(Por Facundo Sagardoy) El artista visual y galerista correntino radicado en Buenos Aires pasó por Arte Co con «Galería Primor».
En pleno desarrollo de la feria, destacó su interés en vincularse con la escena artística del interior y potenciar la visibilidad de esos creadores en ferias y espacios nacionales, más allá de Buenos Aires.
Destacó que el nuevo Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes representa una gran oportunidad para que artistas de todo el país, especialmente del interior, puedan mostrar su obra en un espacio amplio y con posibilidades de renovación constante.
Reflexionó sobre su obra y explica que su trabajo ha servido para acercarlo a su familia, generando comprensión y comunicación a través de escenarios donde la realidad y la ficción se mezclan.
—Pablo Gómez Samela, pasaste por Arte Co, ¿Qué trajiste?
—Vine con mi galería. Tenemos una galería que se llama Primor. El año pasado vinimos también; de hecho, el año pasado fue la primera feria a la que fuimos. Es una galería que tenemos en Buenos Aires, pero siempre tratamos de tener nexo con algo del Litoral. Entonces, ahora estamos con un artista de Corrientes que se llama Santi Repeto, que trabaja cerámica, pigmentos y pintura en cerámica. Y después tenemos otros dos artistas más: una chica de La Plata que se llama Guillermina Gómez y un chico de Buenos Aires que se llama Willy Fishman. Vinimos con eso.
—¿Cómo te sentís ahora con el movimiento que hubo?
—Bien. Me encantó el lugar. Siempre me pregunté qué pasaba con este lugar, porque viste que esto era el cine antes y después quedó abandonado para siempre. El último recuerdo que tenía de este lugar era cuando era chico y venía al cine Colón, así que siempre me pregunté qué pasaba acá dentro. Me gusta ver cómo está, y ahora quiero saber cómo va a seguir. Ahora me estoy preguntando qué va a pasar acá después de la feria.
“Espero que con el Museo Contemporáneo pasen muchas cosas”
—Se viene la inauguración del Museo de Arte Contemporáneo de Corrientes.
—Me gustaría estar. Voy a venir a la inauguración. También quiero ir a conocer.
—¿Te gustaría estar dentro?
—¡Obvio, re! Soy consciente, igual, de que como me fui de Corrientes, hay mucha parte de mi obra que en realidad la hice en Buenos Aires y que, capaz, hay muchas cosas que no están ligadas a Corrientes. Pero hace un tiempo retomé contacto con Corrientes y vengo mucho, así que me gustaría conocer y poder estar.
—Bueno, el tercer piso tiene 7 metros de alto por 100 de largo. Es el salón más grande del museo de arte contemporáneo. ¿Qué pensás que puede llegar a pasar en un espacio tan amplio?
—Ay, no sé. Espero que pasen muchas cosas. Espero que puedan estar muchos artistas, más allá de los que están en capital, que puedan estar artistas que están en el interior, que también son los que por ahí les cuesta mucho más llegar a estar en ferias o en lugares. También siempre pienso que, por ejemplo, yo me fui hace 10 años y, de algún modo, me tuve que ir para poder hacer ciertas cosas que quería hacer. Entonces, me gusta que empiecen a haber más lugares que puedan dar más visibilidad. Creo que eso va a estar bueno.
—De aquello que indagaste, de aquello que viste en Buenos Aires, que experimentaste, ¿qué pensás que puede llegar a contagiarse, a desarrollarse a través de tu obra acá?
—Yo creo que una cosa que pasa con mi obra es que trabajo mucho con fotografía y video, y siento que en las artes visuales pasan dos cosas. Por un lado, la fotografía y el video son las obras que más fácil entran a la cabeza de las personas, porque también son las que más fácil se pueden ver y entender. Pero, por otro lado, dentro del mundo de las artes visuales, la fotografía y el video son las obras que más cuesta que circulen dentro de espacios como museos. Siempre hay como una división: la fotografía tiene que ir por un lado, la pintura por otro, el video por otro. Espero que haya una buena sección de videoarte en el museo.
“Me gusta que empiecen a haber más lugares que puedan dar más visibilidad”
—Es interesante también ver acá en Arte Co que hay mucha materia, mucho material, distintos estilos, distintos lenguajes, la voz crítica, la persona que compra, el que estudia arte. ¿Qué opinás de eso que ocurre acá en Corrientes ahora? ¿Cómo te sentís con eso?
—A mí me gusta. Me gusta hablar mucho también con otras personas de otras galerías, de otros lugares. Yo vivo en Buenos Aires, pero todo el tiempo trato de estar en contacto con acá o con otras provincias para ver cómo piensan, cómo mueven su obra, cómo la muestran. Porque también, viviendo en Buenos Aires, siempre hay como un nicho muy cerrado, muy chico, y siempre es como la misma obra que circula en el mismo lugar, siempre la misma gente. Entonces, también un poco con la galería lo que siempre queremos hacer es poder llevar un artista de Corrientes a Buenos Aires. El año pasado, por ejemplo, hicimos en Munar, que es un espacio en La Boca, una muestra de un artista de Corrientes y de un artista chaqueño. Hay muchos espacios, igual, salones nacionales o lugares donde se ve algo más federal, pero me gusta que se pueda empezar a ver algo más federal a nivel nacional y no solo lo que ocurre en Buenos Aires y en las ferias. Está bueno que cada vez pueda ocurrir más, y está bueno que acá pueda ocurrir cada vez más también. Por eso me parece importante el museo, porque la feria ocurre una vez al año. Entonces, siento que con el museo va a poder ocurrir algo todos los meses o cada tres meses. Eso está bueno.
