Naciste con un acordeón entre las manos?
-Lo primero que agarré a los cinco años fue el bandoneón de mi padre porque él tocaba de una forma más casera, entonces me pone en el regazo y tratando de sacarle algún sonido se me cae en el piso de cemento. Y como es un instrumento muy delicado, obviamente el pánico de mi padre fue contundente, pero se asustó que no se haya dañado. Así fue que dijo «no, mirá esto es muy grande para vos».
Luego decide que no era lo que tenía que tocar a esa edad y me regala un acordeón dos hileras. Desde ese momento comencé a tratar de sacarle algún sonido, teniendo como referencia a él que tocaba, y mis hermanos también,
¿La primera vez que conformaste un conjunto?
-Eso fue a los 8 años, me presentó por primera vez frente a un público primero con mi hermano Cesar, que toca la guitarra, me acompañó en radio LT12 Paso de los Libres. Después de ahí al tiempo, mi primera formación fue con Pedro Piriz de la zona de Yapeyú que tocaba la guitarra, y ese dúo se llamaba Panambí.
¿Cómo se dio tu trayectoria?
-Nací en Paso de los Libres, hice toda mi escuela, e hice el Conservatorio de Música a distancia porque Beethoven estaba en Buenos Aires. Estudiaba en mi pueblo y cada seis meses rendía para recibirme de Profesor Superior de Música. Eso empecé a los 12 años, y paralelamente hacia mi escuela normal, y coincide que cuando termino la secundaria, también termino el profesorado.
Y el primer salto que hice, a veces no lo menciono mucho porque fue muy breve, fue en Buenos Aires y estuve dos meses, pero me volví a Corrientes capital y me quedé un año. Estando acá tuve la posibilidad de integrar algunos conjuntos, como por ejemplo con «Cacho» Saucedo, el ex cantante de Ernesto Montiel, tanto mi hermano Lucky y yo tuvimos la suerte de grabar un disco. También integré el grupo de Humberto Falcón, un cantante del Chaco.
¿Y cómo continuó?
-En ese tiempo, da la casualidad que en 2000 me voy del país y en 2001 coincide con la caída del gobierno en la Argentina porque ya venía mal la cosa. Mi primo Richard Scófano, digo primo porque tenemos un parentesco poquito lejano, pero por parte de su mamá y mi padre somos primos. Entonces me invita a viajar a Estados Unidos porque ya vivía en Miami, y hablando por teléfono cotidianamente me dice «mirá Pablo, vení para acá algo vamos a hacer, algo vamos a inventar para tocar». La cosa en el país estaba muy difícil y como músico mucho más. Me dice que vaya para allá, obviamente no tenía dinero, pero gracias a la colaboración de tantos amigos que apostaron en mí, y cómo mi tía que me pago los estudios de música que eran muy caros en el conservatorio. Mucha gente me ayudó, fue muy solidaria conmigo, siempre eso trato de recalcar y me dieron la posibilidad de viajar a Miami ese año. Y ahí me encuentro con Richard Scófano, y ahí arranca otra etapa.
¿Y en París?
-Todavía no lo conocía a Nini Flores, lo conocía por disco y sus materiales en Corrientes, pero personalmente no. Estando en Miami, antes que se me cumpla el vencimiento de la Visa para no volver a la Argentina, le pido a Richard que le llame y si se pudiera contactar con él que estaba en Francia, y si de alguna manera me podía esperar en el aeropuerto para poder seguir mi vida de música callejero en París.
De ahí se contactó, me pasa el teléfono, y da la casualidad que Nini ya le conocía a mi hermano Lucky de Corrientes, y eso fue un poco más fácil y flexible la conversación con él. Y no tuvo ningún problema de esperarme en el aeropuerto, y ahí lo conozco. De ahí también surge la posibilidad de un viaje a Japón que era para él, pero como ya tenía su agenda armada con su hermano Rudy, entonces no tenía problema porque tocaba en la calle.
Así fue que Nini Flores me ofrece ese viaje a Japón, y era por un largo período de seis meses, era mucho tiempo y acepté porque tocaba en la calle y tenía un rumbo bastante incierto en el momento. Estuve un mes y medio en Francia, y después de ahí viajo con un tenor francés, que también fue contratado, viajamos los dos juntos a Tokio.
