El baile y la música no son solo una afición, sino el motor que impulsa la vida de Oscar Esteban Prieto y Vicente Rubén Zalazar, máximos referentes de la academia de danzas folklóricas El Fortín. Ambos, además de dirigir esta reconocida institución, son bailarines oficiales de Amandayé, uno de los conjuntos chamameceros más destacados de la provincia.
Con 18 años de trayectoria, El Fortín (anteriormente conocido como Guardamonte) se distingue por ser una academia gratuita, un pilar fundamental de su misión. «La idea cuando yo fundé la academia era sacar a los chicos de la calle, por eso la academia no se pagaba», explicó Prieto, director de eventos. Si bien en sus inicios se enfocaron en jóvenes de bajos recursos, hoy acogen a alumnos de todas las clases sociales. La impronta social de la academia se mantiene, ofreciendo vestuario donado a quienes lo necesitan, como un verdadero «fortín» que acoge, acompaña y forma.
LEGADO
Oscar Esteban Prieto, un profesor superior con una vasta experiencia en el mundo del folklore, ha pisado escenarios en Chile, Perú, Bolivia, Paraguay, Uruguay, Brasil y gran parte de Argentina, incluyendo festivales icónicos como Cosquín y Jesús María. «Yo por ejemplo no tenía pensado enseñar en un principio», comentó Prieto, quien perteneció al cuerpo estable de la Academia Municipal de Corrientes. Su camino lo llevó a fundar El Fortín en la Escuela de Arte, comenzando con pocos alumnos y viendo crecer la academia hasta manejar a más de cien bailarines en su apogeo.
Vicente Rubén Zalazar, vicedirector y «mano derecha» de Prieto, es el vivo reflejo del compromiso y la lealtad. Comenzó a bailar a los seis años en la Escuela N°11, atraído por una presentación que lo cautivó. Al enterarse de que las clases eran gratuitas, no dudó en sumarse. Su vínculo con El Fortín es tan profundo que, ante la posibilidad de que la academia cerrara en el pasado, se negó a ir a cualquier otro lugar. «Nunca quise ir a otro lado, dije que, si cerraba El Fortín, yo dejaba de bailar», enfatizó Zalazar.
EXPANSIÓN
El Fortín ensaya los martes y jueves de 20 a 22, en la plaza Los Constituyentes, en la delegación Santa María. Próximamente, la academia expandirá su alcance con la apertura de Fortaleza, una nueva sede en Maipú al 3.200, la cual ofrecerá clases de chamamé los miércoles por la noche, atendiendo a la demanda de un público de mayor edad. Las inscripciones cerrarán en 15 días, y las clases están estimadas a comenzar en 20 días.
Una característica distintiva de la filosofía de El Fortín es la inclusión y la libertad en la danza. «No le oprimimos al bailarín para que le salga exacto. Está el que es rengo, el que se pierde, el que zapatea más o menos. Entonces, entre esas cosas, el espectáculo sale bien. Todos bailan», explicó Prieto. Esta flexibilidad permite que cada bailarín encuentre su estilo, haciendo que cada presentación sea auténtica y diversa.
Sueños y espectáculos inolvidables
Más allá de las presentaciones locales y el acompañamiento a Amandayé, El Fortín tiene un gran anhelo: ingresar como academia a la Fiesta Nacional del Chamamé.
«Nosotros somos bailarines o, mejor dicho, somos bailarines oficiales del grupo Amandayé, uno de los conjuntos chamameceros más reconocidos en la provincia. Entonces, cada vez que toca Amandayé, ahí estamos nosotros», comentó su fundador.
Luego, Oscar Prieto afirmó: «Mi único sueño, que todavía no, pero no voy a bajar los brazos hasta que no pueda bailar más, es que pueda presentar a mi academia como academia en la Fiesta del Chamamé. Yo quiero bailar con mi academia». Esto les permitiría diseñar su propio espectáculo de 13 minutos y medio, con su música y sus bailarines.
Dentro de sus presentaciones, El Fortín es reconocido por un sketch único y muy solicitado: la «pelea». Durante un chamamé valseado, irrumpe una pelea que desconcierta al público, pero que forma parte de su sello distintivo.
«Es divertidísimo. Esa es nuestra marca registrada, es algo que hemos hecho con otras músicas también», relató Prieto, recordando anécdotas donde la gente ha reaccionado de diversas maneras, incluso deteniendo la música o arrojando objetos, lo que los ha llevado a la necesidad de avisar al público de este «engaño» artístico.
HISTORIA
«Nosotros somos bastante exquisitos en la formación de los chicos», sostuvo Prieto.
Luego, agregó: «La academia es chica. Por eso no me comparo con nadie, tampoco rechazo lo que yo enseño porque me gusta, es más, disfruto de todo el folklore. Hay un montón de cosas que nosotros tenemos que nos encanta y además porque siento que lo vivimos a pleno».
«Yo atravesé muchos momentos en la vida, a veces digo: ‘Voy a dejar de bailar’, porque hay veces que por algún motivo me pongo medio argel y mi hija me dice: ‘Papá, si dejás de bailar, te morís'», recordó entre risas.
La pasión por el baile ha forjado una comunidad unida en El Fortín, donde cada bailarín es defendido y valorado.
A pesar de las dificultades y la pérdida de alumnos debido a la pandemia, la academia ha resurgido y continúa con su noble labor de fomentar el amor por el folklore y brindar un espacio de crecimiento personal y artístico a niños y adultos.

