«Nos dejó físicamente un gran amigo, Luis María Rudas». Con él partió un poco de la institución. Luchador nato, dentro y fuera de la cancha, gran parte de su vida, de su mejor época, la vivió con la divisa aurinegra incorporada a la piel. «La Comisión y la familia antorchera lamenta profundamente su partida y ruega por su descanso eterno.
La triste noticia de la desaparición física de Luis María Rudas, quien entregó su vida a su extensa labor de bancario, a reconstruir su querido club Antorcha, del que participó en el mes pasado de su semana de festejos, dejando un profundo dolor su partida en familiares, amigos y Saladas toda. La impronta que la partida de Luis Rudas nos deja a todos no es una simple página de la historia reciente, sino un capítulo brillante del esplendor que hoy luce su viejo club: Antorcha.
Rudas fue uno de los artífices de la recuperación del club, desde su estadio, sus reuniones deportivas, culturales e incluso religiosas. Ha sabido ser un gran jugador de básquet y en especial un entrenador exigente y por demás exitoso, dándole a la «aurinegra» tres campeonatos seguidos: 1979, 1980 y 1981, cuando los saladeños vivíamos los clásicos a estadio lleno, y con repercusión provincial. Trabajó también en forjar su espíritu de fe, en movimientos de iglesia y siendo artífice importante en la creación de FM San José 106.7, inaugurada el 19 de marzo de 1995, hoy transformada en repetidora de Radio María Argentina.
Por aquellos años integró el directorio de la novel emisora, guiando las inversiones realizadas para la puesta en funcionamiento de la misma, que generó un verdadero impacto en la localidad.
Sus últimos años los pasó al calor de su familia y siempre en contacto con los de su generación, con un tema recurrente: Antorcha. Durante la semana de festejos, y aún antes, vivió como un niño cada paso que se daba en el club, su presencia constante viendo el avance de las obras y finalmente los festejos, que significaron un reencuentro con viejos amigos y jugadores.
Nos ha dejado un hombre de bien, dueño de un carácter y un temperamento que no aceptaba medias tintas, todo dentro de una nobleza de conducta que lo llevó a ser muy apreciado por quienes lo trataron. Gracias Luis por tu entrega de toda la vida, por tu amistad de siempre, por mostrarnos que las grandes obras no son para tibios ni timoratos, sino para valientes y determinados.
«Parte en paz, ve al encuentro de tu premio, los que te conocimos quedamos con el dolor de tu ausencia, aunque con la seguridad de que no has pasado en vano por este mundo, has dejado a tu paso mucho y buenos recuerdos, y obras que fueron producto de tu pasión deportiva y convicción de fe. Hasta pronto…
Por Aldo Axel Barberán – Saladas
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