El río Paraná, nace en Brasil, recorre casi 5.000 kilómetros hasta su desembocadura en el río de la Plata.
En estos momentos del año, empezó a recuperar sus niveles habituales de agua, luego de una bajante que se ubicó cerca de los peores registros históricos.
Los antecedentes de la crisis vinieron encogiéndose desde 2019 y han tocado mínimos que no tenía desde hace años.
Secando de esta manera lagunas, riachos y dejó al descubierto una buena parte de su valle y planicie de inundación.
IMPACTO
AMBIENTAL
En un informe de la Universidad Nacional del Rosario, el delta a mediados de 2021, tenía una cobertura del 6 por ciento.
Cuando el delta, en realidad, en sus tiempos normales suelen ser de un 40 por ciento de cobertor.
Los principales motivos de esta bajante son el aumento de la demanda hídrica, el uso de la tierra y la sequía.
Con la sequía se observó una disminución del aporte de agua significativo y obligó a un seguimiento.
Según el reporte preliminar del Servicio Meteorológico Nacional, el año 2022 se ubica en el puesto número 18 de los años más secos desde 1961.
La falta de lluvias abundantes desde la primavera de 2020 hasta el otoño de 2021 no permitió que se recargue lo suficiente antes del invierno.
Esta estación se caracterizó por tener un período de menores lluvias en el año.
Otro motivo de la bajante fueron los incendios que tuvo un gran impacto durante el verano pasado en Corrientes.
Según la Unidad de Emergencias y Alertas Tempranas de la Comisión Nacional de Actividades Especiales (Conae), han alcanzado alrededor de 680.000 hectáreas en los primeros dos meses del año.
Se detectó un impacto negativo en la quema en variables que tienen importancia en el sostenimiento de la salud de los suelos.
Las causas de la bajante fueron agravadas por causas antrópicas, en un escenario de profundo cambio climático global.
ECONOMÍA
REGIONAL
La bajante afecta a pequeñas producciones que se realizan a campo inundado como el arroz, a la pesca artesanal y visitas guiadas por el caudal.
En relación con la fauna ictícola, al observarse la disminución del río, se genera la depredación.
Los pescadores y cazadores furtivos lo hacen en forma descontrolada, aprovechándose de la extrema situación.
Quienes trabajan realmente en la pesca, transitan con preocupación e incertidumbre con respecto de lo que puede pasar en el futuro.
La pesca artesanal, constituye uno de los principales ingresos de familias que habitan las islas y los bajíos ribereños.
Con una situación crítica, a causa de sequías e incendios, se produce la mortalidad de los peces.
Se pone en riesgo a los animales de la zona, como lo son el surubí y el dorado.
Los peces generan un problema socioeconómico, las personas que se mantienen mediante la pesca y quienes realizan la actividad pesquera, se ven afectadas en sus ingresos.
Otro gran problema exhibido es la navegación y la pérdida de los humedales para la producción.
Sin suelos productivos no se generan alimentos para vender y sin aguas resulta imposible navegar para exportar.
EN PRIMERA
PERSONA
Mariano Vallejos, realiza guías por sobre el río y dialogó con EL LIBERTADOR respecto al tema.
Acerca de ella comentó «fue catastrófica con la bajante para con el Paraná, sobre todo con este sector».
En cuanto a la pesca deportiva «afectó a ciertos puntos pesqueros como la zona del Alto Paraná, lo que es la zona de Itatí hacia arriba estuvo muerta todo el año, porque el agua no subía y los cardúmenes de peces no llegaron», agregó.
Sobre la devolución de peces «no se respetó la devolución obligatoria que estuvo vigente en Corrientes», expresó.
Desde el sector de los pescadores deportivos como la Asociación de Pescadores Deportivos del Litoral (APD), siempre se remarca la devolución obligatoria para todas las especies.
«Gran parte del sector turístico de Corrientes no respetan aún la devolución, entonces se ve un impacto negativo», dijo Vallejos.
El Gobierno informó que el río presenta fase de descenso, según señaló el último informe del Instituto Nacional del Agua (INA), publicado por el Instituto.
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