Un análisis de los indicadores económicos de julio de 2025, publicado por el Instituto Provincial de Estadística y Ciencia de Datos (Ipecd), revela una profunda y creciente brecha en la forma en que se transportan los pasajeros en la provincia. Mientras el transporte aéreo experimenta un sólido crecimiento, el uso de la terminal de ómnibus de la Capital se ha desplomado. Este fenómeno local es, en realidad, el reflejo de dos crisis nacionales que viajan en direcciones opuestas y dibujan un panorama de dos Argentinas muy distintas en la movilidad de sus ciudadanos.
El golpe más duro se evidencia en el transporte terrestre. La cantidad de pasajeros en la terminal de Corrientes fue de 64.554 en julio, una cifra que representa una drástica caída interanual del 36,4 por ciento. Este indicador, clasificado en «rojo» por el semáforo económico provincial, no es un hecho aislado. A nivel nacional, el transporte de larga distancia atraviesa una «crisis terminal», según las propias empresas del sector. Las causas son múltiples: el aumento del costo de los boletos en relación con los salarios, la reducción de subsidios nacionales que obliga a las empresas a recortar frecuencias y servicios, y un deterioro general en la calidad de la prestación. El resultado es un círculo vicioso: a menor servicio y mayor costo, menos pasajeros viajan, lo que agrava aún más la crisis de las empresas.
En el otro extremo, el aeropuerto internacional Doctor Fernando Piragine Niveyro presenta un panorama opuesto. Durante julio de 2025, registró 18.144 pasajeros, marcando un crecimiento interanual del 12,5 por ciento, un ritmo incluso superior al 8 por ciento de crecimiento que experimentó el cabotaje a nivel nacional en el mismo mes. Este auge se enmarca en una política nacional de «cielos abiertos» que ha impulsado la conectividad y la competencia. La expansión de aerolíneas de bajo costo ha jugado un papel fundamental, acortando la brecha de precios con el transporte terrestre. En muchos trayectos, volar ya no solo es más rápido, sino también más económico que pasar más de 20 horas en un ómnibus. De hecho, julio de 2025 marcó un récord histórico de pasajeros aéreos en Argentina, consolidando una tendencia de crecimiento sostenido.
La marcada divergencia entre los dos principales centros de transporte de Corrientes es más que un simple dato estadístico; es un termómetro social. Revela la existencia de un sector de la población con la capacidad económica para acceder a un transporte aéreo cada vez más competitivo y eficiente, que valora el tiempo y la comodidad. Al mismo tiempo, expone la vulnerabilidad de otro sector, dependiente del transporte terrestre, que hoy enfrenta un servicio más caro, menos frecuente y de peor calidad. La caída del 36 por ciento no solo representa a quienes cambiaron el ómnibus por el avión, sino también a una gran cantidad de personas que, directamente, han dejado de viajar.
En definitiva, los datos de movilidad de Corrientes ilustran una fractura económica. Mientras unos vuelan en un mercado en expansión, otros se quedan en tierra, con cada vez menos opciones y a un costo mayor. La brecha entre el cielo y la tierra nunca ha sido tan evidente en el transporte correntino.

