Se trata de un taller de reciclado que funciona en el barrio Esperanza, a cargo de la Fundación Odontológica Solidaria. Se encargan de buscar mobiliario escolar que se encuentra en deterioro y los entregan como nuevo. Ya aportaron a tres instituciones educativas.
Lo que para muchos es descarte, para un grupo de once personas es una oportunidad: en el corazón del barrio Esperanza, un taller de carpintería impulsado por la Fundación Odontológica Solidaria está redefiniendo el concepto de reciclaje con un profundo impacto social y educativo.
Se trata de una iniciativa, que comenzó hace un año como un curso de oficios y ahora se dedica a restaurar el mobiliario roto de las escuelas públicas, ofreciendo una solución económica y una fuente de capacitación e ingresos para sus integrantes.
En diálogo con EL LIBERTADOR, Sergio Sánchez, presidente de la Fundación Odontológica Solidaria, explicó que hace unas semanas concretaron la tercera entrega de pupitres y sillas recicladas en el taller de carpintería y fueron entregadas al Colegio Secundario Cautivas Correntinas del barrio Pirayuí.
Agradeció al ministro de Coordinación y Planificación de la Provincia de Corrientes, Miguel Olivieri y al subsecretario de Empleo, Marcos Hanke.
«A través de la restauración y reciclado de muebles nuestra institución genera trabajo a la vez que cuida el medio ambiente», señaló.

DETALLES
El taller está integrado por jóvenes, adultos y, en su mayoría, mujeres del barrio que, tras una capacitación de seis meses, aprendieron a fabricar desde tablones para comedores hasta alacenas y bajo mesadas. Ahora, aplican ese conocimiento para devolverle la vida a pupitres desvencijados, sillas sin respaldo y mesas rotas.
El proceso es casi artesanal: recolectan el mobiliario en desuso de las escuelas y, con paciencia, de cada dos o tres conjuntos rotos logran armar uno completamente funcional. Para ello, aprovechan recortes de madera MDF donados por carpinterías amigas de la zona.
El beneficio es que las escuelas reciben mobiliario renovado. Ya son tres las instituciones beneficiadas: el Colegio Secundario del barrio Esperanza, el Colegio Secundario Escribano Pedro Leconte y el Colegio Secundario Cautivas Correntinas.
Por otro lado, el aporte para quienes realizan la tarea: «Le propusimos la valoración económica 5 a 1. Traducido a plata sería: el Ministerio de Educación gasta 150 mil pesos en comprar un pupitre y una silla nueva. En un aula eso se traduce a 4 millones y medio. Nosotros lo hacemos por el 20 por ciento de esa plata, o sea, recibo 900 mil pesos y recuperamos 30 conjuntos escolares en una escuela. La relación es 5 a 1 el reciclado», expresó.
A lo que agregó: «Ahí están contemplados todos los costos. Las becas de los chicos, vos imaginate, los chicos cobran una beca de 150 mil pesos. Para ellos es algo impensado, que nunca tenían y que ahora están aprendiendo un oficio y tienen su platita».
Vale destacar que la Fundación Odontológica Solidaria se creó en el 2015 y tienen seis áreas: Salud bucal; Discapacidad e inclusión; Alimentación saludable, Óptica; Deporte y recreación y la de Carpintería.
En todos los casos realizan importantes aportes a la comunidad más vulnerable.
Genera un sentido de pertenencia en los alumnos
De acuerdo con lo que relató Sergio, el valor más profundo del proyecto se reveló en su primera experiencia, realizada en la escuela secundaria del mismo barrio Esperanza. Allí, los propios alumnos se involucraron en la restauración de sus muebles. El resultado fue transformador: se generó un sentido de pertenencia y cuidado que antes no existía.

«Y hoy ellos son los que cuidan, los que cuando se va a romper un pupitre o una silla, ya acercan al taller y ellos mismos la reparan y la llevan», relata Sánchez. Esta experiencia demostró que el valor de un pupitre no está solo en su costo, sino en el esfuerzo invertido para recuperarlo. Como concluye el Presidente de la fundación, se produce un cambio de actitud «cuando vos sabés lo que te cuesta».
Con propuestas de directivos para empezar a reciclar armarios, estanterías y bibliotecas, el taller no solo repara madera, sino que reconstruye lazos comunitarios y fortalece el compromiso de todos con la educación.

