Tensó aún más la cuerda ante el ir y venir de los legisladores que retacean el apoyo a las iniciativas parlamentarias. Aunque reconvino a los mandatarios provinciales, el problema de fondo pasa porque el conjunto de ellos no controla a los diputados de sus provincias como para cerrar el número necesario y algunos de ellos, a criterio del Gobierno, «se van de boca» con declaraciones mediáticas que perjudican el progreso de las conversaciones. La decisión de Milei de llegar «al déficit cero» se mantiene inalterable, lo que explica el respaldo de los mercados y el apoyo exterior. El tema de fondo es que, ante la demora o falta de aprobación del paquete fiscal contenido en el proyecto, la forma de llegar a cerrar los números es apelando a que la variable de ajuste sean las transferencias a las provincias, decisión exclusiva del Poder Ejecutivo Nacional. Puertas adentro, la filtración recayó sobre el equipo del mandatario con el despido de Guillermo Ferraro.
En la reunión de Gabinete de este jueves, a Javier Milei se lo vio especialmente enojado con los gobernadores, «sin distinción partidaria», en una aclaración que contempla que no solo apuntó contra los que accedieron a sus cargos por Unión por la Patria y el kirchnerismo, sino también a los de Juntos por el Cambio. El Presidente siguió de cerca las negociaciones que el oficialismo mantuvo con los legisladores durante este miércoles, tras la firma del dictamen por la «ley ómnibus» y la disputa mediática contra los mandatarios provinciales que lideró el ministro de Economía, Luis «Toto» Caputo, a quien respaldó: «Los voy a dejar sin un peso, los voy a fundir a todos», lanzó, sin rodeos, ante la atenta mirada de sus ministros, luego de que trascendiera que el conteo de votos en la Cámara de Diputados muestra un escenario complejo para el oficialismo.
En rigor, más que un respaldo, fue la continuidad de una estrategia que vienen desplegando Milei y Caputo en las últimas semanas para persuadir a los gobernadores, que necesitan fondos frescos para cubrir el rojo fiscal de sus provincias, a convencer a los diputados y senadores a votar el proyecto «Bases para la libertad de los argentinos» que promueve el Gobierno. El plan tuvo, como primer capítulo, el aviso por parte del Gobierno respecto a que no se avanzaría con la reversión de los cambios en Ganancias dispuesto por Sergio Massa en su etapa como ministro de Economía, en el marco del «plan platita» impulsado durante la campaña electoral; y se acentuó en los últimos días con la advertencia del jefe de Estado de que planteará un esquema de «transferencias cero» a las provincias. Hay tensiones con los gobernadores de Juntos por el Cambio.
Este miércoles, Caputo insistió con un desafío público a los gobernadores: contó que reunió a su tropa «para delinear todas las partidas provinciales que se recortarán inmediatamente si alguno de los artículos económicos es rechazado». «No es una amenaza, es la confirmación que vamos a cumplir con el mandato que nos han dado la mayoría de los argentinos de equilibrar las cuentas fiscales para terminar con décadas de inflación y flagelo económico», aclaró. Dirigentes de la oposición, como el diputado Miguel Pichetto, presidente del bloque de Hacemos Coalición Federal, le contestaron con dureza: «Tiene que dejar de apretar a los gobernadores y tratar de buscar acuerdos con los gobiernos provinciales en lugar de amenazarlos», le respondió. Y recordó que «no tuvo la valentía» de presentarse en el Congreso a defender el proyecto. En Gabinete, Caputo se sumó a la línea trazada por Milei y explicó a sus pares: «Si esta ley no llega a buen puerto, se va a seguir ajustando el gasto público de todas las maneras alternativas que haya, incluyendo las partidas que se asignan a las provincias». Con esto se refiere a todos los desembolsos por fuera de la masa coparticipable: los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), las obras, los programas para distintas áreas acordados con cada gobernador y otras partidas discrecionales, que en 2023 oscilaron en total en torno a los 2 billones de pesos. Milei completó el concepto: «Vamos a socializar el costo de la ley. Las más perjudicadas van a ser las provincias si esta ley no se aprueba».
