Corrientes, en el noroeste argentino, no es solo chamamé y río. En los últimos cinco años, se ha convertido también en un tapiz urbano, en el que el color se mezcla con las historias de quienes la habitan. No son galerías de lujo ni exposiciones elitistas. Son las paredes de los barrios. Son los rostros de los vecinos. Son las manos de niños, abuelas, artistas locales y migrantes, todos con pincel o brocha en mano. Y, aunque no lo parezca, esto va más allá del arte: es regeneración urbana.
Según un estudio del Observatorio Urbano Federal (2023), en los barrios que implementaron programas de arte comunitario, se registró un aumento del 26% en la participación vecinal en proyectos de mejora urbana. Y ese número crece año a año.
Murales: el grito de los muros
Un muro gris puede ser frontera. O puente. Depende de quién lo mire. En el barrio Juan de Vera, por ejemplo, un mural de 50 metros representa la historia de las lavanderas del río Paraná. No fue pintado por un artista de renombre, sino por 27 personas del barrio, muchas de ellas mujeres mayores que compartieron recetas, anécdotas, secretos. El mural es bello, sí, pero lo más poderoso es el proceso.
Frente a ese mural, los adolescentes ya no rayan insultos. Ahora, posan con sus camisetas del club barrial. Una vecina nos cuenta: “Acá antes ni se saludaban. Ahora todos nos conocemos por el nombre.” El arte no solo decora: reconstruye la trama.
Y esa trama, curiosamente, también se teje digitalmente. Muchos de los jóvenes que coordinan los talleres usan aplicativos para atingir metas de acondicionamiento físico como una forma de integrar movimiento con arte. Caminatas para conocer muros, pasos medidos para recorrer el barrio, kilómetros sumados que cuentan historias mientras se pinta.
Seguridad digital y participación comunitaria
Por lo tanto, una de las tecnologías emergentes es la integración de algunas ONG en las redes conectadas a la comunidad de ciberseguridad. Todo esto se basa en el concepto básico de usar VPN diseñadas para proteger la privacidad en la red, de modo que los datos se guarden fácilmente. Si instalas una VPN para iOS, nadie podrá robar tus datos. Una buena VPN para iOS, como VeePN, es como las paredes de una casa. Obviamente, es mejor vivir en una casa que en un terreno baldío.
Talleres vecinales: creatividad como resistencia
Los talleres vecinales de arte funcionan como puntos de encuentro. No importa si alguien sabe dibujar. Importa que esté. La participación es la obra. En Corrientes, hay al menos 14 talleres activos que combinan pintura, reciclado, teatro callejero y cocina. Lo curioso es cómo se cruzan disciplinas y generaciones. En uno de ellos, los más chicos pintan mientras los adultos mayores comparten cuentos en guaraní. En otro, adolescentes trabajan en proyectos gráficos digitales, mezclando arte urbano con herramientas digitales de nutrición: sí, usan aplicativos de monitoreo nutricional para enseñar a diseñar murales que representen la salud comunitaria, la alimentación consciente y la relación entre cuerpo y entorno.
La comida, el cuerpo, el movimiento: todo entra en el taller. Es arte integral, sin moldes. Es urbanismo participativo sin planos. Y es resistencia también, porque no se trata solo de embellecer lo feo, sino de resignificar lo que se quiere olvidar.
Ahora, una nota sorprendente: en muchos sentidos, la digitalización está avanzando. Por supuesto, esto también se debe al aumento de las ciberamenazas. Pero también es posible combatirlas, especialmente porque VeePN VPN es fácil de usar. Transmite actividades por canje, organiza reuniones en línea y ayuda a mantenerse al día con los juegos. Entonces es hora de irse, y hay muchas más opciones para ahorrar dinero.
Impacto real: números, palabras, color
En números, según datos del programa “Corrientes Participa” (2024), más de 7.800 personas participaron directa o indirectamente de actividades de arte comunitario ese año. Se registraron 84 murales, 19 encuentros intergeneracionales y 312 talleres. ¿Resultado? Bajó un 18% la percepción de inseguridad en zonas intervenidas, y aumentó un 34% la satisfacción vecinal con el espacio público.
Pero más allá de las estadísticas, está el relato. Una niña de 11 años que dice que ahora su mamá le sonríe más desde que empezaron a ir juntas al taller. Un joven que dejó de grafitear su nombre para pintar historias con otros. Una mujer mayor que ahora se siente “útil” porque sus recuerdos forman parte de un mural en la plaza.
Conclusión: ¿y si el arte fuera infraestructura?
Pensar el arte como pavimento, como semáforo, como columna de alumbrado. ¿Y si no fuera decorativo sino estructural? En Corrientes, el arte comunitario ya es parte de la planificación urbana, aunque no siempre lo reconozca el Estado. Porque una comunidad que pinta juntas es una comunidad que se habla, se escucha, se cuida.
El arte en los barrios de Corrientes no es solo brocha. Es micrófono. Es espejo. Es red. Y también firewall, cuando se cruza con la tecnología y la defensa digital.
Así, un taller vecinal puede ser tantas cosas como sus asistentes: cocina, pantalla, banco de ideas, refugio. O trinchera. Y eso, quizás, sea la forma más radical de regenerar una ciudad.

