Luciano Gómez, es correntino, de 29 años y es uno de los futbolistas de la ciudad Capital que logró consagrarse campeón en la elíte del fútbol de AFA.
Gómez, es del barrio Laguna Seca, la casa de sus padres está ubicada en las calles Pitágoras y Resoagli de esa populosa barriada.
A los 15 años decidió ir a realizar una prueba de suficiencia en el club Banfield donde logró quedar y de ahí comenzo a escalar categorías hasta debutar en primera división, antes tuvo un tiempo en Lanus.
En Corrientes, Gómez que se desempeñaba como volante derecho, jugó en las inferiores de Huracán Corrientes y después paso a la Escuela de la filial de Racing que dirigía el entrenador, Pedro Portal.
Gómez vistió los colores de Banfield, Argentinos Juniors, Independiente, Gimnasia y Esgrima de La Plata y actualmente Independiente Rivadavia. A fin de año tiene que regresar a Argentinos Juniors, club dueño de sus derechos federativos.
El correntino fue el encargado de abrir tanto la serie desde los 12 pasos con River en semifinales como ante Argentinos Juniors, nada menos que por el título. Y lo llamativo del caso es que terminó siendo verdugo de la institución a la que debe volver a fin de año, cuando se le termine el préstamo en la Lepra mendocina, con la que alzó un título que además lo llevará a la Libertadores 2026.

En el momento del gran festejo, hizo mención al penal que ejecutó en la serie, el primero de «la lepra», «cuando me pare ahí para patear, lo ví a Romero (Chiquito), es muy grandote y te achica todo el arco, pero bueno estaba convencido que lo iba a cruzar al remate y fue gol».
Comentó que cuando Gonzalo Marinelli ataja el penal y Tomás Molina y lo hacen patear de vuelta (se había adelantado el arquero) tenía ganas de llorar, «no, increible tenías ganas de llorar, sinceramente, pero también teníamos mucha confianza en él y por suerte le volvió a atajar de nuevo».