—Qué interesante. ¿Sos el rostro visible de Primor?
—Sí.
—¿Allá en Buenos Aires es un punto de contacto? Me contaste de una de las iniciativas en La Boca. ¿Otras iniciativas, otros artistas que compartan esta lógica, esta idea? ¿A qué apunta Primor?
—El año pasado, por ejemplo, cuando vinimos, así como tratamos de llevar artistas de Corrientes o del Litoral allá, también tratamos de traer algún artista de Buenos Aires acá que pueda tener un nexo y una conexión con otros artistas. Y una cosa que también hizo de bueno Primor es que también me conecté con otros artistas del Litoral. En realidad, cuando me fui de acá no me dedicaba 100% al arte. Estando allá, pude empezar a ver a los artistas que hacían cosas acá y ahí recién armé el nexo. Entonces, también cuando vengo acá, si bien siempre hay algún artista del Litoral y yo soy del Litoral, siempre tratamos de traer… No sé, ahora trajimos una chica de La Plata o el año pasado habíamos traído un artista trans, que es otra cosa que es bastante difícil de ver, sobre todo en una feria, en el interior. Siento que hay un montón de cosas que todavía hay que seguir mostrando y visibilizando. Y bueno, eso.
“Mi obra sirvió para que me entiendan”
—Bueno, ahora para no agotarte vamos a algo en lo que navegás y estás lleno de vida: tu obra. La familia siempre presente, la madre, el hermano, el padre. ¿Cómo está?
—Rebi. Yo usé mucho mi obra también para conectar con mi familia y siento que, a través de mi obra, mis viejos me conocieron un poco más o me entendieron un poco más. Cambió mucho mi relación también cuando ellos se animaron a posar para mí o participar en algún video mío. Me sirvió a mí para abrirme con ellos y que me conozcan, porque antes ellos pensaban: «Ay, no sé qué hace en Buenos Aires», no entendían. Y cuando empezaron a formar parte y también fueron allá y vieron lo que estaba haciendo, siento que de alguna forma mi obra también sirvió para que me entiendan. También sirve para entenderme con la gente. Con ellos pasó lo mismo: sirvió para que me entiendan y para que me conozcan.
—La pose en la fotografía siempre fue un eje de debate pero en tu obra se transforma en un foco estético. ¿Cómo concibes el arte?
—¿Qué es el arte? No sé. No sé qué es el arte. Lo único que sé es que es lo único que puedo hacer. Siempre pienso eso. No sé si podría definirlo, porque para mí el arte es algo profundamente personal. Cuando uno siente que lo tiene que hacer, lo hace.
Las conceptualizaciones pueden existir, claro. Pero para mí, el arte se siente y se vive. Por eso está bueno que venga gente que tal vez no esté vinculada al mundo del arte. Que vengan, se enfrenten a una obra y sientan. No hace falta tener estudios, ni conocimientos, ni saber quién es el artista. Basta con sentir.
Y también está bueno estar ahí cuando eso ocurre, cuando alguien está sintiendo algo frente a una obra, y preguntarle: “¿Qué estás sintiendo?”.
“La cocina se convirtió en una escenografía”
—La fotografía —el arte— atraviesa lo doméstico. El patio, el comedor de la casa… ahí transcurre tu obra. En Palais de Glace, por ejemplo, se pudo ver ese tránsito. En tu casa ensayaron cientos de actores. Siempre fue un punto de encuentro.
—Ayer, uno de los chicos que vino conmigo a la galería —ahora se están quedando en casa— me dijo cuando entró a la cocina: “Esta cocina parece una escenografía”. Y es que la cocina se convirtió en eso: en una escenografía. La mesa está ahí, intacta, con el mantel, las flores, los azulejos, la radio que no se mueve desde 2002…
Todo eso que está ahí es parte de lo que absorbí, lo que viví, y eso termina siendo también mi obra. Me encanta que quienes vienen a casa vean la cocina o el patio como una escenografía. Me parece redivertido. Un poco es lo que busco con mis obras: una mezcla entre realidad y ficción.
Nunca me interesó la fotografía como documento, como algo que registra un momento irrepetible. Siempre me atrajo más la construcción: crear un escenario, un imaginario. Así que haber logrado que una cocina real, con su historia, se convierta en una escenografía, me entusiasma.
—¿Dónde podremos continuar viendo tu obra una vez que termine ArteCo?
—Ahora estoy trabajando en una serie de videos que todavía no van a salir a la luz, y también en una película. Son dos proyectos que me tienen bastante absorbido. No sé si estarán listos en un año, en dos… lo que me lleve hacer esa película.
Así que, próximamente, en el cine.
—Gracias, Pablo.