Durante todo marzo, la lucha aún vigente de los derechos de la mujer tiene sus abanderadas en una generación actual que, desde los lugares en los que se desempeñan como trabajadoras y colaboran con otras, dejan su marca en una historia que sigue escribiéndose.
08-09-LA-CIUDADLa pandemia por Covid-19, en estos dos años que transcurrieron, se impuso como un tiempo que será recordado por su impacto en las sociedades y culturas de todo el mundo y, así también, merecen ser destacadas las mujeres que contribuyeron con su formación y su vocación desde un sitio clave como el Hospital de Campaña en Corrientes, que recibió a pacientes de toda la provincia.
EL LIBERTADOR entrevistó a mujeres que se desempeñan como líderes de distintas áreas y servicios, para hablar de los desafíos que enfrentaron en este tiempo desde sus puestos, el trabajo en equipo y la cicatriz personal que dejó en cada una de ellas.
Con su labor honran la memoria de las mujeres trabajadoras que las antecedieron y se funden en la historia reciente que las necesita, una vez más, juntas en la lucha.
SE PUEDE
«La mayoría de las áreas en este hospital, está liderado por mujeres», destacó la directora médica del Área Crítica, Analía Giménez, como primer rasgo del personal que asiste en el Hospital de Campaña y del que se siente orgullosa, sentimiento que comparten sus colegas.
En la entrada del edificio se fueron congregando un grupo cada vez más numeroso que compartía chistes y comentarios, y que así como otros grupos de mujeres trabajadoras, se enfrentó al prejuicio de que no sabrían y no podrían aunar fuerzas.
«Se cree que la mujer es muy competitiva, que va a tener muchos problemas, y aquí se dio esa gran diferencia de que todas las mujeres apuntamos a que todas y todo el equipo de salud vaya al frente», recalcó Giménez, encontrando su eco en el testimonio de la coordinadora de Emergencias, Araceli Barrios, quién aseguró con ímpetu que es posible. «Se puede trabajar en equipo, es mentira que cuando somos muchas mujeres no se puede», sostuvo.
La jefa de Medicina Clínica, Milagros Quiroz estimó que alrededor de un 75 y 80 por ciento de los puestos de liderazgo en los distintos sectores del hospital, está ocupado por una mujer. «Generalmente, se dice que somos todas leonas, porque nos diferenciamos, pero a la vez trabajamos todas juntas por un fin en común», contó Quiroz.
LLAMADO
«Cuando me convocaron, miedo no tuve y no tuve nunca. Sí sentir un gran compromiso, un desafío y creí que este era el lugar donde tenía que estar», aseguró la contadora Beatriz Romero, a cargo del área de Administración, cuando se anunció el inicio de una pandemia que nadie esperaba y cubrió el mundo de una incertidumbre a la que decidieron hacer frente desde el principal puesto de asistencia a los infectados de toda la provincia.
La coordinadora del Laboratorio de Bioquímica Clínica, Yohana Sappa Figueroa también recordó ese día en el que no dudó aceptar ser parte del personal que estaría en primera línea. «Sentí que tenía que estar ahí. Con otras colegas levantamos el teléfono y dijimos: acá estamos, sí nos necesitan, acá estamos», contó.
Ante un virus que fue un enemigo desconocido en un inicio, debieron asumir desafíos que pusieron en jaque lo que sabían como profesionales, cómo trabajaban desde sus especialidades y con otros, y qué decisiones debían tomarse cuando se tocaban puntos críticos.
La contadora Romero señaló que fue necesario «reinventarse y reversionar un montón de circuitos a los que uno estaba acostumbrado», y la coordinadora de la Limpieza e Higiene Hospitalaria, Mibia Blanco apuntó que el suyo fue «llevar un equipo que también tenía miedos y apuntalarlos».
«El mayor miedo fue no saber sí estábamos preparados desde nuestra profesión para asistir al médico, al enfermero y demás servicios», manifestó la jefa de Farmacia, Ornella Martelotte, y la asistente social Valeria Villalba, también contó que el desafío fue «repensarnos como profesionales del trabajo social dentro de la salud y lo que venía con este contexto de pandemia».