En paralelo, en una sugestiva medida, el Gobierno anunció, a través del vocero presidencial Manuel Adorni, que va a promover «en lo inmediato» la creación de «una Fiscalía para investigar la corrupción de funcionarios públicos», especialmente en los supuestos de «enriquecimiento ilícito e incrementos patrimoniales no justificados». «Vamos a recuperar todos los bienes que sean producto del delito», dijo el portavoz. En la Casa Rosada, por si quedaban dudas de la intencionalidad, aclararon que no solo investigará a funcionarios nacionales sino también «gobernadores, funcionarios provinciales y del Poder Legislativo». Otra de las iniciativas que podrían tomar forma es la decisión de mantener las primarias obligatorias y simultáneas (PASO) para las elecciones de medio tiempo, y las presidenciales del 2027. Lo que está claro es que la intensificación del conflicto entre el Ejecutivo y el Legislativo ha producido una inédita reconfiguración del mapa político nacional, que aún no ha llegado a su fin, pero que se manifiesta con una crisis de conducción en los que fueron los principales espacios políticos de los últimos años, cuando no décadas, de la historia institucional. Tanto el justicialismo como el Pro viven el fin de ciclo y cambio de época con el eclipse de sus principales figuras Cristina Kirchner y Mauricio Macri, mientras que Sergio Massa, que cobró notoriedad como una estrella fugaz en el último ciclo, se ha replegado a su Frente Renovador, visiblemente menguado, y con el arrastre de haber perdido la base territorial que supo ser la Intendencia de Tigre, algo que también contribuyó al debilitamiento de los Kirchner con la derrota en Santa Cruz, algo que se repicó con los hermanos Rodríguez Saá en San Luis, todos indicios claros de que se está en un punto de inflexión en la política nacional. A este panorama se suma la ausencia absoluta de liderazgo en el centenario partido de Alen, algo que sienten particularmente los cinco gobernadores de ese signo político en estos días. En los hechos, y en todos los espacios sin excepción, priman internas, algunas descarnadas y expuestas a la luz pública, que convierten a la política nacional como tierra de nadie, sin interlocutores habilitados capaces de ordenar una salida a la coyuntura y al futuro de cara al tiempo que se viene. En este marco, la Presidencia de Javier Milei, sin que el fantasma que se agita de tanto en tanto, como un cese anticipado en sus funciones, muestre una opción o alternativa siquiera digna de análisis y viabilidad sustentable. Contrariamente a lo que ocurrió en el 2001, hoy no hay partidos fuertes ni liderazgos aptos de los que puedan surgir acuerdos mínimos de gobernabilidad con una fragmentación del sistema político de una envergadura mayor que no permite visibilizar a alguien con posibilidad real de ser la síntesis de una eventual Asamblea Legislativa. En este contexto, la realidad de estos días, con un Presidente empeñado a ir a fondo, que muestra, aun con todas las observaciones que le puedan caber, decisión para manejar la birome, algo relevante en un sistema presidencialista como el del país. Ciertamente, está el Poder Legislativo, está el Poder Judicial, pero, aun un sin número, un Ejecutivo fuerte es un dato que no se puede obviar a la hora del análisis.
TIEMPO DE DESCUENTO. Una feroz pulseada espera definición en los próximos días. El Presidente no responde a los parámetros de la política tradicional, y la palabra negociación en los términos conocidos para llegar a acuerdos es algo que no le termina de cerrar. En ese marco, los Gobernadores y los Intendentes tienen responsabilidad de gestión mientras otros que podrían tener la llave parecieran hacer juego propio. En las últimas horas, la interna del peronismo tucumano mostró al nuevo gobernador nuevamente de punta con su antecesor. Restó tres diputados al bloque del PJ nacional para acercarlos al oficialismo.