Sergio Massa transita semanas difíciles no sólo por el cargo que detenta, sino también por los diferentes frentes abiertos que tiene luego de ser además «ungido» candidato a la Presidencia.
En esta última condición se complicaron las cosas por resultar detrás de Javier Milei, toda una señal de la ciudadanía hacia la «casta» y hacia alguien que ejerce el rol virtual de Presidente de la Nación.
El hecho de quedar segundo no tuvo una sola lectura. También estuvo la variable positiva de ello, en el sentido de que, a pesar de todo el descalabro económico, fue segundo en la consideración electoral, dejando a Juntos por el Cambio en un tercer y lejano escalón, tomando en cuenta que el análisis tendencioso que hace la mayoría de los medios de los resultados de las Primarias nada tiene que ver con lo que en realidad significaron los comicios.
Es que hay que recordar que las Paso representan una etapa en la que se eligen candidatos y no frentes, por lo que resaltar el porcentaje obtenido por cada alianza es un «engaña pichanga» para doña Rosa y don José.
Técnicamente, en las Primarias, se eligen candidatos (dentro de cada espacio), aunque su efecto es el de una gran encuesta nacional verificada en números que contribuyen a la conformación del escenario electoral de manera decisiva.
Lo cierto del 13 de agosto fue que el más votado fue Milei y el segundo en consideración popular fue Massa, y eso que su imagen, ejerciendo de «capitán económico» y ocupando el rol presidencial sin bastón, se había desgastado.
DESPUÉS DE
LAS PRIMARIAS
Pero la coyuntura para el tigrense volvió a complicársele después de las elecciones. Porque lo primero que hizo fue devaluar, esgrimiendo como motivo las condiciones del Fondo Monetario. Sin embargo, muchos medios recordaron que él mismo había remarcado que el FMI no era quién para instar a una depreciación de la moneda nacional.
Fue así que el lunes 14 las cosas adquirieron otro nivel de beligerancia, donde Massa se las vio en figurillas para contrarrestar el impacto negativo de la disparada del dólar, que rayó los 800 pesos por esos días (este viernes 1 cerró en 730 pesos el blue).
«PLAN PLATITA»
Ante un horizonte de tensión social y política, el líder del Frente Renovador salió en las primeras planas para anunciar (otra vez sin Alberto Fernández secundándolo) lo que muchos gobernadores bautizaron el «plan platita».
De entre muchas medidas lanzadas, con créditos y demás, lo que sacudió el tablero nacional fue el bono de 60 mil pesos.
Ardió Troya. El extra dinerario para los trabajadores en relación de dependencia no sólo incluye a los privados, también a provincias y municipios.
De inmediato, se concatenaron los rechazos. Los primeros fueron los empresarios a través de la Came (Confederación Argentina de la Mediana Empresa) que recibió el acompañamiento de las entidades de cada distrito del país, teniendo en Corrientes su correlato a través de los referentes de las Pymes.
Después comenzaron los gobernadores y, consecuentemente, los intendentes.
El «vacío» operativo
Dentro de este margen de maniobra que está teniendo Massa, con las complicaciones descriptas, se debe añadir como un bemol al «ocultamiento» estratégico de Cristina Kirchner y su hijo Máximo. Ninguno de los dos eligió la palestra. Es más, el Diputado nacional se abocó a las lides territoriales del Conurbano, donde pretende sentar las bases de La Cámpora en caso de que las cosas no salgan del todo bien en octubre (y/o noviembre) y deban atrincherarse como oposición. Mientras, la Vicepresidente siquiera se muestra en las redes sociales, dejando que Alberto haga lo suyo, evidenciando así el caso -tal vez- más paradigmático de representación del síndrome del «pato rengo», el cual se da cuando, a pesar de ser de los propios, va quedando atrás y lo van dejando de lado por su condición intrínseca de ser una figura política sin futuro.
Con Malena, hasta la guerra
Pero este vacío explícito que viene aplicando el núcleo más duro del kirchnerismo hacia el líder renovador no está generando el esmerilado pretendido. Resulta que Massa se apuntala con su esposa, Malena Galmarini, titular de Agua y Saneamiento Argentinos, dependencia conocida por su sigla Aysa. Es allí donde ambos formaron un reducto político que hasta le permite hacer caso omiso a las directivas que emanan desde el Instituto Patria. El Ministro de Economía hasta comenzó a usar la oficina de su esposa como caja chica de campaña; a sabiendas de los recursos que se manejan en la materia, combinando campaña con gestión, logrando una capacidad de maniobra clave para gravitar en medio de las tensiones internas de Unión por la Patria.
En falsa escuadra
Más allá de los cuestionamientos argumentados en contra de los 60 mil pesos y una primigenia amenaza del Gobierno central, de aplicar sanciones, la ministra de Trabajo, «Kelly» Olmos tuvo que ensayar una aclaración (dijo que sólo cobrarán completo quienes ganen hasta 370 mil pesos de bolsillo y aquellos que superen el monto percibirán la diferencia hasta 400.000).
Así quedó en claro que la escena se había tornado aún más cuesta arriba de lo que venía. Es que las críticas acompañadas de la no adhesión a la medida dejaron todo un mensaje ¿Por qué? Porque muchos de los que dijeron «no» al bono fueron mandatarios «aliados».
Casi al unísono, fueron primero 12 las jurisdicciones provinciales que se negaron a pagar el «plus». Pero no se trató de los distritos opositores en soledad, sino de todas las pertenencias políticas, entre ellas, las oficialistas. Fue así que se conoció la postura negativa de Córdoba, Santa Fe, Misiones, Ciudad de Buenos Aires, San Juan, La Pampa, Entre Ríos, Neuquén, Jujuy, Catamarca, Tucumán, Santa Cruz. Después se agregaron otras dos: Salta y Chaco -alcanzando las 14- quienes a través de distintos voceros expresaron el rechazo al pago. Dos comarcas lideradas por justicialistas. Todo un hecho demostrativo.
El caso chaqueño es ejemplar. A pesar de votarse en dos semanas, Capitanich priorizó con responsabilidad el equilibro fiscal de la vecina Provincia. El Gobernador chaqueño tiene sus propias aspiraciones nacionales. Cuida la caja. Tiene a raya a los intendentes y, si bien tiene una relación estrecha de respeto mutuo con Cristina, no puede decirse lo mismo ni con Máximo, ni con el resto de La Cámpora. Más allá de que un eventual triunfo de Axel Kicillof, no le asegura a los camporistas el replegarse sobre el territorio bonaerense.
En el caso de Corrientes, tanto Gustavo Valdés como su ministro de Hacienda, Marcelo Rivas Piasentini lo manifestaron de manera tácita, cuestionando la medida y alegando que «avasalla las autonomías provinciales». Es más, el mandatario correntino lanzó en las últimas horas una chicana (ver página 2).
Así se podría hablar de 15 territorios de 24 que le dijeron a Massa: «Diste un paso en falso».
Es que formalmente, sólo 6 provincias garantizaron el bono a sus trabajadores: Santiago del Estero, Mendoza, La Rioja, Catamarca, Buenos Aires y Río Negro, mientras que las que ya abonaron fueron Tierra del Fuego, San Luis y Chubut.
En concreto, la medida del Ministro de Economía sólo tuvo el acompañamiento de 9 gobernaciones de 24. Otro hecho demostrativo.
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