En un fallo histórico, la jueza de Familia, Niñez y Adolescencia N°1 de Goya, Silvina Racigh, ordenó la confección de una nueva acta de nacimiento para un adolescente de 14 años que reconoce a dos madres y un padre. Mateo, cuyo nombre ha sido cambiado por protección, se crió con su papá biológico y la esposa de este, Juana, desde que era un bebé.
La jueza declaró inconstitucional y no convencional el artículo 558 del Código Civil y Comercial Nacional, que impide la triple filiación, y consideró que la filiación socioafectiva de Mateo con Juana es válida y debe ser reconocida. La decisión se basa en la realidad socioafectiva del adolescente, quien ha vivido con Juana desde que nació y la considera su madre adoptiva.
La historia de Mateo es compleja. Su padre biológico lo tuvo con otra mujer durante una separación temporal de Juana, pero desde las primeras semanas de vida, Mateo fue criado por Juana y su papá biológico. Cuando se separaron en 2022, Mateo quedó al exclusivo cuidado de Juana, quien también afronta los gastos de la crianza.
Juana, la madre adoptiva de Mateo, requirió su adopción después de haberlo criado durante 14 años. La jueza consideró que la oposición del padre biológico a la adopción no tiene fundamentos, ya que no ha colaborado económicamente con la crianza ni ha intentado regularizar la situación irregular de Mateo.
La jueza Racigh sostuvo que «la mayoría de los niños tienen dos padres, pero en algunos casos como en este, la omisión legislativa en observar diseños familiares particulares no puede servir de excusa para negar protección y tutela a los derechos de un adolescente». También agregó que «la filiación socioafectiva no se basa en un hecho biológico ni en la voluntad procreacional, sino en la realización de múltiples y diversos actos sostenidos a lo largo del tiempo».
En este sentido, la jueza consideró que la filiación socioafectiva de Mateo con Juana es válida y debe ser reconocida, ya que ha sido la principal cuidadora del adolescente durante toda su vida. La decisión de la jueza es un paso importante hacia el reconocimiento de las familias no tradicionales y la protección de los derechos de los adolescentes en situación de vulnerabilidad.