El robo y los destrozos ocurridos en el Jardín de Infantes N°37 Isondú, en el barrio 17 de Agosto de la ciudad de Corrientes, volvió a poner en evidencia una preocupación que docentes y directivos expresan desde hace tiempo: la vulnerabilidad de los establecimientos educativos cuando no hay actividades. El hecho, registrado a inicios de esta semana, dejó en claro un escenario que se repite cada fin de ciclo y que se profundiza en las vacaciones de verano.
De acuerdo a lo que se conoció, los delincuentes ingresaron al predio ubicado en inmediaciones de la calle Ombú casi Trento, luego de forzar una reja, y recorrieron distintos sectores del edificio donde robaron tres televisores y provocaron daños en otros elementos que no pudieron llevarse. Una cuarta pantalla y un reflector aparecieron destruidos. Para las autoridades del Jardín, el episodio generó «mucha angustia y temor» por la sensación de desprotección en momentos en que el establecimiento queda vacío.
El caso no es aislado. Durante el receso escolar, los edificios educativos quedan sin personal y con escaso movimiento alrededor, una situación que, según señalan directivos de distintos niveles, suele ser aprovechada por delincuentes para ingresar sin ser advertidos. Jardines, escuelas primarias y secundarias atraviesan el mismo riesgo: estructuras amplias, múltiples accesos y largos períodos sin actividad que facilitan intrusiones y daños.
La Policía trabaja para identificar a los responsables que ingresaron al Jardín N° 37, mientras desde la comunidad educativa se insiste en la necesidad de reforzar los cuidados durante los meses en que los alumnos están de vacaciones, cuando la falta de presencia diaria vuelve especialmente frágiles a todas las instituciones.
Daños significativos
En muchos hechos de este tipo, el daño no se limita a lo robado. En el caso del Jardín de Infantes N°37, los delincuentes no pudieron retirar elementos, por lo que los destruyeron. Fue el caso de la cuarta pantalla, que terminó destrozada, y el reflector arrancado, ambos objetos que los ladrones no pudieron llevarse.
Este tipo de episodios genera, además de la pérdida del equipamiento, los costos adicionales de reparación o reposición de materiales que quedan inutilizados. Para las instituciones, ese daño suele ser incluso más difícil de afrontar, porque altera aulas, espacios de trabajo y recursos que llevan tiempo reponer, además de obligar a la reorganización de actividades y la planificación para el próximo ciclo.
Piden más patrullajes
y operativos preventivos
Tras el hecho en el establecimiento del barrio 17 de Agosto, la Policía inició tareas para identificar a los responsables y determinar cómo lograron ingresar al edificio. El caso volvió a poner en foco la intensificación de patrullajes durante el receso escolar, cuando los establecimientos quedan sin actividad y más expuestos a este tipo de hechos. Tutores y directivos coinciden en que mayor presencia policial en barrios y en los alrededores podría desalentar ingresos y permitir una reacción más rápida ante cualquier movimiento sospechoso.

