Facundo Campazzo recibe la pregunta de cómo lleva esta explosión popular que causó su llegada a la NBA e intenta detener el impacto que le genera verse en ese lugar que, un poco, lo incomoda. Aunque sepa que la realidad es otra, que su figura carismática traspasa las pantallas, sus jugadas se viralizan como las de pocas estrellas y el amor de la gente llega a niveles insospechados. «Realmente me ha impactado todo lo que se produjo en esta temporada, la magnitud que tomó esto. Me sorprendió y, en un punto, me superó porque no esperaba tanto. Trato de no consumir mucho, pero es inevitable. No sé, tal vez no tomo dimensión a veces. O no me doy cuenta. O, en realidad, quizá no quiera darme cuenta lo que se genero», reflexiona en voz alta en una charla distendida con Prensa CAB mientras detrás se escucha el ruido de las máquinas y de las mesas de juego que tiene el nivel Casino del imponente hotel Planet Hollywood de Las Vegas. Pero el croupie de la Selección, el que maneja las cartas del equipo, se concentra y reparte sensaciones como es él, de forma genuina, y como hace en la cancha con sus mágicos pases gol.
¿Cómo explicás el fenómeno Campazzo?
-Primero, porque hace mucho que no se veía un jugador en la NBA, es como que la gente necesitaba y ahora, además de mí, llegaron «Tortu» y Luca. Y se nota esa alegría de la gente, el volver a tener ese gran interés en la NBA. Noto que todo lo que pasó en el Mundial, lo que logramos y cómo representamos al país, fue un puntapié y empezaron a seguir mucho más. Y ahora, que hayamos dado este salto, con lo genera la NBA, potenció ese interés. También es cierto que los argentinos son muy locos (se ríe). En realidad, muy fanáticos y te siguen de una manera especial, sobre todo cuando ven que respetan el juego y lo hacés con pasión.
-Yo intento ser yo. En realidad, no intento. Me nace ser yo. No lo fuerzo. No me gusta ponerme el cassette… No siempre se puede, pero intento que esa línea, entre lo que quiero y se puede declarar, sea lo más fina posible, sin importar el qué dirán. Me muestro auténtico y tal vez eso le atrae a la gente. También es verdad que, en un mundo de gigantes, uno de 1m78 llama la atención. Y que me guste tirarme de cabeza, jugar con intensidad, eso también le gusta a mucha gente. Es posible que se den cuenta también que amo el básquet, amo competir y siempre juego con la pasión que siento por este deporte…
Entre lo que mostrás está tu familia, tu vida. Y se te nota más maduro, tranquilo y reflexivo. ¿Puede ser un poco de eso también?
-Sí, es verdad. Siento que afuera estoy en el mejor momento en mi vida y, cuando eso pasa afuera, es inevitable que lo traspases adentro. Terminás siendo de la misma manera… Es verdad que estoy en un equilibro muy bueno y soy el mismo de siempre, aunque con una hija y eso te cambia mucho, para bien. Pero es verdad que estoy disfrutando de jugar, de mi familia, de lo que me pasa. Cada cosa que hago la disfruto.
Se nota. Se nota en las redes y en el minuto a minuto de esta concentración en Las Vegas. Campazzo sigue siendo el Facu jodón y cariñoso de siempre, el que está atento a todo y todos, el que te estira una mano, te presta una oreja o simplemente te sonríe. Más allá de que su status deportivo haya crecido, que sea NBA y cada día un mejor jugador, siempre sigue siendo el atorrante cordobés, ese pibe con calle, solidario, buena onda y gran compañero que ama las cosas simples. Como encontrarse con sus amigos y compañeros, en este ámbito de Selección, por primera vez en dos años. Este reencuentro ha sido como lo esperaba, incluso noto más ganas que antes. Tal vez porque todos esperábamos vivir esto en 2020, pero la postergación de los Juegos lo estiró todo un año más. Cuando esto pasó pensé ‘uy, qué cagada, no vamos a estar juntos, no vamos a poder seguir la historia en Tokio’, pero por suerte estamos de nuevo acá. Y lo disfrutó porque se extraña, el pasar tiempo con mis amigos, el vivir el día a día de cada proceso. Es hermoso. Acá siempre que venís hay una energía, nos planteamos objetivos y notas que todos tiramos para el mismo lado. Y es motivante, ilusionante.
Igual, es natural que eso pase, que los más grande, con más tiempo en el equipo, vayan ocupando ese rol de liderazgo, aunque no quieran.
-Sí, pero depende de cada uno, de lo que le nace, o como le gusta ser. Nosotros todavía lo tenemos a Luis (Scola), que nos sigue marcando el camino, pero es verdad que los que estamos hace más debemos empezar a bajar línea de los valores que vienen de otras camadas… El ser responsables, que vestir la camiseta argentina y todo lo que representa sea una presión positiva, sin que nadie pierda la esencia de quien es.
¿Y en qué te sentís un mejor jugador después de este año en la NBA?
-En lectura y en la toma de decisiones, algo muy importante para un jugador. Uno debe decidir en milésimas y no es fácil, a veces, tomar una decisión correcta. En la NBA debe ser todavía más rápido porque si te demorás, ya es tarde. No fue fácil para mí en el comienzo de temporada y sigue siéndolo. Pero está claro que jugar a otra velocidad y tener que ejecutar así me ayudó bastante.
¿Y qué siente y piensa un jugador en un comienzo de preparación. Cuánta confianza, cuántas certezas y, a la vez, cuántas inseguridades, el ‘cómo estaré, me saldrán las cosas’’?
-Pasás por todos los estadios. A veces decís ‘estamos muy bien’, al otro día ‘basta de perder pelotas’, al siguiente ‘tenemos que ajustar algo’, pero es normal, parte de este proceso que debemos disfrutar. Porque cuando disfrutás, mejorás. La química y el juego. Esta previa no deber ser una mochila. Es el momento de para adelante, equivocarnos, ir, ser exigentes, porque además sabemos que tenemos un cuerpo técnico muy bueno.
Y qué te parece esta idea de «Oveja» de subir aún más la apuesta, ser un equipo todavía más agresivo, más arriesgado, que provoque al rival?
-Si queremos seguir compitiendo y creciendo, debemos subir la exigencia. No es que en el Mundial los rivales no estaban preparados, pero en cierto punto fueron más tranquilos y relajados a jugar contra nosotros, tal vez pensamos inconscientemente que no éramos para tanto. Y eso lo aprovechamos muy bien, pegamos primero y no les dimos respiro. Ahora queremos ser mejores que en el Mundial. No regalar pelotas, estar mejor en los rebotes, para que no nos pase lo de la final… Y creo que podemos. Deberemos también adaptarnos a los rivales que nos duerman la pelota, que no nos permitan hacer nuestro juego. Trabajamos para eso, en potenciar nuestro adn.
¿Por último, sentís que por lo que hicieron en el Mundial y cómo han crecido individualmente, Argentina será candidata en Tokio?
-Jugar un Juego Olímpico es una responsabilidad de por sí y, para mí, no tenemos que gastar energía en si podemos ganar o no, si vamos de candidatos o no. Todo eso te lo va a dar el torneo. No debemos cargarnos de más responsabilidad de lo que deberíamos. Tenemos que ir paso a paso. Parece una frase hecha, pero es así y, en nuestro caso, siempre ha sido fundamental. Tenemos que mirar para adentro, sin ver otro resultado ni otro partido. Sólo nos preocupemos por jugar a nuestra manera y ser el mejor equipo que podamos ser. Luego veremos para qué alcanza…
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