El Día de la Madre es la fecha para rendir honor al rol fundamental de quienes acompañan paso a paso el desarrollo de sus hijos y hay miles de testimonios y algunos tienen un plus por la dedicación y el amor especial que ponen en cada gesto y en cada etapa.
La historia de Lilian es una de las tantas que se destacan por el amor incondicional y el esfuerzo diario para llegar a su meta: que su hijo con Trastorno del Espectro Autista (TEA) logre ser independiente y feliz.
En diálogo con EL LIBERTADOR, Lilian Rodríguez compartió cómo son sus días y como fue atravesando su realidad de acompañar a Benicio, de seis años, que con tan sólo con un año y nueve meses obtuvo el diagnóstico de TEA.
El camino de Lilian comenzó con la detección temprana, «no quería estar con otros con otros niños, digamos, era complejo porque él no jugaba».
Es allí donde confesó cómo fueron esas primeras etapas: «Al principio me culpé, me enojé conmigo misma, me sentí perdida», confiesa Lilian, a lo que siguió «porque dicen que el autismo es algo que primero te dicen que es ambiental o que puede ser genético. Y la verdad que yo no sabía si era culpa mía o qué pasó como para que él llegue a tener TEA».
Aunque confesó que luego miró hacia adelante: «Más allá de que muchas veces me sentí perdida, siempre traté de acompañarlo y buscar información». Su objetivo es claro y contundente: «Hago todo lo que está a mi alcance para acompañarlo y para ayudarlo para que sea independiente. Es lo que más busco».
ESFUERZO
SEMANAL
Lilian y Benicio viven en Itá Ibaté, ella es docente y relató que todas las semanas viaja a la Capital correntina para que el niño haga sus terapias y evaluaciones con neurólogos y psiquiatras infantiles, y tenga una atención adecuada.
Este esfuerzo ha redefinido su vida laboral. Lilian mantiene su empleo, sabiendo que es la única vía para garantizar el bienestar de Benicio: «Sí, sigo trabajando porque si no yo no lo puedo traer a Corrientes a mi hijo».
Esto la impulsó a reorganizar completamente su vida profesional: «Logré acomodar otros horarios de mi trabajo y eso fue lo que me permitió ahora venir jueves y viernes», un periplo que realizan en auto.
Actualmente, ambos tienen el acompañamiento de la Asociación de Padres Autistas de Corrientes (Apadea): «Las terapeutas de Apadea fueron importantes porque a veces muchas veces las mamás cometemos errores y no nos damos cuenta de cómo debemos acompañarlos a ellos».
Lilian aprendió que la vida de su hijo no admite medias tintas, y esta característica del Trastorno Generalizado del Desarrollo terminó por moldear su propia existencia: «Él me enseña, cambió obviamente mi vida en muchos sentidos».
La vida social «cambió un montón», pero Lilian lo acepta como parte del nuevo contrato de su maternidad: «Me fui adaptando».
Compromiso en
la escolaridad
Este compromiso no solo se limita a las terapias, sino también a la escolarización. Benicio está en primer grado y, dada la falta de profesionales en su localidad, Lilian debe asegurar y pagar por una maestra especial que viaja desde Ituzaingó hasta Itá Ibaté.
Ahora el niño asiste a primer grado de la Escuela Primaria Martín Jacobo Thompson Nº 415.

