A principios del mes de diciembre, el precio de los combustibles superó la simbólica barrera de los 2 mil pesos por litro en las variedades premium.
Con esta modificación en los surtidores, servicios como los remises con el transporte de pasajeros se vieron afectados. Por lo cual, la presión de los costos operativos forzó al sector a consensuar una nueva política tarifaria.
«Nosotros sabíamos que iba a haber una nueva modificación, por eso habilitamos a las agencias, las que estaban en condiciones, a modificar a 2.500 pesos la mínima», contó Juan Castillo, uno de los referentes de la Asociación de Remises de Corrientes, en diálogo con EL LIBERTADOR.
A lo que agregó: «Es el techo, de ahí para abajo, las agencias van a optar de acuerdo al mejor mercado, o a su mercado la tarifa más conveniente, pero era necesario consensuar un techo para hacer una corrección, teniendo en cuenta que diciembre es un mes relativamente propicio para modificaciones. No tanto así enero y febrero, digamos que son meses donde la demanda desciende, y la consecuencia es que no se pueden seguir absorbiendo incrementos».
CONSECUENCIAS
El consenso para fijar este máximo tarifario, según indicó, responde a las «modificaciones contundentes» de precios recibidas.
Los insumos que más influyeron en la operación diaria fueron también repuestos, aceites y lubricantes. «Son los que se utilizan de manera más arriba, es lo que más se nota, pero después hay otros insumos que no se tienen en cuenta, pero que son también importantes», sostuvo.
PELEA REITERATIVA
Desde el sector señalaron que, históricamente lucharon por seguir el ritmo de la inflación en este segmento.
A pesar de correcciones previas, como la de septiembre, las naftas han «ganado de manera contundente» esta carrera de precios, aseveró Castillo. El aumento en insumos en los últimos seis meses, subieron entre un 25 y 27 por ciento, respectivamente.
«Eso se hace que sea inalcanzable en las correcciones o el traslado de costos a la tarifa», advirtió. Por lo que, explicó que se debe a dos factores principales, por un lado el mercado local que no tiene capacidad para resistir tantos aumentos y, además, el constante ritmo de incremento del combustible persiste incluso en medio de una desaceleración inflacionaria general.

