La mente detrás de esta iniciativa, Martín Morel, compartió con el diario EL LIBERTADOR cómo surgió la idea: «arrancamos en 2018 como hobby y en 2020 empezamos con los destilados». La formación académica de ambos, padre e hijo, fue clave: «Mi papá se jubiló y empezó a acompañarme en este proyecto. Ahora trabajamos a full. Los dos somos ingenieros químicos y estudiamos bastante sobre el proceso industrial».
Este conocimiento profundo les permitió llevar su pasión más allá de lo recreativo, en busca de más profesionalización y mayor calidad. El camino no fue lineal. De producir en casa, pasaron a alquilar un galpón y luego una fábrica. «Fue todo un proceso», afirmó el emprendedor, quien al principio combinaba su trabajo en relación de dependencia con el proyecto, hasta dedicarse «casi full time» a Morel.
AMIGABLE
Pensar la marca fue un desafío, ya que al momento de bautizar el emprendimiento se encontraron con que muchas de las opciones que tenían en mente ya habían sido registradas. Finalmente, optaron por Morel, el apellido familiar. La elección del logo, un carpincho, no fue al azar: «es un animal autóctono de la zona. Lo elegimos porque consideramos que es querible y muy amigable. Es lo que buscamos transmitir con la marca: que sea una opción para
estar entre amigos, queremos que prevalezca la idea de compartir el producto». Esta identidad, arraigada en lo local, se extiende a todas sus elaboraciones.
INNOVACIÓN
La innovación es un motor constante en Morel. El proceso de creación de nuevos productos es meticuloso: «Tenemos equipos a pequeña escala, con los que hacemos pruebas. También nos dedica
mos a ver cuáles son las tendencias en el mercado. De esta forma, tratamos de aplicar esas influencias a nuestros productos locales. Además, siempre leemos mucho, consideramos que investigar mucho es importante». Las decisiones aquí las toman de forma colaborativa, analizando y charlando, incluso realizando pequeñas catas con amigos y especialistas para evaluar la recepción de nuevos productos.
La intuición también juega un rol importante en su manera de tomar decisiones, pero para los Morel, la base siempre son el estudio y la investigación. Incluso han explorado técnicas de otros países, como la elaboración de cerveza cien por ciento de arroz, inspirada en Japón. La colaboración con otros organismos, como el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), también forma parte de su estrategia y marca identitaria.
El trabajo en equipo con su padre es «espectacular». Comparten no solo el conocimiento de la ingeniería química, sino también una pasión por lo que hacen. «Se comparte mucho más una pasión», afirma, destacando el vínculo familiar fortalecido por el proyecto.
DESAFÍOS
«Todo el tiempo hay desafíos nuevos, hay problemas», reflexionó. La pandemia, por ejemplo, fue un gran obstáculo, pero también se convirtió en una oportunidad para lanzar nuevos productos. La perseverancia es la clave, al respecto sostuvo que «hay que levantarse y seguir, hasta que llegás».
«La pasión hace que uno se motive siempre», aseguró el creador de la marca, quien desde joven ya manifestaba interés por tener una cervecería propia, según le confirmaron sus amigos en confianza. El camino del emprendedor implica un aprendizaje constante, desde la comunicación y las ventas hasta la gestión del riesgo. «El que no arriesga no gana, hay que hacerlo siempre, pero con base sólida», aconsejó. Además, subrayó la importancia de analizar probabilidades y riesgos, así como también de basar la toma de decisiones en una planificación pensada y elaborada con tiempo.
RAÍCES QUÍMICAS
Uno de los pilares de Morel es el uso de ingredientes locales. Los destilados son un reflejo de la riqueza de la región: el Gin de Otoño, premiado con una medalla de bronce, se elabora con mandarinas y naranjas de Bella Vista y Monte Caseros. Además, cuentan con un Gin añejado en Roble Francés, también distinguido.
«Es importante para nosotros y también a nivel sudamericano, porque había jueces internacionales, competimos con productos de toda Sudamérica», destacó. Este reconocimiento se sumó al primer premio que obtuvieron en la Copa Mesopotámica de Cerveza en 2024.
«Es la primera vez que participamos de este certamen, así que nos fue re bien», celebró. Además, el joven ingeniero destacó que «la respuesta del público es muy buena», y aseguró que «la marca Morel de esta forma gana más adeptos, atraídos por la calidad y el prestigio de los premios».
«La idea es seguir expandiéndonos. Sacar nuevos productos, siempre estamos tratando de renovarnos», afirmó Martín. Además de su producción ofrecen un aperitivo a base naranja y el «Negroni», un producto listo para tomar, ideal para el invierno. Siempre buscan nuevas formas de llegar al público, como el «gin tirado», enfocado más hacía la venta en bares.