La parroquia Nuestra Señora de Itatí de la Capital es reconocida por sus múltiples acciones solidarias. Se pueden nombrar, el refugio para familiares y pacientes de los distintos hospitales, las colectas para los que menos tienen o el comedor que da desayuno, almuerzo y merienda a unas 200 personas por día. Pero no es todo, cada Navidad hay algo que la distingue todavía más. Se trata de un imponente pesebre artesanal, con diferentes escenas del nacimiento de Jesús que convoca a visitantes de toda la ciudad.
Esta obra, reflejo de una profunda devoción cristiana, tiene casi diez metros y es visible ya desde la entrada de la parroquia que está en la esquina de la avenida Teniente Ibáñez y Blas Parera. Es resultado de un trabajo de más de dos semanas, llevado adelante por Isabel Franco y Gustavo Berni, un matrimonio que colabora permanentemente con el templo. Los ayudan, por supuesto, personas del refugio y de la comunidad parroquial.
La labor es meticulosa y cada año va creciendo, en cuanto a tamaño y dedicación. El padre Roberto Pini, a cargo del lugar, contó a EL LIBERTADOR que incluso las vestimentas de los personajes de cada una de las escenas, respetan lo que dice la historia. «Isabel mira videos y estudia esos detalles de la época para que todo sea lo más fiel posible», dijo.
Ese esfuerzo está a la vista. Se ve el paño azul oscuro que simula un cielo nocturno cubierto de estrellas; en las terminaciones de las casitas del pueblo de Belén, que tienen luz propia gracias a una cuidadosa conexión eléctrica, tarea del señor Berni; en los rostros de cada uno de los personajes, e incluso en los colores que pintan todas de las partes del relato bíblico representado.
RESCATE
DEL PASADO
Este pesebre, que hoy causa admiración, comenzó a montarse en la parroquia hace más de diez años. Al principio era mucho más pequeño, pero cada Navidad fue incorporando nuevos elementos que lo hicieron lo que hoy es.
Pini contó también que el matrimonio que lo arma cada año, busca recuperar una tradición. Invitan a través de su trabajo a que las familias monten los suyos en sus casas y los compartan con la comunidad.
Para los interesados en visitar el pesebre de la Parroquia, lo pueden hacer hasta finales de enero, por la mañana y por la tarde. La única condición es respetar el protocolo sanitario y si quieren acercar donaciones al refugio o el comedor, todo es bienvenido.
La costumbre de difundir la fe entre generaciones
En diciembre de 2019, el Papa Francisco escribió la Carta Apostólica «El admirable signo del pesebre», sobre el significado y el valor de una tradición que ayuda a transmitir la fe de padres a hijos. El texto dice, entre muchas cosas: «El hermoso signo del pesebre, tan estimado por el pueblo cristiano, causa siempre asombro y admiración. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría. El belén, en efecto, es como un Evangelio vivo, que surge de las páginas de la Sagrada Escritura. La contemplación de la escena de la Navidad, nos invita a ponernos espiritualmente en camino, atraídos por la humildad de Aquel que se ha hecho hombre para encontrar a cada hombre. Y descubrimos que Él nos ama hasta el punto de unirse a nosotros, para que también nosotros podamos unirnos a Él».
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