arlos Montiel, de poco más de 60 años, quien participó en la gesta de Malvinas por la recuperación de las islas y aún se siente combatiente, cabalga desde la provincia de Buenos Aires hasta Yapeyú para honrar al general San Martín y con el objetivo de acompañar al granadero que realice la guardia en el Templete que guarda los restos de la casa natal del Padre de la Patria.
Montiel, que vive en la ciudad bonaerense de General Rodríguez, se siente un apasionado por la historia argentina y ahora cabalga hacia la localidad de Yapeyú para rendir homenaje al Padre la Patria, comentó en comunicación con EL LIBERTADOR desde Concepción del Uruguay, Entre Ríos, donde se encontraba este miércoles.
«Soy sanmartiniano hasta la médula», enfatizó quien emprendió su camino el 17 de Agosto, pocos minutos después de las 16.30. «Era importante hacerlo en una fecha emblemática y me pareció esa la correcta. Hace dos semanas estoy en camino, disfrutando muchísimo de todos los pueblos en los que me dan la bienvenida», expresó en tono de gratitud.
El ex combatiente o «combatiente» como se define él y muchos otros de sus camaradas, dejó algo claro: no pretende ser héroe de nada, «simplemente es un homenaje al Libertador, a los 632 caídos en Malvinas y a todo lo que sea nuestra cultura y tradición, valores que estamos perdiendo de vista los argentinos», alertó.
Con ese fervor por los valores y costumbres nacionales, hizo referencia al esfuerzo que implica la travesía que realiza y enfatizó que «la Patria se hizo a caballo, por eso decidí hacerlo de esa manera, arreglándome con lo que encuentro por el camino».
POR LA IDENTIDAD
SELLADA A FUEGO
Relató que el viaje, más allá del homenaje a San Martín y a la gesta de Malvinas, apunta a defender las tradiciones, la familia, el idioma y la religión. «Es defender todo eso que nos representa como argentinos. No quiero ser ejemplo de nada, pero si sirve para despertar al menos alguna conciencia, me doy por hecho», reiteró.
PREPARATIVO CON
PAMPA Y SOMBRA
Previo a su recorrida, casi un mes antes de iniciar el viaje, Montiel comenzó su entrenamiento personal, así como también el de Pampa y Sombra, los dos caballos que lo acompañan. «Veinticinco días antes de emprender la cabalgata me decidí a hacerlo. Pampa y Sombra, mis dos caballos, estaban preparados. ¿Cuándo estuvo en mí esa idea? Creo que casi toda la vida», expresó orgulloso.
Durante el entrenamiento, lo fundamental fue su experiencia a caballo y tratar de estar en forma. «Bajé 8 kilos antes de salir y a los caballos les hice todos los estudios y análisis necesarios para que estén en condiciones. Veinte días antes, les reforcé la alimentación, lo cual consistió en darles avena, maíz partido y penca de alfalfa, a la mañana y a la tarde».
OBJETIVO
A poco más de diez días de llegar a destino, Montiel tiene en claro su principal objetivo y hasta se le quiebra la voz al contarlo: «Sólo tengo una prioridad en mente, una foto, un video que me está carcomiendo la cabeza: acompañar al granadero cuando realice la guardia en el templete ¡Sueño con eso!», exclamó. «En poco más de diez días vamos a estar enchamigándonos allí, en algún lugar de Corrientes», confió.
A pura identidad, contra el coletazo desculturizador de la globalización
A lo largo de la entrevista, el combatiente de Malvinas, Carlos Montiel se refirió a los motivos que lo impulsaron a tomar la decisión de cabalgar hacia Corrientes, palabras que retumban como alarma y cuyas hondas atraviesan hacia todas las esferas de la vida de todos los argentinos, desde el más encumbrado al ciudadano «de a pie».
«Hay cuestiones que me movilizaron. Tengo 11 nietos y no hace mucho tiempo que uno de ellos me dijo que tenía que ir a la escuela disfrazado de gaucho. Eso me dolió mucho, nosotros no nos disfrazamos con estas pilchas de pañuelo al cuello, sombreros, bombachas y alpargatas, porque son nuestras pilchas. Es nuestra costumbre, nuestra tradición, nuestros valores y deben ser respetados de esa forma», explicó y agregó: «Entonces, decidí hacer que ellos tomen conciencia de esta forma».
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