantidad de gente y evitar las aglomeraciones y no chocar los grupos.
«Por suerte vendrán muchas personas. Parece que esta pandemia movió a la familia, el hecho de inscribirse, se tomaron como una obligación», manifestó.
A lo que agregó: «Me di cuenta en la periodicidad de la gente, la pandemia tocó los sentimientos. A esto explicó que desde la institución se hace un trabajo muy intenso de sensibilización «cuando los traen, nosotros les explicamos que acá se les puede dar de comer, cuidarlos, asistirlos, pero el cariño de la familia es irremplazable».
Es así que tendrán su festejo especial, en la casa que los cobija siempre, pero con momentos con los familiares que lo guardarán como tesoro y que les dará la fuerza para seguir adelante.
DÍA A DÍA
En el Hogar de Ancianos actualmente se alberga a un total de 15 mujeres y 28 hombres, divididos cada uno en un sector, pero con la misma rutina de organización: desayunan a las 8, almuerzan a las 11, meriendan a las 16 y la cena se sirve a las 19.
Pero cada uno utiliza su tiempo de la mejor manera, hay quienes miran noticias, no se pierden la novela o bien comparten charlas interminables.
La institución recibe a abuelos mayores de 70 años, en lo posible sin enfermedades que requieran de cuidados especiales.
«Lo que nos destaca es que hay un buen ambiente de familia, tanto entre ellos como con el personal», dijo la hermana.
Cada abuelito llega allí con su historia personal y más allá que algunos tienen sus momentos de enojo o son cascarrabias, propio de la edad, entre todos pasan las horas en compañía.
.