Especialistas aseguran que trabajar de forma constante trae problemas tanto a la salud física como mental. No tener tiempo para uno mismo o para con sus allegados pasa a ser una situación grave para la vida.
Cynthia Calgaro, psicóloga (MP 964) concordó: «Trabajar demasiado significa que la mayor parte de nuestro tiempo se invierte en tal actividad, dejando en todo caso espacio para el descanso, pero prácticamente nada para lo que es una vida plena».
CEGUERA POR LOS OBJETOS MATERIALES
Además, esta situación que se termina convirtiendo en un problema, porque resulta en la persona difícil para darse cuenta: «Dentro del tiempo que se invierte trabajando, se tiene como foco principal aquello que por ese medio se quiere alcanzar. El conflicto a veces reside en que el dominio propio se requiere aplicar incluso para las cosas materiales que uno desea, sin un consumo consciente lo único que hacemos es vivir en un círculo sin propósito trascendental», remarcó Calgaro.
A ello, añadió: «Las cosas que compramos están destinadas a dejar de funcionar eventualmente, gastarse, romperse, extraviarse o simplemente dejar de sernos útil por mero aburrimiento. Con las compras lo que se busca muchas veces es una dosis de dopamina, neurotransmisor vinculado al bienestar. Para todo eso necesitamos trabajar, entonces la percepción de que si se trabaja demasiado o poco dependerá de cada persona».
LA PRODUCTIVIDAD
Existen y ya se aplican en muchos países las denominadas «empresas calmas» que aspiran a mayor eficiencia y productividad con menos horas de trabajo.
«Siguen la teoría de que más horas en el trabajo no necesariamente se traduce en mayor productividad», indicó la especialista.
La psicóloga comentó que en la práctica «muchas empresas han obtenido resultados positivos, pero esto es un asunto de cuidado de los recursos humanos y depende mucho de la visión de los gerentes, quienes muchas veces no ven a las personas trabajadoras más que otro elemento funcional, dejando de lado las necesidades de todo ser humano».
MINIMALISMO VS CONSUMISMO
Calgaro ejemplificó: «Si hablamos con un adulto mayor que invirtió su juventud en trabajar para conseguir mucho más de lo que realmente necesitaba, podemos encontrar una perspectiva diferente del valor de las cosas, son los asuntos de salud y vínculos los temas que pasan a un primer plano. Durante los años de mayor vitalidad, es necesario que el plan de vida incluya el reconocer que el capital más valioso que tenemos es el tiempo, junto con él la salud para poder disfrutar de una vida plena. El estrés laboral provoca un desgaste no sólo en el cuerpo, también en el estado de ánimo y capacidad de disfrutar de las pequeñas cosas, que terminan siendo las más importantes».
El estilo de vida minimalista, se viene hablando hace varios años, pero, son pocas las personas que lo aplican a sus vidas.
Este, tiene como objetivo: «Un consumo consciente, y creo que la enseñanza más importante es todo lo que tiene que ver con lo que hacemos con nuestro tiempo. A la hora de comprar algo, una cosa es el valor y otra el precio, cuando algo nos parece barato sólo porque lo podemos comprar, lo que tenemos que hacer es traducir esa compra en el tiempo de vida que invertimos para obtener el dinero necesario. La manera más superficial de vivir es correr tras una promesa de felicidad que nada tiene que ver con una vida plena, el trabajar en exceso para poder mostrar a los demás tanto el progreso como el éxito. Estos dos conceptos tienen que ser definiciones subjetivas, es la única manera de vivir una vida cargada de la propia verdad, en lugar de apariencias y comparaciones con los demás».
Reflexiona sobre el estilo de vida aparentosa: «¿De qué nos puede servir usar una camisa de 40 mil pesos, si nuestros hijos se crían sin la atención que necesitan? o ¿De qué nos sirve producir un excedente para comprar cosas que de hecho no necesitamos?».
LA NECESIDAD DE COMPRAR
Ahora existen muchas cosas para comprar que hacen creer que las necesitamos de forma diaria: «Lo que en verdad necesitamos es detenernos a pensar qué propósito le queremos dar a nuestra existencia y cuáles son las verdaderas necesidades. El trabajar demasiado para adquirir cosas que no necesitamos no es más que una esclavitud moderna, de la cual no siempre nos percatamos. La persona que produce un excedente puede darse ciertos «gustos», pero una vez satisfechos, hay mucho más para desear. Una vez adquirido un celular, hay uno mejor para comprar. Una vez comprado un auto, hay un modelo más nuevo para adquirir, aunque el que tengamos todavía cumpla su función. Lo nuevo siempre será tentación. Si necesitamos ejercer control sobre nuestros deseos es porque para algunos el mundo resulta un enorme supermercado donde siempre hay cosas que se antojan tener. No podemos negar que generaciones anteriores sabían vivir en la austeridad, ahora teniendo mucho más, las personas no están conformes. Claro, el trabajador quiere ver los frutos de sus esfuerzos. Pero ya no se mide en cuanto a la satisfacción de verdaderas necesidades, se mide en cuanto a todo lo que el consumismo tiene para ofrecer».
EL VALOR DEL TIEMPO
«El consumismo es una trampa, una esclavitud. Vivimos en un mundo donde constantemente se nos dice que necesitamos esto, que necesitamos aquello. Pero lo que menos se nos dice es que por más que podamos pagar esas cosas con el esfuerzo laboral diario, el precio es muy alto si consideramos que el dinero en nuestras manos es un intercambio por nuestro capital más valioso e irrecuperable: el tiempo», explica Calgaro.
Y, añadió: «Tenemos que exaltar el hecho de tener las necesidades básicas cubiertas, y reconocer que todo lo demás que podemos comprar es un lujo, valorar todo a nuestro alrededor. Hay un tiempo para cada cosa, y un límite que tenemos que aplicar para no ser víctimas de algún sistema que nos explote».
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