El chaqueño Emiliano Grillo brilló en la segunda ronda del 149° Campeonato Británico de Golf Abierto en Royal St George’s, Sandwich, en el Sureste de Inglaterra. Teniendo una semana espectacular. Grillo no venía atravesando buenos días, después de su controvertida renuncia a los Juegos Olímpicos, por la que recibió más rechazos que adhesiones. Luego no pasó los dos siguientes cortes clasificatorios en el PGA Tour. Las dudas habían impregnado su juego. Sin embargo, el rumbo cambia en este deporte en un puñado de días: su segunda vuelta con récord de 64 golpes (-6) y un total de 134 (-6) lo colocan en la lucha del Abierto Británico. En el campo de Royal St George’s quedó 7º y a cinco golpes del sudafricano Louis Oosthuizen (129, -11).
«Fue como si estuviera jugando con amigos», contó sonriente el jugador formado en Chaco Golf Club. Definitivamente, su semblante se había relajado después de un mes de julio que venía siendo sombrío para él, luego de una explicación que convenció a muy pocos acerca de su negativa a Tokio 2020 («Es una decisión absolutamente personal») y la consecuente pérdida de la plaza olímpica para Argentina. Decidido a apuntarle entonces a la FedEx Cup, encontró un nuevo pico de su rendimiento en el Abierto Británico, bajo un clima muy amigable que se reflejó en los bajos scores.
Es paradójico el corto historial de Grillo en este certamen. En 2016, cuando debutó en este major, consiguió un valioso 12º puesto. Pero en sus siguientes tres participaciones, en Royal Birkdale, Carnoustie y Royal Portrush, no pudo superar el corte clasificatorio. Es decir: a más experiencia, menos eficacia. Si bien las sedes del Open van rotando, el chaqueño nunca más pudo hacer las paces con este torneo grande… hasta esta cita, en la que dio un gran salto de calidad en la segunda jornada y recordó su jerarquía de jugador.
Más allá de que estuvo a un golpe de empardar el récord de vuelta en Royal St George’s (63 de Nick Faldo en la segunda ronda de 1993), el registro de 64 de Grillo toma una destacada dimensión regional, ya que es el score más bajo para un jugador latinoamericano en la historia de los majors. Igualó lo conseguido por Horacio Carbonetti en Muirfield 1980, cuando firmó esa cantidad de golpes en el segundo giro. Ese mojón estadístico puede ser un punto de partida importante para el chaqueño de 28 años, que deberá contrarrestar su karma de declinar en las definiciones de los torneos.
En el trayecto de ida, Grillo alternó birdies en el 2, 5 y 6 con bogeys en el 4 y el 7. Pero en el recorrido de vuelta, arrancó con un acierto en el 10, se vio lo mejor de su repertorio: nada menos que otros cinco birdies en los últimos siete hoyos para cerrar un día increíble, estuvo a punto de recolectar un águila, sumó 9 birdies y 30 golpes en sus últimos 9 hoyos. «Casi me sentí como si estuviera jugando con gente amiga en casa. Es un campo de golf duro; tenés que jugar bien», señaló el chaqueño, cuya tercera vuelta lo mantenia expectante para la jornada definitiva.
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