Y como todo el contrato estaba en inglés y japonés, obviamente no entendía ninguno de los dos idiomas en esa época. Pero firmé el contrato porque dije es trabajo y tocaba en la calle, y es muy difícil, hay muchos riesgos, muchas cosas pasan y es muy complicado ser un músico callejero. Por eso cada vez que veo un músico callejero, me siento un poco yo y me agarra como una nostalgia porque no es fácil.
Me voy a Japón y me enteró ahí que era para trabajar para Wall Disney porque no estaban esperando en el aeropuerto representantes de la empresa. Y ahí comienza otra historia fantástica porque fue toda una aventura, fue todo paso a paso sin saber de lo que iba a ocurrir.
¿Cuánto tiempo te quedaste en Japón?
-Me quedé casi 9 años en Japón porque un contrato fue atrás del otro, y otro. Un tiempo fue mi hermano Lucky para reemplazarme porque estaba un poco cansado también, porque venía dos años trabajando sin parar, y el instrumento cansa un poquito, el peso y todos los días tocar.
Después de seis años decido apartarme voluntariamente de Wall Disney para formar un proyecto particular, un proyecto de jazz europeo, con guitarristas y músicos japoneses. Continúe haciendo eso y tocando como solista en distintos lugares de Tokio, después de eso decido volver a la Argentina y quedarme un año más o menos, pero acá estoy, me quedé.
Siempre digo que fui y sigo siendo una persona muy afortunada porque más allá de toda circunstancia de tocar en la calle, y de vivir muchas cosas, siempre me dediqué a la música, siempre pude vivir de lo que me gusta y amo. No hice nunca otra cosa que tocar el acordeón, de vivir para esto y por esto. Ya alcancé el éxito con eso, de poder hacer feliz a alguien con la música.
¿Cuándo fue tu primera composición?
-Mi primera composición, me acuerdo que nunca más la toqué, fue cuando vivía en Paso de los Libres y surge la posibilidad de ir a tocar a Mocoretá. Entonces en el camino hago una música en el vehículo. Inclusive hay un video donde toco, creo que era en el Festival de la Naranja, que también se hacía en esa ciudad. Y que la titulé De Libres a Mocoretá.
Después la música que se hizo más conocida y popular, que he compuesto, la hice en Tokio en esos tantos días de nostalgias y recuerdos, y de extrañar un poco los pagos y los padres. A mi padre Juan Bentos le decido componerle y se titula Domador de Cobras, que es un sobrenombre de apodo de amigos que le decían en Paso de los Libres.
En 32 años, ¿cuántos acordeones tuviste?
-Sabes que solamente tuve tres y muchos piensan que tantos años de música habrá tenido 15 acordeones. Obviamente que es un instrumento muy caro de poder comprar.
¿Tuviste presentaciones en la Fiesta Nacional del Chamamé?
-Para ser concreto, mi primera presentación en la Fiesta Nacional del Chamamé fue en 1994, en la noche de Isaco Abitbol porque en esa época se hacían tres noches. Una noche se les dedicaba a los grandes de nuestra música, otra noche de Ernesto Montiel, y así sucesivamente.
Creo que ya no subí más hasta mi regreso a la Argentina, con Los de Imaguaré, como acordeonista, y grabé ese disco que se llama Vengo a decir. Estuve cuatro años, y durante ese periodo subo al escenario.
Después seguí subiendo dentro de los próximos años con una agrupación que la fundamos con el amigo Rafael Flores, que se llamaba Alborada, que duró por seis años, que fue mi última agrupación. Y hoy día sigo como acordeonista solista, desde hace tres años.
¿Qué recomendaciones le das a aquellos que recién inician?
-Constancia, paciencia, y estudio. Hay que estudiar, creo que la única clave para el éxito es eso. Es la constancia, la paciencia y mucho estudio. Tenemos que prepararnos y bien para poder llevar nuestra música a otras partes del mundo, para poder transmitir. Para eso también, se necesita mucho estudio. Todo llega en algún momento, pero hay que tener mucha constancia, y este camino de la música es muy difícil, pero ahí está la clave, de continuar y creer en lo que uno hace.
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