La mirada individual hacia uno mismo como profesional, se abría a otra mayor, la de ser un líder de área. En medio del proceso personal de reversionarse como lo exigía un virus tan mutable, asumir la conducción de un grupo fue el gran reto de la jefa de la Unidad de Terapia Intensiva, María Alejandra Ojeda, quien comentó que se encontró a cargo «de un montón de otros profesionales -colegas míos-, que sí bien estamos formados dentro de la misma especialidad, no nos conocíamos en la manera de trabajar».
CICATRICES
«Desde lo personal, me tocó vivir la pandemia en todos los puntos: fui paciente, médica, ahora estoy en el rol de jefa, también de científica, y es enriquecedor», aseguró Quiroz.
Es miembro del equipo de Desarrollo del Suero Equino Hiperinmune con sus compañeras Ornella Martelotte, Lía Sánchez Negrette y Alejandra Ojeda, que fue presentado hace poco y sus beneficios en los pacientes de gravedad. Orgullosamente de producción local, científicas correntinas fueron parte de este proyecto.
Pero hay lugares que a pesar de la enseñanza que dejan, fueron difíciles de habitar y atravesar en esta pandemia.
«Nosotros -hablando como sociedad- pensamos que esto no nos va a tocar, y a mí personalmente me tocó. Fue un antes y un después. Antes de las vacunas, con la primera ola, estuve bastante grave, internada 10 días y de recuperación otros 60 días», contó la jefa de Emergencias, Lorena Ojeda, y remarcó que «fue algo muy difícil, tanto para mí como para mi familia, que tengo dos hijos chicos. Creo que eso dejó una marca, una cicatriz. Esto hace que hoy en día, nada de lo que yo haga sea igual».
«El ver la cara del paciente pidiendo auxilio con sus ojos, porque había momentos que no podía ni siquiera hablar por la dificultad respiratoria que tenía, y después verlos salir por el área de la rampa de salida, para nosotros era totalmente gratificante», compartió la jefa de Kinesiología, Natalia Paredes, también conmovida por el impacto emocional que tiene estar al frente y viendo cada día la realidad más honesta de la pandemia.
Con profunda aflicción, la directora del Área Crítica compartió los momentos de quiebre que vivió como profesional. «También pasamos por muchas situaciones, muchas frustraciones, muchas inseguridades, muchos miedos», y contó que «tuvimos que enfrentar esa realidad de perder un paciente cuando hicimos todo y más, tuvimos que trabajar las frustraciones que sentíamos como médico: estudié tanto, aporté tanto, hice tanto, y el paciente se me murió».
«Lastimosamente tuvimos una pérdida dentro del equipo, el doctor López Verón que falleció en el año 2020», relató la jefa de la UTI, un hecho que recordó como algo que «sufrimos dentro de nuestro servicio, nos pegó muy duro a todos y nos desestabilizó». Fue el golpe más violento que el virus les dio, el recordatorio necesario de la vulnerabilidad del ser humano también en quienes llevan una bata puesta y cuidan de otros
Encargada de la asistencia a pacientes y sus familias a través de la línea telefónica habilitada en el Hospital de Campaña, la coordinadora del Call Center, Carla Simean contó que «personalmente tuve varios impactos personales, tuve familiares acá internados, sufrí pérdidas también, y no fue fácil como tampoco lo es para ninguno del otro lado».
Las marcas quedan, son cicatrices en algunos casos, evidencia de la fuerza que se encontró para salir adelante, y en otros casos, son huellas en el camino para quienes avanzarán a partir de todo el conocimiento científico y enseñanzas para la vida.
«Yo creo que esta pandemia nos cambió a todos, nos demostró que hay muchas cosas importantes, que uno solo no hace nada, tenemos que trabajar en equipo, colaborar y ser responsables; no solamente por y para nosotros, sino para los demás», concluyó Ojeda, que así como sus colegas, también dejó su huella perdurable en el tiempo y la historia. Su pisada de leona: estuve, luché, resistí, la pandemia me dejó una marca y dejé mi marca en la historia.
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