En la era de la inmediatez digital, a veces un gesto virtual puede ser más elocuente que cualquier discurso de concesión. Eso fue lo que sucedió con el candidato de Limpiar Corrientes Martín «Tincho» Ascúa, cuya trayectoria en redes sociales durante la noche electoral expuso la distancia entre sus expectativas y la contundente realidad de las urnas.
Alrededor de las 18, minutos después del cierre de los comicios, Limpiar Corrientes transmitía un mensaje de euforia contenida. Basado en un boca de urna y en un clima de optimismo, el propio Ascúa publicó en sus redes un mensaje categórico: «¡Estamos en segunda vuelta! A todos los correntinos que depositaron su confianza, gracias». La publicación, acompañada de una imagen de festejo, buscaba instalar un escenario de balotaje y contrarrestar la proclamación de victoria en primera vuelta que ya había hecho el oficialismo.

En simultáneo, voceros de su espacio reforzaban esta postura y sembraban dudas sobre la transparencia del proceso, denunciando supuestas irregularidades. La estrategia era clara: disputar el resultado y forzar una definición para más adelante.
Sin embargo, la narrativa se derrumbó poco después de las 22. Cuando la Junta Electoral comenzó a publicar los primeros resultados oficiales del escrutinio provisorio, la tendencia fue abrumadora: Juan Pablo Valdés superaba el 50 por ciento de los votos, sacando más de 30 puntos de ventaja sobre Ascúa y garantizándose así un triunfo en primera vuelta.
Con la realidad de los números sobre la mesa, se produjo el gesto que marcó el final de la contienda: la publicación en la que Ascúa aseguraba el balotaje fue eliminada de sus redes sociales. El posteo desapareció, y el silencio se apoderó de su búnker. Lo que había comenzado como una proclama de resistencia y esperanza, terminó en un reconocimiento tácito de la derrota a través de un simple clic.

